La CGT llama a firmar con el FMI y a formar un gobierno “peronista”

Escribe Emiliano Monge

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La CGT, el 18 de octubre, realizó un acto separado de aquellos que hicieron Cristina en la ex ESMA y del convocado a la Plaza de Mayo el 17. Los dos primeros se colocaron bajo el estandarte de la “articulación” del capital y el trabajo. Al día siguiente, Alberto Fernández tradujo de qué se trata, cuando extendió el régimen de “maquilas” en Tierra del Fuego (en beneficio de dos "amigos", uno del gobierno y el otro de Macri), y CFK inauguró una “zona franca” en Santa Cruz. Entre la "industria" de armado y ensamble del primero, y el jubileo impositivo de la segunda, el binomio ejecutivo de Argentina mostró lo que entiende por “producción”, y “eficiencia capitalista”.

Pero fue Caló quien se convirtió en vocero oficioso de la marcha cegetista. Dijo, por un lado, que hace muchos años que no reinaba tanta “calma” en la CGT y, por el otro, que confiaba en el acuerdo que negociaba Martín Guzmán con el FMI. Bien entendido, esto significa que la burocracia de la CGT seguirá firmando paritarias por debajo de la inflación, acentuando la brutal desvalorización de la fuerza de trabajo. Con el apoyo al FMI, desmintió que la burocracia se oponga a las reformas laborales y previsional, e incluso a otras medidas de ajuste: como una disminución mayor del gasto social, una tasa de interés superior a la inflación y una devaluación significativa del peso. En esto consiste la “articulación” entre el capital y el trabajo, que reivindicaron tanto la Vicepresidenta como la CGT, y que Caló ha rebautizado como "calma".

Las coincidencias entre la burocracia y el kirchnerismo no pasaron, sin embargo de lo "doctrinario". Porque Caló subrayó que el objetivo de la marcha es “el apoyo al gobierno” y la “unidad del peronismo”. Dada la crisis terminal del gobierno, ambos planteos son un guiño a la coalición de una parte del oficialismo contra la Cámpora y el cristinismo. El 17 de octubre ha servido para escenificar una división sin retorno de la coalición del F de T.

La CGT movió el aparato, y a ella se sumaron las "organizaciones sociales" del gobierno. También se sumó el "comunismo" repudiado por CFK un día antes, desde el oficial hasta el PCR. Pero también lo hicieron el bloque sindical kirchnerista, obligado a secundar a la burocracia de los "gordos", para no quedar en el exilio, y el ala macrista de Barrionuevo. En suma, el acuerdo "gordos"- moyanismo hizo su propia jornada. Los diarios calificaron a la movilización como “multitudinaria" pero no aportaron números. Lo cierto es que ha sido una movida masiva de aparato, lo cual es distinto a una movilización obrera, donde dominan quienes son protagonistas de las luchas. Por ejemplo, los choferes de UTA que anunciaron cortes para el próximo viernes, en una movilización independiente de la burocracia de Fernández. Sergio Palazzo, el de la Bancaria, dio el presente, pero no para recordar su "propuesta" de reducir la jornada laboral a seis horas, sin afectar el salario. La marcha cegetista es un paso adelante en la disgregación del gobierno de Todes.

Consignas

El lema de la marcha, “Desarrollo, Producción y Trabajo”, apunta a “profundizar el diálogo social insitucionalizado”. Pide a las patronales “un compromiso de responsabilidad social empresaria que le cabe a los sectores de mayor concentración económica”. Moroni, el Ministro de Trabajo, lo ve de esta manera: “de ser «necesario», dijo, las negociaciones salariales se volverán a abrir en la última etapa del año” (infogremiales, 16/10), ante el desborde completo de la inflación. Un llamado a imponer otra "tregua".

Desde la CGT insisten en repudiar “los intentos de eliminación de la indemnización por despido y cualquier otra forma de flexibilización” (LaVoz, 18/10). Fernández dijo lo contrario en IDEA, luego de haber repetido más de una vez que el gobierno no haría nada al margen de la CGT. Pero no pasaron 24 horas cuando se conoció el decreto que establece el contrato laboral que transfiere a las patronales el monto del valor de los planes. La medida está en el esquema de la reforma laboral, porque establece una competencia hacia la baja con los trabajadores ocupados. El acuerdo de reforma laboral en Toyota fue saludado por el Presidente. Esto se vio expresado en el convenio con la UOCRA, en el empalme para el sector rural, y ahora en el acuerdo con Gastronómicos, que tienen básicos que no cubren la mitad de la canasta de pobreza. Por otro lado, “Si bien el 20,9% de las empresas espera que aumenten las horas trabajadas, sólo el 14% espera aumentar la dotación de personal” (Infogremiales, 13/10). La burocracia sindical, sin embargo, condiciona el apoyo a una reforma legislativa del trabajo a una salida a la crisis de gobierno, en sus propios términos.

En estas condiciones, unos y otros atienden al resultado del 14 de noviembre. Pero la posibilidad de una recuperación de votos, como indican algunas encuestas (las menos) sólo alterará las formas de la crisis política. La burocracia de la CGT se ha anotado como protagonista, en función de sus intereses: el pacto social y el acuerdo con el FMI.

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