Villa Constitución: se profundiza el conflicto en Acindar

Escribe Juan Ferro

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Los brutales descuentos al impuesto a las ganancias en la planta de Acindar no son producto del cobro de los salarios básicos de la rama 21, sino de una política de la empresa que se niega a la incorporación del nuevo personal en medio de una importante alza de la producción.

Los CEO de la patronal remplazan la incorporación de personal por un régimen de horas extras que les reporta enormes ganancias, pero se ha transformado en un suplicio para los trabajadores.

Los reclamos por ganancias en la UOM solo corresponden a la rama 21, pues en la inmensa mayoría del gremio (Rama 17) los básicos de convenio son tan bajos que ni con acumulación de horas extras se llega al descuento del impuesto al salario.

El impuesto al salario en las siderúrgicas ha puesto en un verdadero brete al secretariado nacional de la UOM, pues por primera vez en la historia del sindicato las cabezas del gremio -Furlan, de Siderca, y Brunelli, de Siderar- son de la rama 21 y, en materia del impuesto al salario, no son proclives de reclamar al gobierno -que apoyan- el cese del mismo, sino a las empresas algún arreglo que compense esos descuentos.

A poco de asumir el secretariado hizo un reclamo por ganancias que no pasó de las palabras, cuando la situación que se vive en Acindar es la misma que la de las demás siderúrgicas. En Villa Constitución la comisión interna venia reclamando el cese del descuento, contra la posición de la directiva local de reclamar el 400% de las horas extras evitando el reclamo político al Estado.

Así comenzó un quite de colaboración (retiro de horas extras) que, por lo antes expuesto, tiene una enorme repercusión en la productividad de la planta, que solo puede funcionar hoy normalmente a base de horas extras. Rápidamente, ante esta situación de quite de colaboración, el gobierno salió en la defensa de la empresa dictando una conciliación “obligatoria” sin base legal alguna, pues las horas extras no tienen carácter obligatorio. La directiva local rápidamente acató, pero no lo hicieron los trabajadores, los cuales continúan negándose a realizar horas extras. En definitiva, el conflicto se ha profundizado a pesar de la orientación de la directiva de sindicato local.

La empresa manda telegramas amenazadores sin sustento legal alguno; habla de ausentismo, cuando los obreros van todos los días a trabajar normalmente, y señala, para los medios, que está dispuesta a conceder algún dinero extra ante esta situación, pero esconde sus verdaderas intenciones, que son las de aprovechar esta situación para proponer atar los sueldos al presentismo (que hoy no existe en Acindar) y a un nuevo modelo de producción, mucho más flexibilizador que el hasta ahora en vigencia.

La medida empezó con una maniobra de la directiva, que no determinó la acción en una asamblea general ni estableció cuál sería el plan de lucha para frenar la aplicación de Ganancias sobre los salarios. Si el secretariado de la UOM llevara adelante un simple un quite de colaboración, no realizando extras nacionalmente, paralizaría la producción siderúrgica. La cuestión del impuesto solo puede ser enfrentada con una lucha nacional del gremio y del conjunto del movimiento obrero.

La cuestión del impuesto a las Ganancias y las horas extras ponen en juego cuestiones estratégicas del movimiento obrero. Hoy el cupo de cantidad de horas extras impuesto bajo el menemismo, por decreto (484/2000), es de 200 horas anuales, pero que ninguna empresa cumple y por el que, por los distintos acuerdos establecidos por la burocracia sindical, hay miles de trabajadores con un régimen de 12 horas diarias.

Cuando en las paritarias de 1975, en medio de una gran alza de los trabajadores, se buscaba limitar las horas extras a 80 horas anuales, se defendía la creación de nuevos puestos de trabajo. La burocracia sindical no luchó nunca para obstaculizar las extras indiscriminadas, ni por abolir los premios al presentismo y a la producción. Siempre se limitó a reclamar más dinero a costa de la salud de los propios trabajadores. No hay que olvidar que el trabajo a destajo es un crimen laboral.

Los obreros de Villa en este simple quite de colaboración han puesto de manifiesto el carácter brutal de la explotación entre los obreros más calificados y han tocado un lado flaco de la multinacional. En medio de los apremios de producción que tiene el pulpo hay oportunidad de quebrarles el brazo, Adelante.

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