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"No fue en vano toda esta lucha", grita evocando a su hija asesinada en abril de 2017, Mónica, mamá de Araceli Fulles. Es que en el día de ayer, se dio a conocer la sentencia a los tres asesinos de Araceli: prisión perpetua para Carlos Casalz, Hugo Cabañas y Marcelo Escobedo. Desde el 27 de abril de 2017, día en que fue encontrado su cuerpo quebrado y enterrado con cal viva en el patio de la casa de Darío Baradacco, su familia luchó incansablemente por justicia. Han tenido que pasar por un encubrimiento sistemático de todas las instituciones del Estado, y acciones mafiosas – a Baradacco, único detenido durante estos 4 años, lo asesinaran con agua hirviendo en la cárcel el 7 de abril de 2019.
La desaparición de Araceli Fulles, el 2 de abril de 2017, conmovió al país. La joven de 22 años y sonrisa brillante, de un barrio de José León Suárez, le enviaba un mensaje a su mamá esa mañana diciéndole que ponga la pava para tomar unos mates, pero nunca llegó. La familia hizo la denuncia en la Comisaría 5° de San Martín, a cargo del subinspector Elián Avalos. La familia se enteraría tiempo después de que éste era hermano de dos de los implicados, luego detenidos.
Se buscó a Araceli durante agónicos 25 días. Familiares, amigos, vecinos y activistas no pararon de moverse, haciendo lo que la fiscalía -cómplice de la comisaría- no hacía. Se plantaron pistas falsas, y la fiscal Graciela López Pereyra no quiso cambiar la carátula, sosteniendo que Araceli estaba “perdida”, hasta que la encontraron muerta en la casa de la última persona con la que la vieron. Ese domicilio había sido señalado insistentemente por la familia, y de hecho había sido allanada anteriormente pero no habían encontrado nada. Resulta también que los femicidas en cuestión eran una banda de transas y la misma comisaría estaba investigada por Asuntos Internos de la Bonaerense por tener marihuana y cocaína confiscada, guardada, sin ser declarada.
Frente a esta red de encubrimiento se desarrolló en paralelo una importante lucha y organización. Numerosas movilizaciones, asambleas, vigilias, cortes de calle y otras acciones se realizaron durante estos cuatro años de lucha que encabezó la familia de Araceli. Es el levantamiento de un pueblo hastiado de que maten a mujeres y niñas de la clase trabajadora que no le importan a un Estado que garantiza la máxima impunidad para los femicidas, los tratantes y los narcos. Ese fue el destino de Melina Romero, de 17 años, en 2014 y de Candela Rodríguez, de 11 años, en 2011, ambas desaparecidas y encontradas asesinadas en la misma localidad. En la sala A, de los Tribunales de San Martín, se encontraban en la sentencia los padres de Luna Ortiz, Cecilia Basaldúa y otros familiares de víctimas que siguen luchando por justicia por sus hijas.
El abrazo de los hermanos y mamá de Araceli que vimos en la sala de juzgado, y ese “no fue en vano”, lo sentimos todos como un pequeño aire entre tanta descomposición. La perpetua a los femicidas de Araceli es una victoria de la lucha de las familias obreras contra el Estado. Y es la muestra de que solamente la organización y la lucha en los barrios, junto a las comunidades educativas y sociales, es la garantía de conseguir por lo menos justicia para nuestras compañeras, asesinadas cada 24 horas en todo el país.
Seguiremos luchando por la prisión a todos los responsables del encubrimiento del crimen, privados y estatales. Araceli Fulles presente.