Yolanda Vargas y la tragedia cotidiana que sufrimos las trabajadoras y nuestros hijos

Escribe Violeta Gil

Tiempo de lectura: 2 minutos

A 8 meses del incendio de la casilla de Yolanda Vargas, en Colonia Santa Rosa, en el que murieron sus hijos Melanie y Thiago, se produjo un nuevo incendio en la localidad, esta vez en el barrio Maneros. La secuencia fue la misma: un cortocircuito incendió la que, en cuestión de minutos, devoró una casilla de madera y plástico en la que vivían tres niños con su madre. A diferencia de la mañana trágica en la que Yolanda salió a comprar para cocinar, esta vez no llovía, los niños salieron de la casilla con su madre para comprar pan para el desayuno. Cuando regresaron a los pocos minutos, se encontraron con el fuego devorando lo poco que tenían.

En el caso de Yolanda, nuestra compañera ha sido sometida a una persecución sin cuartel por parte del estado y la justicia de Salta, que rápidamente le armó una causa por la que ahora la llevan a juicio oral, acusándola por la muerte de sus niños. Esta vez, en cambio, no hubo víctimas fatales que lamentar. ¿A quién responsabilizará la justicia ahora?

Lo cierto es que los incendios en las barriadas y villas de Salta y de todo el país ocurren cotidianamente.

Los incendios en casillas precarias se han disparado en las estadísticas provinciales en el último año. Según el cuartel de bomberos Martín Miguel de Güemes, en agosto hubo más de 45 incendios en viviendas precarias, más de un incendio por día. En el mes de julio, las estadísticas del hospital Materno Infantil, hospital cabecera de la ciudad de Salta, indicó un salto en los casos de intoxicación por monóxido de carbono. Las víctimas son los niños, las mujeres, las familias de la clase obrera, condenadas a vivir en asentamientos sin servicios, sin el acceso a una vivienda, hacinados, tres y hasta cuatro familias en un cuarto. Pasaron el invierno con braceros o incluso haciendo fogatas en el interior de la casilla para pasar el frío.

Cuando la fiscal Carreras, y la justicia de Salta buscan condenar a Yolanda individualmente por la muerte de sus hijos, lo que buscan es encubrir la verdadera tragedia a la que nos somete día a día este régimen político.

En Colonia Santa Rosa, miles de familias fueron arrojadas a vivir en asentamientos frente al desarrollo de la frontera agrícola y la especulación inmobiliaria, lo mismo ocurre en toda la provincia en donde el uso de la tierra está reservado a los grandes capitales, con el aval de los intendentes, diputados y gobernadores de todo pelaje.

La lucha de miles de familias por el acceso a la vivienda y por la urbanización de las barriadas es, cada vez más, una confrontación directa con los intereses de todo el régimen político que preservar la tierra y los recursos al gran capital y al pago de la deuda, incluso a costa de la vida de nuestros hijos. Por eso, el intento de condena contra Yolanda, tiene el propósito de eximir sus responsabilidades, y sobre todo, tratar de aleccionar a los miles de trabajadores y trabajadoras que han tomado la causa de Yolanda como propia.

Abrazamos e impulsamos la lucha por el desprocesamiento inmediato de nuestra compañera Yolanda, porque el cuadro de miseria en el que se hunde la clase obrera no es su responsabilidad, la responsabilidad le pertenece a todo el régimen político que ha gobernado a costas del hambre de las familias obreras. Los reclamos populares son cada vez más antagónicos a los intereses que defienden los Sáenz y Fernández, los trabajadores están llamados a oponerle un programa propio, por el acceso a la vivienda y la defensa de la vida.

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