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Los obreros petroquímicos y la refinería de Asaluyeh se declararon en huelga este lunes y salieron a cortar las rutas en apoyo al resto de las movilizaciones del país. La huelga fue respaldada por el Sindicato Libre de Trabajadores en las fábricas de Bushehr Petrochemical, Hengam Petrochemical y Kangan Petrorefinery. Los medios de comunicación iraníes tienen prohibido cubrir e informar sobre la huelga en Asaluyeh.
Las huelgas durante los últimos cinco años, han aumentado considerablemente, y los obreros de Asaluyeh son parte de la vanguardia del movimiento obrero iraní. Los principales gremios en lucha en este tiempo han sido los petroquímicos; los portuarios; los aceiteros; los camioneros; los ferroviarios; los mineros del carbón y los siderúrgicos. Y sus reivindicaciones han girado en torno a la equiparación del salario respecto de la inflación; salarios y vacaciones impagos; disminución de las jornadas laborales; la privatización de las petroleras y sus consecuentes olas de despidos; y la subcontratación.
En oposición a los sindicatos del gobierno, han emergido organizaciones sindicales independientes que, pese a ser consideradas ilegales, han sido el motor de estas luchas. Por ejemplo, en 2018, el régimen iraní prohibió las reuniones obreras que no sean presididas por la burocracia sindical, así como también el derecho a la organización de cortes de rutas desde sus fábricas. Sin embargo, ese mismo año los petroleros iraníes organizaron una gran movilización con ocasión del 1° de Mayo, en contraposición a la convocatoria de la central sindical del gobierno.
Los docentes también han salido a manifestarse en apoyo a las y los estudiantes secundarios y universitarios quienes encabezan la lucha callejera, y frente a la represión de las calles han intensificado sus protestas al interior de los establecimientos educacionales, quemando sus hiyabs y saboteando las clases y eventos de los funcionarios oficiales. Hasta ahora más de 70 adolescentes se encuentran desaparecidos a manos de la policía iraní.
La BBC calcula que hay al menos una protesta por día en cada ciudad con más de 100 mil habitantes; el transporte funciona de manera intermitente en todo el país; los obreros organizan huelgas; y la Bolsa de Teherán se desploma. Por esto es que el régimen iraní ha respondido ferozmente con una guerra contrarrevolucionaria contra los manifestantes.
En la provincia kurda de Sanandaj, donde comenzaron las protestas luego del asesinato de la joven Mahsa Amini, el gobierno levantó guardias permanentes de militares y paramilitares. Las guardias cargan armas de guerra, y durante las noches, que es cuando se intensifican las protestas, los manifestantes son asediados con drones y tecnologías similares a las que le vende a Rusia. El territorio kurdo se encuentra prácticamente en estado de sitio, y casi todos los medios de telecomunicación e internet están suspendidos. Aun así, han logrado filtrarse videos de los manifestantes enfrentándose heroicamente a las fuerzas militarizadas. La represión contra los levantamientos también ha llegado del otro lado de la frontera con Irak, donde han sido amenazados y reprimidos activistas kurdos que se solidarizan con el levantamiento en Sanandaj.
En las movilizaciones de las demás provincias cantan “Kurdistán es el ojo y la luz de Irán” en solidaridad. El impulso de las mujeres y los jóvenes han transformado rápidamente el reclamo contra el uso de la hiyab a la insurgencia revolucionaria contra todo el régimen de Jamenei.