Cuba y la democracia

Escribe Julián Asiner

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Las aguas políticas y sociales de Cuba se agitaron por el llamado a una nueva marcha opositora, convocada por parte del grupo Archipiélago. Las consignas del 15N eran: “libertad de los presos políticos” y “cambios cívicos, democráticos, sin violencia”. El líder de la convocatoria, el dramaturgo Yúnior García Aguilera, aseguró que el objetivo es terminar con una época de dictaduras, que arrancaría de la de Batista, en 1952, hasta el presente (Clarín, 14/11). Al menos desde esta perspectiva histórica, el llamado de Archipiélago es contrarrevolucionario. La prensa internacional lo presenta como una “oposición nueva, joven y mayormente digital”, con el pseudo propósito de distinguirla de la tradicional gusanería de Miami. El régimen castrista aplicó todos los recursos de coerción a su disposición para hacer naufragar la marcha convocada para el lunes pasado.

El colectivo Archipiélago dice reunir 36 mil miembros o adherentes a través de las redes sociales, sea en la isla como en el exterior. Archipiélago emergió como un portavoz de las jornadas del 11 de julio, la marcha anti-gubernamental más importante en la historia del régimen castrista. O sea que se apropió de ella en el plano "simbólico", es decir, político. La rebelión del 11J fue detonada, sin embargo, como una respuesta a la devaluación brutal del peso cubano a comienzos de año y contra el manejo estatal de la pandemia, lo cual agravó en forma colosal la miseria social que atraviesa al pueblo de Cuba. Mostró la falacia de la reivindicación de un poderoso sistema de salud en condiciones de derrumbe social generalizado. La rebelión reunió a una variedad de tendencias de las masas, que se vienen desarrollando en Cuba, pero apuntó por sobre todo contra los privilegios y abusos de la burocracia gobernante, como las “tiendas especiales” que la proveen de todo aquello de que carece el pueblo. Fue un movimiento de reivindicaciones salariales y de trabajo, acompañado por planteos políticos de tendencias contradictorias. El 11J confrontó al régimen cubano con un movimiento de rebelión de contenido social.

Como decíamos al principio, el eje del 15N fue colocado, en cambio, en la apelación a la democracia, al derecho a manifestarse y a la libertad de los presos políticos. Es decir, que no tomó posición acerca de los despidos masivos en el Estado, los salarios de hambre, los planes de liquidación de las empresas estatales estimadas estructuralmente deficitarias. Las consignas de la democracia formal, en países que se apoyan en la estatización económica, abarcan la privatización masiva y el derecho a la libre empresa. El ataque a la prepotencia de la burocracia y a los beneficios que extrae de la usurpación del poder, se confunde con el derecho irrestricto a la propiedad privada. El llamado “Consejo por una Transición Democrática”, estrechamente vinculado a Washington, respaldó la iniciativa de Archipiélago. Fuera de Cuba, las manifestaciones más destacadas del 15N se dieron en Florida y Madrid. La lucha por la democracia, una cuestión de primer orden en Cuba, debe ser planteada desde el punto de vista de los explotados y del socialismo, no desde la libertad capitalista.

El gobierno apeló a un gran despliegue militar y político para sofocar la manifestación opositora. Archipiélago había decidido adelantar cinco días la marcha prevista originariamente para el 20 de noviembre, ya que Díaz-Canel convocó a ejercicios militares para el 18 y el 19 y declaró el 20 como “Día de la Defensa Nacional”. Cuando la movilización fue finalmente prohibida, Archipiélago apeló a una intervención del clero y Yúnior García Aguilera anunció que no iría al 15N, sino que realizaría una marcha en solitario por La Habana un día antes. Tampoco pudo ser, debido a la intervención masiva del aparato de represión estatal, incluidas detenciones sin intervención judicial ni derecho a defensa.

Lo que el gobierno no puede acallar es el fracaso de su propio esquema económico. En su momento, dijimos que con el "rodrigazo" a la cubana de Díaz-Canel y Raúl Castro “el crecimiento del descontento social y las tensiones y crisis políticas es inevitable”. La necesidad de recuperar el sistema monetario para impulsar un crecimiento de la economía fue la condición que reclamaron los círculos financieros internacionales para reanudar relaciones económicas con la isla. El lunes pasado, The New York Times dio a conocer un reclamo de los grandes capitales norteamericanos para reanudar la política de "deshielo" iniciada por Obama, precisamente porque entienden que esas condiciones se están cumpliendo. Por esencial que sea un régimen monetario para la reactivación económica en esta etapa, la cuestión decisiva es si sirve para impulsar las fuerzas productivas en interés de las masas populares, o como palanca para una amplia privatización de la industria y la obtención de una fuerza de trabajo en condiciones rentables para el capital. Este es el eje objetivo de la lucha de clases en Cuba. La reivindicación de la democracia debe hacerse con este contenido estratégico.

Frank García Hernández, redactor del blog Comunistas de la izquierda opositora cubana, caracterizó que “Cuba está siendo cada vez más signada por la separación de la burocracia cubana con la realidad de las mayorías, el discurso ideológico anquilosado y vacío, el ascenso de jóvenes oportunistas a cargos públicos, los niveles desiguales de vida entre los dirigentes aburguesados y las mayorías trabajadoras”. Frente al 15N, Comunistas escribió que “defiende el derecho a manifestación para quienes decidan desfilar (…) pero a la vez rechaza marchar pues entiende que es un grave error político compartir espacio con representantes de organizaciones neoliberales como lo es el Consejo para la Transición Democrática”.

A kilómetros de distancia de Cuba, el PTS denunció que la prohibición de la marcha convocada por Archipiélago está “avasallando las libertades democráticas más elementales, como es el derecho a la protesta y la manifestación”, algo tan indudable como redundante. De lo que se trata, sin embargo, es de distinguir el contenido de la democracia formal de la democracia de contenido socialista, algo que la Izquierda Diario evita hacer, lo que explica que no se haya delimitado de la convocatoria de Archipiélago. Es el resto democratizante en las condiciones de Cuba. El planteo de un régimen de democracia formal opera al servicio del capital e incluso del imperialismo; la de contenido obrero y socialista sirve como palanca para una segunda revolución cubana, dirigida por la clase obrera. Lo demuestra así todo el proceso de restauración capitalista en la URSS y la privatización masiva en Europa oriental.

Establecido este punto de vista con toda claridad, queda por delante la cuestión esencial, y es que Archipiélago se ha apropiado de la rebelión del 11 de julio pasado, al menos por el momento. El asunto es que esa rebelión sea orientada y organizada por la izquierda revolucionaria. Una coalición ´protestataria´ con Archipiélago, por parte de quienes se reclaman realmente comunistas y realmente internacionalistas, y que luchan en tal condición contra el régimen cubano; esa coalición hubiera sido un golpe mortal contra los trabajadores. Para conquistar la dirección de la rebelión que anida en el pueblo cubano, es necesaria una preparación metódica de propaganda, agitación y organización. Es decir de un programa y una estrategia.

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