“Fotografías” de Sig Ragga: imágenes de esferas, siluetas y bellezas

Escribe Matias Melta

Tiempo de lectura: 3 minutos

Sig Ragga, una de las bandas más originales e inclasificables de Argentina, lanzó su 5to álbum de estudio, “Fotografías”, una vez más a contramano de la lógica adiestradora de la industria de la música, logrando una obra acabada y bella.

Sig Ragga es una banda multi-disciplinaria, formada en 1997 en la ciudad de Santa Fe, que hermana música con artes plásticas, audiovisuales y escénicas. Ellos mismos dibujan pinturas para flyers o las tapas de sus discos, así como también realizan sus videoclips, además de hacer puestas de escena en las que se pintan todo el cuerpo y utilizan túnicas. Definir su género es difícil: mixturan con soltura reggae, pop, rock -por lo general de manera progresiva con un estilo spinettiano-, jazz, música clásica o infantil, etc. En cada álbum avanzan y mutan, conservando una calidad compositiva y una esencia que no le teme a la libertad creativa.

Incluso los Premios Latin Grammy, los más importantes de la música en castellano, se hicieron eco de la singularidad de la banda: tienen 7 nominaciones en su haber y abrieron la edición 2017 interpretando su canción “Antonia”.

“Fotografías” es un viaje por distintos estados, con 9 canciones-postales que traen consigo imágenes poéticas poderosas. El álbum está atravesado por su particular forma de abordar el pop, pero hay mucho más. Vuelven en un tercio del disco a su “primer amor”, el reggae, como en “Nostalgias”, canción que abre la obra y que, a contraposición de su titulo, otorga al oyente, tanto en letra como en música, una sensación de plenitud y tranquilidad -en Sig Ragga los significados son contundentes y al mismo tiempo se multiplican una y otra vez. En “Siluetas de Fondo” y “La llegada al circo” encontramos a la banda en su característica forma tierna -aunque definir el sonido característico de estas canciones es casi imposible- cantándole al amor -o quizás al desamor- (“Y aquí estas, como siempre / Para ver y arropar sombras / Sombras / Y tú estás y allá van la lluvia y las almendras, tanto esperan por salir”, de “Siluetas de fondo”). La profundidad que gana la banda sería imposible sin las letras y la voz de Gustavo Cortés, cantante y tecladista, que al lograr una afinación casi perfecta se convierte en un instrumento más. Pero el protagonismo es grupal: las habilidades camaleónicas del guitarrista Nicolas González se muestran en su esplendor y buen gusto en “Fotos de Cuba”, que durante 3 minutos despliega arreglos, solos y un slide que suenan a jazz, pop o incluso rock. La base que forman Pepo Cortes en batería y Juanjo Casals en bajo es una pared infranqueable, que con la producción musical del disco cierra de manera eximia.

En todos sus álbumes Sig Ragga deja espacio para el mensaje político, lindante con el anarquismo. En este caso en la canción más potente de “Fotografías”, “Palos y Balas”, en la que el teclado va dibujando el camino. La misma interpela al político capitalista parásito (no importa su procedencia partidaria): “Para usted, que habla por nosotros / Cuáles son sus prioridades? / Sus batallas, sus convicciones? / Símbolos de propiedades son”, para terminar denunciando la represión imperante en el sistema cuando asegura “Solo palos y balas / Por si alguno despierta / Por eso un corazón no hace lo que quiere solo”. También hay espacio para “su rock” en el cierre del álbum, “Desfile de Carrozas”.

La cúspide del disco -y uno de los puntos más altos de toda su carrera- es “Presencias”. Comienza con un teclado tímido y la voz expresiva de Gustavo Cortés durante un minuto asaltando al corazón (“Vine simplemente algo me dijo que estabas aquí / En esta ausencia, la luz atraviesa los cuerpos en un baldío / Te esperé en puntas de pie, para estar lejos del suelo”). Luego implosiona el estribillo, en una declaración de amor sin tapujos (“Girar, girar, llegar a vos, perderme en vos / Vine en sombras a tu soledad / Hoy mi razón mi implora: gira en dos, gira en dos / Miraré otro lugar y me hará girar”). Luego baja y sube nuevamente. El piano que guía al sentimiento orgánico, el bajo que apunta algunos arreglos que sorprenden y un solo de guitarra que lleva la emoción bien arriba, arrebatadoramente, a flor de piel (“Los pies que se elevan en alturas para reposar”). ¿Estamos ante una balada de rock, de pop, o no tiene nada que ver con una balada? Vaya uno a saber. El significado de girar, de lo circular (que es abordado en otras letras del disco) nos puede llevar hacia Jacques Lacan, que consideraba a la pulsión no como algo lineal que va hacia un objetivo, sino que creía que los humanos giramos toda la vida alrededor de esos deseos imperiosos.

En tiempos de guerra y barbarie, Sig Ragga pelea desde la trinchera de la dulzura y sus cualidades únicas, logrando, cómo dijimos, tocar la belleza. Y eso es mucho decir.

https://www.youtube.com/watch?time_continue=4&v=BdWNakO_B6Q&feature=emb_logo

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