Córdoba: Schiaretti, la UIC y la CGT, contra la vida de los trabajadores

Escribe Ángel Villa

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El crecimiento de contagios en la provincia es enorme. Las estadísticas oficiales refieren un promedio de más de 14.000 casos diarios (el pico de contagios de la segunda ola fueron 5.600 casos en 24 horas). Pero lo cierto es que, con la saturación de los centros de testeos (colas de 4 o 5 horas para realizar un hisopado), la cantidad de positivos que no son contabilizados es enorme. El gobierno convoca a la gente a no concurrir a los centros de testeo si son contactos estrechos y tienen síntomas. Sugieren que se den por positivos y se aíslen. Algunos especialistas calculan los contagios diarios en por lo menos cinco veces más de lo informado. La tasa de positividad de los testeos ronda el 40 %.

La farsa de la “gripecita”

El escándalo internacional que provoco Bolsonaro cuando comparó al Covid con una gripecita parece muy lejos en el tiempo. Pero hoy todos los gobiernos están orientados a señalar la supuesta inocuidad de la nueva variante. La cantidad de internaciones en la provincia crecieron más de 2.700 % y los internados que requieren respirador, un 1.400 % en tan sólo un mes. Entre el 1 y el 10 de enero fueron internados en terapia intensiva 530 personas. A este ritmo de contagios y con una importante cantidad de trabajadores de la salud contagiados, el sistema sanitario va a colapsar.

La Unión Industrial de Córdoba

Es en este cuadro que la UIC y la cámara empresaria que nuclea a los grandes supermercados vienen reclamando al gobierno una modificación de los protocolos para quienes hayan sido contactos estrechos de un positivo. El reclamo consiste en que, si están vacunados, sigan yendo a trabajar, pero asimismo sigan una estricta cuarentena para todo lo demás de su vida social. Es claro que con la alta trasmisividad de la actual cepa, un contacto estrecho muy probablemente esté contagiado y, aún vacunado con las tres dosis, continúa esparciendo el virus

Los protocolos para esta nueva apertura (o para disimular que el virus no existe) son ridículos. Las patronales deben proveer al trabajador de barbijos N95. Las patronales ya reclaman la imposibilidad de costear ese insumo costoso y difícil de conseguir. El planteo de que el trabajador debe permanecer en espacios ventilados simplemente hace abstracción de las distintas actividades sobre las que pretende legislar ¿Cómo lo haría una cajera del súper o un obrero en una línea de producción? Lo mismo que la exigencia de que las patronales deben garantizar dos test al trabajador afectado. No indica qué tipo de test. De hecho, esos kit que empiezan a vender las farmacias (con un 60 % de efectividad, casi como tirar una moneda) son esgrimidos para habilitar que todo siga. El estado deja en mano de las patronales la gestión del Covid.

Nada dice del transporte, uno de los principales focos de contagio. Las patronales han sido eximidas de tener que garantizar la concurrencia de un contacto estrecho al lugar de trabajo.

La burocracia sindical es el aliado estratégico del gobierno y las patronales. “Estamos de acuerdo”, salió rápidamente a confirmar el secretario general de la CGT Córdoba, José Pihen. Lo mismo hicieron AOITA, UTA y SMATA. De conjunto, las distintas burocracias junto al gobierno y las patronales, quieren llevar a fondo los contagios: la famosa política de "inmunidad de rebaño", en detrimento, claro está, de la vida de sus trabajadores. Ilda Bustos de Gráficos y la CTA-Autónoma salieron a despegarse del apoyo de la burocracia a la medida, pero no pasa de un “berrinche”.

La vida obrera vale nada para el gobierno, las patronales y la burocracia. Son un insumo más del lucro capitalista. La preservación de la vida y las condiciones laborales están en manos de los propios trabajadores. Como lo hicieron el año pasado los compañeros de Bagley y Arcor, parando la producción frente a la escalada de contagios, es necesario avanzar en la organización independiente en cada lugar de trabajo. Imponer los protocolos obreros.

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