23 de febrero de 2022: 10º aniversario del suicidio del poeta Vicente Luy

Escribe Eugenia Cabral

Tiempo de lectura: 3 minutos

¿Qué hace un poeta “bohemio” en un periódico para ser leído por la clase obrera? Es que a Vicente Luy se le ocurría plantear algunos temas que interesan a cualquier socialista y revolucionario.

Dos “L” en el diccionario poético

Vicente Federico Luy Larrea (así era su nombre completo) había nacido en Córdoba el 3 de mayo de 1961; en septiembre de ese año, sus padres fallecen en un accidente de aviación. Era nieto de Juan Larrea, el gran poeta y ensayista español que, tras la derrota de la guerra civil española, se exilia junto con otros escritores en Méjico; luego pasó a New York y en 1956 fue llamado a dar clases en la Universidad Nacional de Córdoba, donde vivió hasta 1980, en que murió dejándolo en la inacabable soledad. Poco antes de suicidarse largándose al vacío -desde un balcón, en la ciudad de Salta- Vicente escribió en un mail:

“Abuelo, abuelo Juan, / me complicaste, / pero a nadie amé en la vida como a vos. / Llevo 30 años sin poder hacer el duelo.”

Vicente y el dinero

Tanto de sus padres como de Larrea heredó fortunas que decidió dilapidar, o “invertir”, según se vea. Era capaz de viajar en taxi de una ciudad a otra, costearse una carísima edición (La vida en Córdoba, 1999) y hasta promocionar a artistas porteños: “El bolsillo le permitió asumirse como mecenas del trío Flopa-Manza-Minimal (cuyo primer disco produjo), y trabó amistad con figuras talentosas como Palo Pandolfo, Hilda Lizarazu, María Gabriela Epumer y Gabo Ferro. Y se insertó en un comando poético llamado Los Verbonautas, compuesto por Palo Pandolfo, Karina Cohen, Horacio Nocera, Hernán, Osvaldo Vigna y, ocasionalmente, Pipo Lernoud. Hasta que su vértigo dispendioso puso en cero su cuenta corriente.”[1] En su momento, Larrea también había gastado una herencia hasta caer en la pobreza, para sostener una propuesta cultural. Vicente terminó “internado en el Borda (…) y vivía como podía de una pensión mensual por invalidez, a causa de su trastorno bipolar”.[2] Parecía cumplirse su propia ironía:

“¿Por qué los secuestradores prosperan? / ¿Por qué sonríen los diputados? / Tienen plan. / Vos no tenés plan.”

“Si va a morir gente, votemos quiénes”

El verso corresponde a una pequeñísima edición (9 x 6 cm.) y lleva esa misma frase por título. Fue la última que publicó, en 2009. Es una frase en modo condicional, que es la manera de expresar un dilema donde depende de una parte que se cumpla la otra; en este caso, frente a una posibilidad adversa se coloca una cláusula necesaria (o deseable) para poder consumarla. El asunto es que, en lo de que vaya a “morir gente”, la sociedad capitalista puede ofrecer ejemplos de sobra en los cuales jamás consultó si la “gente” debía morir o salvarse.

Tras el sustantivo colectivo gente opera una trampa política muy astuta. Es apropiado afirmar “con tanto calor, la gente elige bares al aire libre”, pues da lo mismo si son ateos o religiosos, académicos o analfabetos, chilenos o polacos: sólo tienen calor. En cambio, cuando se habla de política, al nombrar “la gente” se busca ocultar la división de clases y, en hechos como las guerras o la actual pandemia de Covid-19, efectivamente muere mucha, mucha “gente”, pero los únicos que “han votado” que toda esa gente muriera representan, indefectiblemente, a la clase capitalista. A la grandota, a la mediana y hasta a la chiquita. Los explotados y oprimidos jamás fueron consultados acerca de las medidas que se implementan. El show de la maquinaria productora de súper ganancias debía continuar y continuó. De nuevo, Vicente acierta con su ironía.

El capitalismo deprime y mata

En los versos que he citado y en muchos otros, Vicente Luy desnuda a una sociedad decadente, con sujetos desorientados, con gobernantes fríos ante el padecimiento de las personas. Como dijo Saint-John Perse, “…y ya es bastante con ser la mala conciencia de nuestro tiempo”.

El suicidio y la depresión son enfermedades epidémicas, incluso en países como Reino Unido, España, Estados Unidos, Canadá, Israel y, bajo la pandemia de Covid-19, los científicos aseguran que se han incrementado exponencialmente, tal como la expansión del virus. Nunca como ahora fue tan cierta la alternativa expresada por Rosa Luxemburgo: socialismo o barbarie.

Notas

[1] En Plegaria para un niño sufrido, por Miguel Grimberg, Revista Cítrica on line.

[2] En El Verbonauta, por Martín Pérez, Radar Libros, Domingo, 4 de marzo de 2012.

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