Comedores escolares: por un plan integral alimentario

Escribe Itati Asis

Tiempo de lectura: 3 minutos

La situación de las barriadas y barrios obreros deja cuenta de la brutal crisis económica y social en regla. En la provincia de Buenos Aires, hace años, se han naturalizado paisajes como los de los asentamientos y villas, con falta de acceso a los servicios básicos. Allí es donde se multiplican los porcentajes de precarización, tercerización o desempleo y de la mal nutrición/desnutrición de niños y niñas. Más del 40% de la población se encuentra bajo la línea de pobreza, es decir, subsiste con trabajo en negro (changas) y /o precarizado. Por tanto, se entiende que, al menos dicho porcentaje, no tiene acceso a una calidad alimentaria que garantice una buena nutrición, tampoco acceso a una vivienda digna y a condiciones de salubridad e higiene.

Hoy el comedor escolar se ha vuelto factor determinante para la asistencia y permanencia en la escuela. El SAE (Servicio Alimentario Escolar) nace en el año 2003 con la idea de “garantizar una cobertura nutricional uniforme”. Actualmente, la provincia de Buenos Aires cuenta con el 34,4% del total de los comedores escolares y alcanza a más de 1.800.000 niñas y niños del nivel primario.

Pese a la epidemia de COVID19, el presupuesto destinado es de $37 por cada cupo de comedor. Claramente, dicha cifra no alcanza para una dieta saludable, la cual debería componerse de carne, legumbres, verduras y un alto nivel de proteínas. Pero el problema radica sólo también en que, el Estado ni siquiera garantiza ese paupérrimo presupuesto para cada niña/o que solicite comer en la escuela.

El acuerdo firmado entre Vidal y los intendentes (2016), para descentralizar el servicio alimentario, sigue en pie; por tanto, es el gobierno provincial quien envía ese calamitoso presupuesto para “las altas”, matrícula que decide otorgar a cada escuela o distrito, más allá de la necesidad real de las comunidades. Y son los ejecutivos municipales quienes elaboran un “Plan Nutricional” para los cinco días de la semana y también del mismo modo cada distrito decide a que proveedor contratar.

Según relevamientos en las escuelas, el comedor escolar cuenta aproximadamente con el 50/60% de cupos que solicita a la Provincia. La carne y las verduras escasean y en la mejor de las circunstancias alcanza para un vaso de leche (en polvo) por niña/o para el desayuno y la merienda. Innumerables acciones de lucha, mostrando la enorme unidad entre la docencia y las comunidades educativas, se han dado para reclamar la inmediata puesta a punto del SAE. Año tras año, lejos de dar una respuesta a la demanda, el Estado provincial y Municipal se desligan la responsabilidad uno sobre otro. Mientras tanto, siguen siendo las y los trabajadores auxiliares de la educación, quienes deben racionar la mercadería para que alcance para los 5 días de la semana.

El anuncio del gobierno de Kiciloff, frente a la suspensión de clases, de “entrega de bolsones de mercadería”, no dista mucho del escaso valor nutricional que propone em Estado para los menúes escolares. El bolsón cuenta con: 1 puré de tomate, 1 leche en polvo, 1 paquete de FIDEOS, 1 paquete de arroz y 1 paquete de lentejas (para familias numerosas en su mayoría). Y del mismo modo, como la cantidad de bolsones es en base a la matricula aprobada por la Provincia para el SAE, no son la totalidad de las familias que lo reciben.

Luego de la rebelión docente por la suspensión de clases, el ministro Trota declaró en cadena nacional que “queremos a todos los docentes dentro de la escuela” y que debíamos garantizar la “continuidad pedagógica” y el servicio de comedor. Efectivamente la docencia, en todos sus niveles, elaboró los planes de contingencia a través de distintas modalidades. Pero el Estado no cumple con las mínimas condiciones de higiene y salubridad tanto para alumnos, como para sus maestros. Ante la epidemia, es el Estado Nacional, Provincial y Municipal quien debe garantizar el alta inmediata para todos los cupos de comedor solicitados por las escuelas, según su matrícula, y un plan nutricional integral para el conjunto de la población, que incluya la entrega a cada familia de los alimentos.

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