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Es una coincidencia en los análisis políticos situar la expectativa ya no en el resultado electoral -en el que las encuestas señalan una nueva derrota del gobierno-, sino en la reacción que puedan tomar los distintos actores el 15N, es decir al día siguiente.
Que un simple resultado de una elección para renovar parcialmente a los legisladores pueda llevar al gobierno a la quiebra y a toda una reconfiguración política de alcance incierto da cuenta del profundo nivel de la actual crisis. El impasse de toda la situación política va a ser llevado a un punto de desenlace como consecuencia de toda una cantidad de factores externos en el que las elecciones son apenas uno de los aspectos.
En primer lugar, el corazón de la crisis política se encuentra en la deteriorada situación económica, frente a la cual el gobierno prácticamente ha agotado cada uno de sus recursos. Previo a la elección se informa una venta ´récord´ de 290 millones de dólares del BCRA para ´desplomar´ (eldestapeweb.com 12/11) -apena en 5 pesos- la cotización en alza de la divisa, sin con ello lograr evitar que los bonos argentinos sigan bajando. La enorme presión contra el peso, como consecuencia de la quiebra del banco central y la acumulación hipertrófica de deuda, plantea objetivamente una salida devaluatoria. Es lo que ha negado la ´vocera´ presidencial Gabriela Cerruti asegurando que “no está prevista” ninguna devaluación aunque “espera (sic) que el lunes vivamos en un país normal”. La idea de que el gobierno tiene la capacidad para evitar una corrida cambiaria no sólo es inexacta sino que está de espaldas a las negociaciones con el Fondo Monetario, en un hecho en todas las conversaciones que la devaluación es el camino, aunque se discuta el ´ritmo´ de la misma. Para Melconian (perfil 12/11) toda la situación conduce a un “rodrigazo, tarifazo y devaluación”. El economista macrista ya había señalado oportunamente que la cruzada ´anti inflacionaria´ cae en saco roto porque el estado necesita la licuación de la moneda para afrontar la deudas en pesos y que una ´estabilización´ podía llevar a una enorme recesión y ajuste, la cual ninguno de los espacios políticos -ni el del propio de Melconian- ha reunido la capacidad de afrontarlo. Otras especulaciones refieren a la oficialización de un desdoblamiento del dólar que ´libere´ en beneficio de la especulación financiera pero ´sostenga´ el cepo para el comercio. Esta salida reuniría todos los efectos contradictorios tanto de la intervención como de la liberación del dólar en un cuadro que ya es altamente inflacionario y con niveles de pobreza que orillan el 50%. En el último mes a la inflación del 3,5% le correspondió un ´aumento´ del 0,8% de los trabajadores en negro, por lo que el declive social es continuo. Guzmán le ha respondido a los burócratas del Fondo que una devaluación abrupta del 30 % como la que reclama sería “socialmente inaceptable” para el país (Clarín, 12/11).
Los anuncios de un acuerdo con la oposición por parte de Alberto Fernández y Massa -lo que implicaría un cogobierno- conviven con las denuncias de Tolosa Paz de las intenciones golpistas. Dependiendo de la magnitud de la derrota oficial unos y otros condicionan el desenlace, aunque nadie tiene la sartén por el mango. Un ´cogobierno´ entre el Frente de Todos y Juntos supone en primer lugar una división al interior de ambas coaliciones lo que puede reducir virtualmente a cero a ese esquema político. El “albertismo” ha sumado el apoyo de la nueva CGT, aunque con reservas, como lo prueba la escasa difusión de la convocatoria de apoyo el “día de la militancia” e incluso su posibilidad de suspenderse. El kirchnerismo deberá resolver si lleva hasta el final el golpe palaciego post PASO o si acentuará su parálisis. En Diputados se ha anunciado la conformación de un nuevo bloque de “gobernadores” con Schiaretti, el MPN (Neuquén) y la fuerza de la gobernadora de Rio Negro, buscando ser la llave de las votaciones parlamentarias, eso sí, suponiendo que los bloques mayoritarios no se quiebren. En el senado la inexistencia de un quórum propio reduce enormemente el margen de maniobra del kirchnerismo.
Finalmente la gran prueba consistirá en hacer tratar y aprobar el presupuesto 2022, lo que implicaría que el acuerdo con el FMI está cocinado. Si el impasse de ese acuerdo continúa eso se trasladara a todo el esquema político y económico lo que imposibilitaba al gobierno de contar con su presupuesto. El apoyo de Argentina a la resolución de la OEA contra Nicaragua tiene que ser leído como una aproximación de posiciones con el FMI. Este acuerdo, de todas formas, no tiene ninguna capacidad de resolver los desequilibrios fundamentales y, por el contrario, puede agravar todos ellos. Desde el “15-N” y con posterioridad la clase obrera necesita jugar su papel en el desenlace anunciado. Con esta perspectiva es que Política Obrera convoca al voto a la izquierda contra las listas patronales.