24 de Marzo: las escritoras y escritores desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado (1974 – 1983)

Escribe Eugenia Cabral

“Dijo el cuervo”…

Tiempo de lectura: 3 minutos

El cuervo que grazna en el poema de Edgar Alan Poe es una imagen de preanuncio fatídico. Imagen certera en nuestra historia. La represión política en la Argentina comienza mucho antes del golpe militar ejecutado por Videla-Massera-Agosti.

Veamos:

-20 de junio, 1973. La “masacre de Ezeiza”: bajo la presidencia de Héctor Cámpora, mientras está volviendo Perón, la derecha peronista va dejando en el aeropuerto 13 muertos y casi 400 heridos;

-28 de febrero, 1974. El “navarrazo” en Córdoba: un golpe dirigido por el jefe de policía, Antonio Navarro, destituye al gobernador Ricardo Obregón Cano y al vice, Atilio López, con la complicidad de la Juventud Sindical peronista, las 62 Organizaciones peronistas y otras corrientes similares. Perón no interviene y Córdoba pasa prontamente a estar bajo las órdenes del general Lacabanne;

-A partir de 1975, arrecian las balas y picanas del Comando Libertadores de América, grupo paramilitar formado por oficiales del ejército, bajo las órdenes de Vergez, Menéndez y asociados; en el plano nacional, Isabel Martínez de Perón dicta los “decretos de aniquilamiento” -que comienzan por el “Operativo Independencia” en Tucumán- y se forma la Alianza Anticomunista Argentina, “Triple A”, comandada por la bochornosa dupla Isabelita-López Rega.

Las alas negras

Durante todo ese periodo con creciente frecuencia se despliegan sobre los artistas, escritores, intelectuales, periodistas, etcétera, las “listas negras”, cual si fueran las alas del cuervo que hostilizaba a Poe. Censura, cesanteo, exilio forzoso, incendio de bibliotecas, quema de libros (ya descaradamente bajo la dictadura militar) y otros procedimientos persecutorios y represivos, hasta la tortura y el asesinato.

Al temer allanamientos, los lectores que fueran activistas de cualquier partido o sindicato escondían libros que quedaban enterrados, u ocultos en lugares insólitos. Algunos autores no daban a publicar sus textos, en parte por temor, pero también porque las urgencias de la época eran otras. Los editores y libreros estaban expuestos a los mismos peligros que autores y lectores.

Nace “Palabra viva”…

Para encarar un registro de obras y autores víctimas del terrorismo de Estado las fechas tienen, necesariamente, que abarcar desde 1974 hasta, por lo menos, fines de 1982, es decir, el término de la dictadura militar. Fue el criterio que adoptó la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA) cuando dio a conocer un registro exhaustivo al publicar, en 2005, “Palabra Viva. Textos de escritores y escritoras desaparecidos y víctimas del terrorismo de Estado. Argentina. 1974 / 1983”. Durante la primera presidencia del poeta Víctor Redondo, una comisión de integrantes de la SEA rastreó información durante tres años, a lo largo y a lo ancho de las provincias argentinas. La amplitud de la nómina cronológica, geográfica, biográfica y bibliográfica no sólo admite autores inéditos sino, dadas las circunstancias de la producción literaria que se aborda, el testimonio oral de parientes y allegados a las víctimas.

En “Prólogo de la SEA” leemos: “Volvemos a poner en circulación palabras que habían quedado en los agujeros negros de la historia. (…) Pero no sólo memoria y homenaje: también mensaje de resistencia y combate, especialmente dirigido a la juventud que lucha y construye nuestro país. (…) Algunos, muy pocos, de estos 103 escritores detenidos-desaparecidos habían alcanzado en vida el reconocimiento de sus pares y de los lectores. (…) Para esta primera edición, sólo de 71 de ellos pudimos encontrar material, de 32 sólo podemos entregar su biografía”. En 2007, al aparecer la segunda edición de “Palabra viva”… en Córdoba habíamos logrado conformar una delegación de la SEA -de la que fui presidente- y pudimos agregar los nombres y biografías de tres autores de Córdoba, incluso textos de dos de ellos.

Por su metodología de investigación y contenido, Palabra Viva instala un hito en cuanto a registros históricos específicos de la literatura, con un criterio que revela objetividad política y literaria por parte de los compiladores. Además, contribuyó al cumplimiento de la función gremial y política de una asociación de escritores, defendiendo el derecho a la libre expresión.

Memoria, Verdad y Justicia

Para conseguir cabalmente esos tres principios, es preciso exigir la apertura de los archivos de la dictadura militar, para que todos y cada uno de los represores puedan ser juzgados y condenados. En esos archivos están todas las marcas de los cuerpos, de la sangre y de las letras que todavía nos faltan.

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