Frente al inicio de clases en la UBA: impulsemos la deliberación y la lucha docente

Escriben Patricia Lambruschini y Agustina M.

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En marzo han recomenzado las clases en la Universidad de Buenos Aires. El retorno presencial a las aulas puso de manifiesto que, durante los dos años de pandemia, no se ha invertido en absoluto en mejorar las condiciones edilicias y sanitarias de las unidades académicas. A pesar del "ahorro" que tuvieron al descargar los costos de la virtualidad sobre docentes y estudiantes, eso no se tradujo en una mejora de las condiciones de trabajo y cursada: estudiantes hacinados, aulas insuficientes, con ventanas que no abren, baños sin habilitar y sin elementos sanitarios básicos. En pocas palabras, las viejas condiciones permanecen intactas, con el agravante de que la pandemia no ha terminado. Es evidente que un aumento de contagios con la llegada de las bajas temperaturas y mutaciones del virus, atentará contra la salud de docentes y estudiantes.

A esta situación se suma el recorte salarial pactado por la burocracia de Conadu, Fedun, Cetera y Fagdut que estableció una pauta del 41% en cuatro cuotas no acumulativas, frente a una inflación proyectada de entre el 70 y el 80%. Esta paritaria a la baja se inscribe en la senda del ajuste reclamado por el FMI, que se añade al deterioro salarial estrepitoso que hemos sufrido en los últimos años. Para colmo, mientras en varias facultades siguen promoviendo instancias virtuales o mixtas, en la paritaria se eliminó el monto, de por sí miserable, que se había otorgado el año pasado por conectividad. Para los miles de docentes que trabajan gratis en la universidad ("ad honorem"), no hubo oferta alguna. A esto hay que añadir los despidos de docentes en las facultades de Ingeniería, que se lograron revertir, y en Psicología, bajo la forma de "no renovación de los contratos". De manera brutal, las autoridades cesantearon a docentes que trabajaron arduamente bajo la pandemia, hecho facilitado por la condición precaria del interinato, en desconocimiento del convenio colectivo.

Con el retorno a clases también se reafirmó el carácter antidemocrático de las autoridades de la UBA, que convocaron a elecciones estudiantiles a tan solo una o dos semanas del comienzo de clases, después de dos años de aislamiento, a sabiendas de que miles de estudiantes desconocen y no tuvieron contacto alguno con la vida política de la universidad.

Frente a este escenario de retroceso en las condiciones laborales y salariales y de continuidad de los viejos métodos antidemocráticos de las camarillas universitarias, resulta fundamental la postura que adopten los sindicatos docentes con tradición combativa. La Conadu Histórica, cuya conducción actual -PCR, la verde de la CTA, y otras agrupaciones afines al Frente de Todos- ha profundizado su integración al gobierno y allanado de ese modo el terreno para el ajuste salarial y el deterioro de las condiciones laborales. Esa orientación ha sido derrotada en, hasta ahora, tres de las más importantes asociaciones de base de la confederación – Adiunt, Sitradu y AGD-UBA. La Naranja Tendencia rechaza ese derrotero del oficialismo de la Federación con un programa de independencia política de los gobiernos y las gestiones.

Las elecciones de Conaduh finalizan el 6 de abril. Tienen lugar en el marco de la catástrofe humanitaria que implica la guerra imperialista en curso, la continuidad de la pandemia y de una grave crisis social. Las semanas próximas deben convertirse en un escenario de deliberación de la docencia universitaria para debatir un programa de salida a la crisis e impulsar un plan de lucha nacional que quiebre el inmovilismo en el que se encuentran las federaciones universitarias, incluida la ConaduH. La agrupación Naranja Tendencia intervendrá en el debate electoral con un programa propio que trabaja en ese sentido y en la perspectiva de un Congreso de Trabajadores.

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