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Ni bien comenzó la paritaria docente el gobierno marcó la cancha: sumas fijas y desindexación. Esta orientación política es una imposición del FMI quién considera como condición necesaria, para reestructurar la deuda pública externa, generar un fuerte superávit fiscal primario. ¿Cómo pasar del déficit fiscal actual a un superávit fiscal? Sencillo: ajustando jubilaciones, salarios, obra pública, etc. En diciembre el gobierno nacional logró ajustar a los jubilados congelando la movilidad jubilatoria y reemplazándola por aumentos por decreto. Este ajuste fiscal significó un ahorro de $100.000 millones.
La segunda fase del ajuste la constituyen las paritarias de estatales y docentes nacionales y provinciales donde han ofrecido sin excepción, tanto a nivel nacional como provincial, aumentos de salarios y sumas fijas que están por debajo de la inflación esperada para todo 2020. La frutilla del postre del ajustazo es la pretensión de desindexar lo salarios porque “la indexación es la causa de que la inflación no se desacelere”. Lo mismo planteo el ministro Guzmán respecto al movilidad jubilatoria en clave fiscal.
Lo que interesa destacar de todo este asunto es la colaboración activa de la burocracia sindical para barrer la indexación de la lucha paritaria en un cuadro de inflación creciente y recesión económica. Al respecto, el dirigente de la CTA y diputado del FdT, Hugo Yasky, planteó que “la cláusula gatillo genera una inercia inflacionaria en la que siempre corremos de atrás" (eldestapeweb.com, 17/2/20).
La colaboración ideológica de la burocracia con los ajustadores no podía ser mayor. En las asambleas de Suteba la burocracia repetía una y otra vez que la indexación generaba inflación y que, en defensa de los salarios, debíamos repudiar la cláusula gatillo. Finalmente llamaba a aceptar una propuesta salarial que es a todas luces una caída mayor del salario real.
En este marco resulta importante poner en perspectiva histórica esta polémica sobre si los salarios y la indexación generan inflación. En primer lugar, debemos plantear que esta polémica no paso de moda como muchos burócratas celestes pretenden. Ya en 1847 Marx polemizaba contra esta tesis de los “economistas” que luego constituirían la llamada escuela neoclásica. En un discurso de 1848 brindado en la Asociación Democrática de Bruselas, Marx polemiza con un dirigente sindical llamado Weston quien planteaba que era perjudicial luchar por aumentos de salarios reales porque ello generaba inflación. Esta tesis luego fue sofisticada por la economía neoclásica. En esa conferencia Marx demuestra sólidamente que los aumentos de salarios no generan inflación, sino que afectan la tasa de ganancia capitalista y por tanto no sólo era importante luchar por mayores salarios, sino que era fundamental construir las organizaciones sindicales para emprender esa lucha en las mejores condiciones para la clase trabajadora.
La historia se repite, en este caso, como farsa. Reemplazamos a Weston por Yasky y tenemos que la burocracia retoma las armas ideológicas de la burguesía. Quiénes se llenan la boca hablando de la lucha contra el “neoliberalismo” recurren a su arsenal teórico para colaborar con el ajuste nac & pop que es la carta fuerte en las discusiones sobre la reestructuración de una deuda pública externa que es imposible pagar.