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El 11 de agosto se llevaron adelante en todo el país las elecciones en la CTA “autónoma”. Se denunciaron graves irregularidades a las que la Junta Electoral no les dio entidad.
Esta historia se repite desde la fundación de la CTA, cuyos dirigentes hace 30 años prometieron democracia sindical e independencia frente al Estado. En las semanas que se fue prefigurando la crisis que explotó en 2001 no se permitía al PO explicar en sus asambleas nuestra consigna “Fuera De la Rúa Cavallo”, porque coqueteaban con Chupete. Luego se sumaron: 1) a juntar firmas junto con Lilita Carrio para un proyecto legislativo de cuño explotador -un Salario Social barato para que una montaña de desocupados funcionara como mano de obra depreciada-; 2) prefirieron defender a De La Rúa/Cavallo, carnereando las movilizaciones y negándose a marchar los días 19 y 20 de diciembre del 2001, cuando el pueblo echó al gobierno entreguista. Más tarde, en el conflicto por la 125, con el gobierno de NK, la CTA se puso del lado del campo. Ahora su dirección, la Lista 1, está subordinada al FdT.
En sus inicios, la CTA abonó la idea organizativa de la apertura a otras organizaciones sociales sin límites ni control por la base, lo que resultó en una masa indiferenciada de afiliados, convirtiéndose en un cuadro incontrolable a la hora de tratar que los resultados electorales fueran inobjetables. Esto dio como resultado la constitución hoy de un padrón declarado por el oficialismo (Lista 1), de 1.500.000 de afiliados en condiciones de votar para elegir nada más ni nada menos que 19.032 afiliados que van a integrar el aparato. Un conjunto inmanejable por la metodología impuesta desde hace años y que en la elección del 11/8 ya se ha destacado, lo que se agrava por la falta de control de los afiliados sobre este tropel de directivos.
Compañeros afiliados a ATE Sur describieron las modalidades usadas por el oficialismo para encarajinar la elección:
La conducción central del CTA con maniobras e iniciativas fraudulentas pretendió garantizar su continuidad. Esta es la respuesta desesperada de una conducción (Lista 1) ligada a un gobierno que ha acordado aplicar el ajuste del FMI contra los trabajadores a quienes Massa tiene que derrotar en medio de la inconformidad que recorre los lugares de trabajo y al conjunto de la clase obrera.
Los sindicatos deben atender las necesidades de la clase trabajadora y convertir sus reivindicaciones en consignas por las cuales luchar.