Pilar: la cuarentena de Achával, una cuestión de clase

Escribe Corresponsal

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En el marco de una pandemia sin precedentes, atravesando los días donde la cifra de contagios diarios aumenta jornada tras jornada -en Pilar, cuatro casos nuevos en las últimas 24 horas, lo que suma un total de 12 infectados-, contando ya más de medio millar de infectados por el virus en Argentina, el intendente Federico Achával decretó un nuevo rubro esencial a los ya expresados como excepciones en el DNU que estableció la cuarentena para todo el país. Se trata del personal que realiza tareas de mantenimiento en parques, jardines y piletas de los barrios privados del distrito, bajo la excusa de ser elementales para combatir y/o prevenir el dengue. Paradójicamente los barrios más marginados de Pilar son los que están sufriendo los brotes más fuertes de esta enfermedad, y para estos no designó ninguna cuadrilla municipal encargada del desmalezamiento y fumigación.

En los días previos a este anuncio, el intendente participó de una reunión con el presidente Alberto Fernández, el gobernador Axel Kicillof, y miembros del gabinete nacional. El día posterior a este encuentro, Achával anunció que los propietarios de las casas de los countrys que vinieron a pasar la cuarentena a Pilar deberán quedarse hasta que termine la misma, mostrándose “firme” ante los que utilizan sus casas de descanso o fin de semana para atravesar los días aislamiento más cómodos, ¡cómo si ese no fuera su propósito!

El rumor, casi confirmado, de que la cuarentena se estiraría hasta mediados de abril, extiende los tiempos de padecimiento de muchos trabajadores que se encuentran precarizados ante la incertidumbre de no tener como asegurar su comida y elementos de protección ante la falta de ingresos fijos y garantizados pese a la cuarentena. Lo que también parece generar está prolongación es la “necesidad esencial” de mantener parques y piletas prolijos dentro de los barrios privados, tarea que parece aparte de vital, imposible de realizar por los propietarios, entre los que se encuentra el propio intendente y gran parte de su equipo de gobierno. También esta resolución municipal deja abierta, tácitamente, la posibilidad de habilitar el trabajo doméstico

El decreto establece un “estricto control” que quedaría en manos de la seguridad de los propios barrios, y una inscripción vía mail de los lotes y tareas a realizar. Cómo así también una lista de tres o cuatro elementos obligatorios de protección que debe tener el trabajador al momento de ingresar. Por otro lado, la resolución sostiene que el municipio deber desarrollar la tarea de “vigilancia y control del cumplimiento de las obligaciones establecidas en el presente” así como también “serán responsables en caso de incumplimiento se las sanciones correspondientes”. Lo que no controlaran seguramente son las condiciones de contratación y pagos correspondiente, por partes de los propietarios y residentes de los countrys a los trabajadores. Otra cuestión a tener en cuenta es que, de existir las tareas de inspección, por parte del municipio, significarían igualmente una exposición al contagio a cuenta de brindar un servicio secundario, o más bien un lujo innecesario. También representaría un desperdicio de recursos verdaderamente esenciales en medio de una emergencia sanitaria en un municipio que por su extensión, demografía y condición de a abandono en salud pública, es vulnerable a convertirse en un fuerte foco de Coronavirus. Esto sin contar que la infinidad de urbanizaciones cerradas que posee Pilar harían imposible la tarea.

Exigimos la derogación del decreto, y reclamamos al municipio acciones concretas para proteger a los trabajadores del contagio no solo de coronavirus: en principio que los trabajadores parquista y pileteros de los barrios cerrados perciban el pago integral, de lo que correspondería a su salario, por parte de los propietarios y residentes por el tiempo que dure el aislamiento. Que el municipio garantice desmalezamiento y fumigación en los barrios trabajadores de Pilar.

El aislamiento que impone la pandemia no puede estar subordinada a las “necesidades” domesticas de los residentes de los barrios privados.

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