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La pandemia de este virus mortal ha puesto de manifiesto el colapso sanitario mundial de la salud, Pero además ha desnudado el total abandono de los jubilados, personas de la tercera edad y adultos mayores.
Ya antes de la pandemia mantenerse era una odisea para todos estos sectores. De los 6,8 millones de jubilados y pensionados el 50% (3,4 millones) cobra el haber mínimo de indigencia ($15.900) es decir menos de la cuarta parte del 82% móvil de la canasta familiar y un 26% (1,8 millones) cobra debajo de la línea de pobreza ($45.000). Con PAMI y ANSES, el gobierno se dedica a vaciar las arcas del Fondo de Garantías de Sustentabilidad,
Ahora todo este panorama se ha potenciado. El arco político en su conjunto pretende solucionar esto con un miserable bonito de $3.000, absorbido ya por la inflación. Según Clarín (27/3), se registraron subas de hasta del 80% en producto básicos. Los gobiernos nacional y provincial no controlan en lo más mínimo esta disparada de precios. El lunes los cajeros automáticos amanecieron colmados de jubilados con eternas colas para retirar efectivo o transferir a otros familiares por no tener tarjeta y el token para realizarlo en sus casas. En la cola de bancos, los jubilados piden baños químicos. Algunos están desde las tres de la mañana, sin comer nada. Se repite la escena en todo el país. Este trastorno se ve agudizado por el tremendo peligro de contagio frente a la falta total de limpieza y desinfección de cajeros tocados por millones de manos. Prorrogan el pago de los créditos, pero eso es pan para hoy y hambre para mañana.
La salida es organizarnos y luchar por un aumento inmediato de emergencia de $30.000 para jubilados, pensionados y rentas vitalicias, por la eximición de impuestos por 6 meses, por prestaciones y medicamentos al %100, por la restitución de los aportes patronales, por un haber mínimo igual al 82% de la canasta familiar hoy en $80.000, por ANSES y PAMI dirigido por sus afiliados y trabajadores.