Hospital Sardá de CABA: ¿Cómo enfrentamos la violencia institucional a la mujer trabajadora?

Escribe Fabiana S. Cortés

Tiempo de lectura: 2 minutos

En el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el pasado 8 de marzo, trabajadoras autoconvocadas del hospital materno infantil Ramón Sardá de la Ciudad de Buenos Aires realizaron una asamblea en conmemoración. En ella realizaron una fuerte denuncia a las autoridades del hospital y al gobierno de la ciudad por la violencia institucional, laboral y persecución sufrida.

Trabajadoras, activistas y delegadas de distintas expresiones gremiales denunciaron la violación de sus derechos más elementales y la situación de vulnerabilidad de la que son víctimas a la hora de gestionar sus licencias, cambios de turno y derechos por convenio a las jefaturas.

La voz en primera persona de lo que se vive en la Sardá refleja lo qué pasa en todos los hospitales y por eso la actividad tuvo una fuerte repercusión. El gremio SUTECBA, que representa al personal de enfermería frente al gobierno de la ciudad, se vio obligado a dar una “respuesta”. ¿En qué consistió? SUTECBA propuso acompañar a las trabajadoras que sufren violencia institucional a presentar sus denuncias al ministerio de salud y promover la aplicación de la Ley Micaela dentro del hospital. La Ley Micaela propugna la “formación” de la burocracia estatal en cuestiones “de género”. En otras palabras: la burocracia sindical pretende presentar a la violencia laboral contra la mujer trabajadora como violencias individuales o de carácter aislado.

Pero es importante poner blanco sobre negro La violencia institucional es un régimen general de trabajo que sufren todas las y los trabajadores en el hospital. A través de ese régimen, las autoridades apuntan a doblegar a los trabajadores para poder imponer el régimen de súper explotación de los módulos (horas extras) con el que garantizan cubrir la enorme falta de personal y los salarios de hambre.

La salud es un campo laboral de mayoría de mujeres, y eso hace más evidente cómo se desarrolla la doble opresión, es decir como trabajadoras y además como mujeres. Siempre ese maltrato recae con mayor fuerza sobre las encargadas de las tareas hoy llamadas “de cuidado” de niños y adultos mayores, que vuelven después de jornadas interminables a realizar las tareas dentro del hogar.

Desde la aprobación de la Ley Micaela, la burocracia sindical apela a ella para escaparle el bulto a una lucha de clase contra la violencia laboral. SUTECBA pretende hacer lo propio en la Sardá y, de ese modo, ocultar su responsabilidad en la firma de paritarias a la baja. Es el caso del reciente acuerdo salarial de 40% en cómodas cuotas hasta fin de año, cuando la inflación proyectada es del 60%.

Pero por sobre todo, SUTECBA busca disolver la autoorganización que unió a las trabajadoras de la Sardá con independencia de su afiliación gremial a diferentes gremios. ¡Ese es el camino compañeras! Darle continuidad a la actividad del 8M con autoconvocatorias que forjen la unidad y la defensa colectiva frente a las patronales y las autoridades.

Llamemos una asamblea sin distinción de afiliación ni sindicatos. Parémosle la mano a los directivos y a la burocracia porque sólo la organización sirve para recuperar e imponer nuestros derechos.

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8M en la maternidad Sardá Por Corresponsal, 10/03/2022.

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