Publicado por independenciaobrera.org, 21/03.
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En una decisión inesperada el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, anunció que apoyaba la posición de Marruecos en el conflicto del Sáhara esbozada inicialmente en 2007 y que consiste en la soberanía de Marruecos sobre los territorios denominados del Sáhara Occidental, región a la que se concedería una estatuto de autonomía. Es una señal indudable del apoyo al papel de Marruecos como pieza clave de la OTAN y Estados Unidos en el norte de África.
El cambio de posición de España ha sido considerado por el gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) como contrario al derecho internacional, y que contraviene la opinión de las Naciones Unidas, la Unión Africana, la Unión Europea, la Corte Internacional de Justicia… entre otras organizaciones y países. La RASD acusa a España de capitulación ante Rabat a causa del “chantaje” continuado de Marruecos. España como ex potencia colonial no es un actor cualquiera en este problema de la descolonización de la región. Hasta ahora España, de forma parcial y vergonzante, dijo apoyar la resolución de Naciones Unidas para la realización de un referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui al que se opone Marruecos, quien ocupa desde 1975 el 80% del territorio denominado Sáhara Occidental.
Año a año se va extendiendo el mandato de la Misión de la ONU para el Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso), monitoreada por España, con enfrentamientos entre Estados Unidos y Rusia como ocurrió en 2020 cuando Moscú y Túnez se abstuvieron por el contenido del comunicado de extensión. El Frente Polisario de Liberación, brazo armado de la RASD, decretó el 13 de noviembre de 2020 el fin del alto el fuego que imperaba en la región desde 1991. De forma permanente se registran enfrentamientos armados entre el Polisario y el ejército marroquí en la región del Sáhara Occidental.
La República Argelina Democrática y Popular, enfrentada a Marruecos de forma creciente, y único valedor real de la RASD y del pueblo saharaui, ha llamado a consultas a su embajador en Madrid afirmando que Madrid no le había comunicado su cambio de bando. Por su parte el ministro de Asuntos Exteriores español, Manuel Albares, declaró que se había advertido a Argel de la decisión con anticipación al anuncio. El gobierno español ha declarado que considera a Argel “un aliado fiable”, está por verse si tras esta puñalada trapera el aliado mantiene sus compromisos. En enero de 2021, seis semanas antes de dejar el Gobierno y cuando ya había perdido las elecciones generales, Donald Trump reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental.
Lo hizo en compensación por el reconocimiento de Israel por parte del reino de Marruecos. Pero también porque establecía un cerrojo en el norte de África. El Grupo Independencia Obrera (GIO) advirtió entonces que la decisión iba a ser respetada por el sucesor a la presidencia Joseph Biden. (https://independenciaobrera.org/el-imperialismo-yanqui-cierra-el-paso-a-la-autodeterminacion-saharaui/#sdendnote2sym) La vecindad con Argelia y la presencia de ésta en el conflicto del Sáhara constituyen una amenaza para la política de seguridad estadounidense en el Mediterráneo.
Entre los argumentos del gobierno de España se destaca una observación: en estos momentos en los que hay una guerra en Ucrania es importante alcanzar una estabilidad con el vecino en el norte de África. El acuerdo, que no fue sin embargo detallado por Marruecos, consistiría en que Rabat colaborará en la contención de la emigración a través de las vallas de Ceuta y Melilla, los dos enclaves coloniales de España en el norte de África, a cambio del reconocimiento español, y que Marruecos respetará el dominio español en sus enclaves. Madrid, sin embargo, no dice la verdad cuando atribuye la “estabilidad” a la preservación de su papel colonial y el cese del flujo de emigrantes que salta las vallas en Ceuta y Melilla. Esto es un ocultamiento del objetivo real mediante una pantalla.
La decisión está directamente vinculada a la guerra en Ucrania, esta es la parte verdadera de las afirmaciones españolas. Pero esa estabilidad es por referencia al país limítrofe de Marruecos, Argelia, quien se abstuvo en la declaración de condena de la Asamblea General de Naciones Unidas a Rusia por la invasión de Ucrania, junto con China y otros 33 países más. Argel formó parte de los denominados no alineados y fue promotora en su origen de la Organización de Unidad Africana, sustituida en 2001 por la Unión Africana impulsada por el dirigente libio Muamar Gadafi. El gobierno argelino mantiene relaciones con Rusia y en condiciones de una guerra mundial no declarada es para la OTAN un elemento hostil en la orilla africana del Mediterráneo. Rusia ha jugado un papel de apoyo a las posiciones de la RASD y de Argelia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Argel tiene fronteras con Libia y Túnez. Libia se mantiene en estado de guerra civil latente tras la intervención de la OTAN en alianza con Francia para derribar al régimen de Gadafi, convirtiendo al país en un Estado fallido, pasto de las luchas tribales. Argelia es el país más extenso del continente y tiene 43 millones de habitantes y un ejército entrelazado con el poder político. Privar a Argelia de su baza saharaui, cuyo territorio de constituirse en un país independiente reconocido, sería limítrofe de Argelia y de Marruecos y constituiría un apoyo estratégico para Argel en sus enfrentamientos con Rabat, sirve a los intereses de la OTAN y de Estados Unidos en el norte de África.
El presidente Pedro Sánchez y su ministro de Exteriores dirán lo que quieran acerca de sus motivaciones, pero lo central es analizar las consecuencias reales de su decisión respecto del Sáhara Occidental y no lo que dicen. Las consecuencias reales son en lo inmediato un retroceso de los intereses de Argelia, y un debilitamiento de su posición en la región. Marruecos es un “socio estratégico” de la OTAN en el norte de África. Desde 2016, tras la visita a Rabat del presidente del comité militar de la alianza, general de ejército Petr Pavel, este es el papel adjudicado a Marruecos. Es la nación clave en la orilla africana del Mediterráneo para la Alianza. En junio del año pasado, bajo el gobierno de Biden, Marruecos efectuó junto con la sexta Flota de Estados Unidos unas maniobras militares al norte de las Islas Canarias de las que se excluyó a España.
Rabat es el apoyo logístico y operativo de la armada estadounidense. Mientras tanto en los muros del Sáhara Occidental levantados por Marruecos hay una guerra sorda con fuego real. La muerte de tres camioneros argelinos por fuerzas presuntamente marroquíes en Guerguerat, paso fronterizo con Mauritania, alimentó la hoguera el año pasado. La tensión entre ambos países ha determinado que Argel haya cerrado el espacio aéreo de su país a Rabat el año pasado. Las fronteras terrestres con Marruecos están cerradas desde 1994. Es decir que existe un clima de guerra entre ambos países a raíz de la descolonización del Sáhara Occidental, en la medida que Argelia se opone a que Marruecos afiance su dominio a las puertas de su territorio tras hacerse con las riquezas de la región. Rabat por su parte no está dispuesta a perder ese territorio que ocupó en 1975 y del que obtiene significativos beneficios.
El reconocimiento de la soberanía de Marruecos por España ha sido desencadenado por la guerra en Ucrania. Es un reforzamiento de las posiciones de las infraestructuras y los aliados de la OTAN en África. Este es un indicio más de que estamos en el escenario de una guerra mundial no declarada, cuya escalada está lejos de limitarse al teatro de operaciones en el Este de Europa. Ocurre que Argelia es el principal suministrador de gas a España, que gozaba de una cierta independencia energética a expensas de los contratos ‘take or pay’ de largo plazo con la petrolera argelina Sonatrach. El gas llega a España por el gasoducto Medgaz propiedad entre otros de la española Naturgy en un 34%, con el resto del capital en manos de la propia Sonatrach.
Esto crea un cuadro de incertidumbre en el suministro de gas a España que está lejos de despejarse. El suministro de gas a España ya había sufrido a expensas de enfrentamientos entre Rabat y Argel desde hace al menos un año, cuando Argel cortó el suministro por el otro gasoducto, el Euromagrebí. Pero la decisión inconsulta de Sánchez y sus allegados ha creado un nuevo motivo de conflicto en el seno de la coalición. Unidas Podemos se ha encontrado, una vez más, con una decisión a la que se opone al menos de la boca hacia afuera. Está claro que “la izquierda” del Gobierno no pinta nada.
El hecho de que no salgan de la coalición y hagan caer al gobierno lo único que demuestra es que saben que lo que les espera si lo hacen es su disolución. Son un encuentro político, Izquierda Unida y Podemos, en disgregación. En una tribuna de opinión el ex vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, dijo que no había que prestar oídos a los cantos de sirena que llamarán a dejar la coalición… pero que esta es “la única posibilidad de hacer una política de izquierdas”, el resultado está a la vista. (https://ctxt.es/es/20220301/Firmas/39133/Pablo-Iglesias-Sahara-Occidental-Marruecos-Pedro-Sanchez-Yolanda-Diaz-PSOE-UP-autodeterminacion.htm)
El Partido Popular ha acusado a Sánchez de aventurerismo por cambiar de forma inconsulta la posición histórica de España ante el conflicto de Sáhara. Con independencia de que el PP hubiese acatado también una orden de Washington, calificar de aventurera una operación de aislamiento de Argel y aproximación a Rabat en vísperas de un incremento de las hostilidades militares a escala internacional pone de relieve el localismo miope del PP. Esto no desmerece el hecho de que, en los choques armados en la proximidad de la frontera con Argelia, España haya tomado posición en favor de la OTAN y de su aliado estratégico en el norte de África, Marruecos. Sánchez es un peón de Washington.
El GIO ha señalado en el pasado que la política del Frente Polisario, el brazo armado de la RASD, de apelar a los gobiernos occidentales para obtener el apoyo al referéndum de autodeterminación promovido por las Naciones Unidas era un callejón sin salida. La voltereta española lo ha ratificado. Más allá de que el apoyo a la RASD sea en realidad de palabra mientras en los hechos se constata un sabotaje generalizado. La única vía para el éxito del pueblo saharaui es unir su lucha a la de los trabajadores del resto de las naciones del norte de África. La construcción de partidos obreros independientes de los intereses de las burguesías locales y la lucha por gobiernos obreros es la única orientación que puede dar al pueblo del Sáhara una nación dentro de una federación de Estados socialistas del norte de África.