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Bienes Personales es un impuesto directo al patrimonio. La estructura tributaria, no solamente en Argentina, recae sobre el consumo (el IVA, el impuesto a los combustibles y/o los Ingresos Brutos) conocidos como impuestos indirectos. Entre el 80 y el 90% del andamiaje tributario de Argentina y América Latina reposa en estos últimos. Los llamados impuestos a la exportación tienen otro carácter, pues la reducción relativa de los precios de los alimentos es un subsidio a favor de la patronal industrial, a través de una reducción equivalente del salario nominal.
Los impuestos al patrimonio, a la Ganancia Mínima Presunta, a las Ganancias y/o a los Bienes Personales - los cuatro impuestos que históricamente gravaron al capital en nuestro país- representan una proporción baja de la renta nacional y de la recaudación tributaria. La evasión impositiva es muy elevada, en especial en el IVA, que cobra al consumidor. En este sentido, toda la clase capitalista es un gran Cristóbal López, que se financia del bolsillo de los trabajadores. La reducción (casi eliminación) de las cargas patronales funciona del mismo modo, porque la jubilación es un salario diferido que las patronales no pagaron en tiempo real.
Los `tributaristas’ de los grandes monopolios sostienen que la media sanción del martes pasado, en Diputados, lleva las alícuotas de Bienes Personales a “niveles” como “jamás estuvo” y “transforma -a ese impuesto- en “confiscatorio” (Litvin, en La Nación, 23/12). Ocultan, sin embargo, que la recaudación del impuesto a los Bienes Personales, que nació de la reforma impositiva de Cavallo, viene cayendo sistemáticamente: en el año 2005 era de apenas el 1.52% del total de la recaudación tributaria nacional. En el último trienio completo de la era K (2012/14), cayó a un promedio del 1.17% anual, o sea un descenso del 23%. Peor aún fue la recaudación del impuesto a la Ganancia Mínima Presunta, ya derogada. En 2005 era del 0.92% del total de la recaudación tributaria nacional. En el período 2012/14, cayó a un promedio del 0.20% anual, o sea un descenso del 78%. Estamos ante una prueba concluyente de que los gobiernos K no ejecutaron ninguna política de “progresividad” en materia impositiva.
El verso de estos 'tributaristas’ destaca que “el (nuevo) mínimo no imponible representa casi US$60.000”. Cuando se creó el impuesto en 1991 -con una supuesta vigencia por nueve años- el mínimo no imponible representaba US$100.000”, señaló a La Nación un tercer ´tributarista
que calcula esos valores al precio oficial del dólar, cuando ninguna propiedad ni bien en el país está valuado a razón de $ 103 por dólar. “Es decir que, en dólares, el piso del tributo cayó un 40% en 30 años” dice La Nación (considerando siempre ese mínimo a $ 103 por u$s). El mínimo no imponible a bienes personales no protege a ninguna clase media, sin embargo, fue el monto establecido en el proyecto de JxC, que se jacta de defenderla.
Mientras en los últimos años caía sistemáticamente el valor del mínimo no imponible de Bienes Personales y de Ganancias de la cuarta categoría (asalariados obreros), los K respetaron todas las exenciones a la renta financiera que se arrastran desde Martínez de Hoz. En Argentina la renta proveniente de depósitos en Caja de Ahorro en pesos o en dólares de la mayoría de los plazos fijos y de los títulos públicos no está en absoluto gravada por Bienes Personales.
Los K, en 2020, ni bien asumieron, elevaron las alícuotas del impuesto a bienes personales por expreso acuerdo con el FMI. El macrismo, en su momento, había revalorizado la propiedad inmueble facilitando a los gobiernos provinciales un incremento sustancial en la recaudación del impuesto inmobiliario (lo mismo hicieron con el llamado impuesto a los automotores, que también cobran las provincias). La elevación del mínimo imponible a bienes personales no alcanza en absoluto al impuesto inmobiliario, que deben pagar incluso los que quedan exentos de aquél.
La propiedad inmueble, a los fines de Bienes Personales, no se toma según la última valuación fiscal, sobre la que se aplica el impuesto inmobiliario, sino sobre la recontra-desvalorizada del año 2017, que se actualiza por inflación desde ese bajo nivel. De modo que si el valor de mercado de un inmueble es de u$s 100.000, el nuevo valor fiscal actualizado ronda los u$s 20.000 (en el mejor de los casos). Sin embargo, no se toma ninguno de estos dos valores: vale el de la valuación de 2017 (en pesos) actualizada al 31/12 de cada año. Al 31/12/2020 se estimaba que las propiedades urbanas figuraban en el Impuesto a los Bienes Personales al 5/10% del valor de mercado; o sea que este impuesto no grava nada sustancial. Esto benefició especialmente a los distritos donde la propiedad inmueble estaba más desactualizada: “El aumento de las valuaciones fiscales en la provincia de Buenos Aires y en la Ciudad de Buenos Aires que aprobaron los gobiernos de María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta no fueron computados para el cálculo de Bienes Personales (...) Es otra distorsión que hay que corregir”, indicó a Página/12 Ricardo Koss, integrante del Plan Fénix (20/11). Por supuesto, nada de esto salió y lo más probable es que la cámara alta recorte alguna de las confiscaciones
que aprobó Diputados.
La gran propiedad agraria quedó exenta de todo: “Los inmuebles rurales cuyos titulares son personas humanas o sucesiones indivisas están exentos de Bienes Personales. Esto se dispuso en su momento para evitar la doble imposición con el impuesto a la Ganancia Mínima Presunta, pero este gravamen lo derogó Macri y ya no se justifica que no estén alcanzados” (ídem).
Ni en el Congreso ni en la prensa el FIT-U advirtió sobre este cuento chino que desgrava a los pobres y re-grava a los ricos.
Cuando Pitrola dice que “de haber perdido la votación el proyecto oficial (el del FdT que votaron los cuatro diputados del FITU), hubiésemos votado el de la oposición”, revela, en primer lugar, que su bloque parlamentario no había estudiado nada acerca de la historia de la manipulación impositiva de bienes personales, y que simplemente optaron por el proyecto de la ‘izquierda’, la etiqueta de los K, contra la ‘derecha’ de JxC, y que habían decidido, además, para no contradecir la tesis de la progresividad del aumento del mínimo no imponible, hubieran votado también el proyecto macrista. ¿Cómo se explica esto? Es sencillo: el FITU se ha dado el objetivo de ser la tercera fuerza en el Parlamento y valorizar los cuatro votos que posee para reforzar esta pretensión. La tarea de ser la única fuerza revolucionaria en el Congreso se la deja a quienes combaten por esa perspectiva.