Coronavirus: qué se cocina en el fútbol

Escribe David Irribarren (San Martín)

Tiempo de lectura: 2 minutos

La vorágine de los acontecimientos que involucran la crisis social y sanitaria que vivimos hacen parecer lejanas las disputas por la continuidad del fútbol argentino. La insistencia del Presidente de la Nación en persistir con las categorías más convocantes a puertas cerradas (Diario Popular, 26/3), para así mantener entretenido a los televidentes en cuarentena, fue respondido de forma contundente por los aludidos, quienes manifestaron haber sido extorsionados para competir en la primera fecha de la Copa de la Superliga.

Solamente el presidente de River, con la sangre en el ojo tras su frustrado acceso al poder en AFA, atinó a no presentar el equipo, situación que podría hablar bien del mismo, sino fuera porque mantuvo abierta su cadena de restaurantes. Pero River quedó expuesto a las presiones del hoy todo poderoso Marcelo Tinelli, presidente de la ex Superliga, y uno de los “pro-hombres” del fútbol cercanos al gobierno, que acusó a River de “cortarse solo”.

Lo que viene, lo que viene…

Los verdaderos dueños de la pelota fueron fuertemente perjudicados en términos financieros por el COVID-19. Lejos están los primeros días de parate en que el periodismo deportivo informaba con suficiencia que con lo abonado por la Superliga “se podía aguantar”. El 20 de marzo la AFA emitió un comunicado en que suspendía los controles financieros durante la cuarentena, como consecuencia de las dificultades de pagos de contratos para los futbolistas (Clarín, 21/3/2020), algo que no es novedoso ya que ha marcado en nuestro fútbol. Basta con recordar los conflictos en 2009, que aceleraron la alianza Grondona-Maradona-CFK y parieron el Futbol Para Todos. O los conflictos y huelgas que se sucedieron durante los años del macrismo. El deporte, más que nunca, es una caja de resonancia de las crisis argentinas.

En todos estos casos, la respuesta de la dirigencia del fútbol fue presionar a sus financistas, o sea Torneos y Competencias, el Estado o la Alianza Fox-Turner, incluso si esto implicó pasar de “privatistas” a “nac&pop” o viceversa. Esto no solo demuestra la influencia de la “burocracia clubística”, que ha sabido combinarse con los nuevos dirigentes provenientes del empresariado (Macri, Brito, Tinelli), sino también los alcances y límites del modelo no lucrativo, en un mercado en crisis. Desde las dirigencias se preparan dos medidas: la reducción salarial de los planteles (Infobae, 26/3/2020), y la derogación del Decreto 1212, que aflojaría las cargas impositivas sobre los clubes.

Lo que callan

Pero mientras la rosca dirigencial crea la “Liga Profesional”, y vuelve sobre sus pasos prestando sus instalaciones para montar hospitales, no abre la boca sobre cuestiones esenciales. Mientras los jugadores bien pagos y los costosos gerentes pueden hacer la cuarentena en paz, es todo incertidumbre para otros deportistas profesionales, personal de limpieza tercerizado, empleados de seguridad que completan su sueldo los fines de semana, vendedores de merchandising y comida (regularizados o no), trabajadores de la educación (modalidad de contratación precaria) de aquellos clubes que cuentan con instituto o museo… ¡y solo hablamos de clubes importantes! Por otro lado, también está la situación de la masa societaria que, en medio de una crisis, su posible defección golpearía aún más las arcas de los clubes.

Imprescindible: derogación del Decreto 1212, pase a planta y estabilidad laboral para todos los trabajadores de los clubes, subsidio para el trabajo informal que vive del deporte, junto con un plan serio para su inserción laboral formal. Plan de pago para socios que caigan en moratoria durante la cuarentena. Devolución de abonos de cancha y pack televisivo. Si los clubes no pueden pagar los sueldos, que la plata la pongan los sponsors.

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