Elecciones en Actores: desafíos para la recuperación del gremio

Escribe Hika

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El día 6 de diciembre se desarrollaron las elecciones de la Asociación Argentina de Actores donde la lista Celeste renovó su mandato con un 68% de los votos frente a un 28% de la lista Naranja, encabezada por Iván Moschner. Son resultados generales similares a los del debut de la oposición en 2017. Estas elecciones se desarrollan en el marco de una seguidilla de elecciones sindicales que habían quedado suspendidas por el gobierno nacional con el argumento de la pandemia mientras impulsaba el aperturismo más descarnado.

Con un padrón total de 8.800 asociados, los votos efectivos solo fueron 1.246. Mientras que, en la elección de 2017, sobre un total de aproximadamente 7.000 afiliados habilitados para hacerlo, votaron 1.400. Es una baja participación.

Entre los artistas escénicos la precarización viene acompañada de una fuerte inestabilidad laboral, lo cual fue agravado en el último tiempo por la política de alineamiento de la conducción del gremio con el gobierno nacional y su política de rescate capitalista en el marco de la pandemia. Estas condiciones se traducen en un bajo nivel de sindicalización, sumado al cierre de espacios tanto laborales como de organización gremial por parte de la dirección del sindicato, configuran la base de la desorganización de los artistas escénicos.

Frente a esta realidad, la convocatoria a elecciones suscitó diversos debates en la oposición que se manifiestan en el hecho que mientras en su debut de 2017 la lista opositora estaba formada por un frente entre las listas Violeta y Naranja, presentándose en ese momento como Multicolor, esta vez la presentación fue solo de la Naranja. El eje central del debate, en la oposición, discurrió entre la presentación a la contienda electoral o el llamado a suspensión de la elección producto de las irregularidades de la convocatoria, con plazos manipulados y por fuera de las leyes vigentes. Además de las trabas que el propio estatuto del gremio pone para la presentación de listas, entre otras características antidemocráticas que contiene. Una vez afirmado el proceso electoral por la Junta Electoral, estas diferencias se tradujeron en el llamado a votar a la lista Naranja por un lado y el abstencionismo, defendido como una forma de poner de manifiesto la falta de representatividad de la Celeste, por el otro.

En esta disyuntiva, habiéndose presentado una lista de oposición con un programa donde se coloca la defensa del salario y del convenio, entre otras cosas, la abstención aparece como un rechazo a la dirección gremial sin fisionomía política. Sin contenido claro, cuando justamente, para recuperar el gremio como herramienta de lucha lo que se necesita es claridad política.

Salta a la vista la ausencia de un planteo de sindicalización que apunte a agrupar a los artistas escénicos independientemente de la forma de contratación o de ejercicio laboral que desempeñe en defensa del convenio y condiciones de trabajo. Un puntapié para ello seria la convocatoria a discutir, en un plenario abierto, la perspectiva de recuperación del gremio frente a los desafíos que plantea una situación política que augura choques y luchas generalizadas, ya que se verifica cierto estancamiento en la votación de la oposición que, con la división, se ve naturalmente agravado.

Todos los trabajadores de la cultura atraviesan debates y luchas cuando se discute a nivel nacional un acuerdo antiobrero con el FMI y el país acumula más del 50% de pobreza. Esa situación de conjunto es el terreno fértil para la deliberación, coordinación y agrupamiento de los trabajadores que salen a la lucha y que con ello colocan la defensa de lo mas elemental que es poder desarrollar una vida sobre la base del trabajo. Solo el debate y la acción común en la claridad puede quebrar a una dirección sindical que encorseta y limita la organización de los artistas escénicos a los intereses de un gobierno ajeno a los intereses de los trabajadores.

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