No a las deportaciones de millones de migrantes

Escribe Norberto Malaj

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´Sudacas´ en Europa, ´latinos´ y asiáticos en EE.UU., palestinos y egipcios en los emiratos del golfo Pérsico, estos millones y millones de trabajadores son los primeros ´patos de la boda´ de la pandemia del coronavirus. La mayor amenaza de una desocupación en masa a una escala nunca vista desde el crack financiero de 1929 parece haberse iniciado con esta franja de trabajadores, los más desprotegidos del planeta.

“Kuwait anunció su intención de repatriar a unos 17,000 maestros egipcios que habían estado trabajando en el sistema educativo del país”, ya que sus escuelas cerraran hasta agosto y “no necesitará maestros”. “Alrededor de 800,000 trabajadores egipcios y alrededor de un millón de indios entre los 3,5 millones de trabajadores extranjeros del país. Con la contracción de la industria petrolera y la evaporación del comercio internacional en Kuwait y otros países del Golfo, uno puede imaginar de esos países” (Zvi Bar'el, Haaretz, 2/4). Palestinos gazatíes trabajan en alta proporción en esos países. Con la crisis no sólo las remesas que llegan a sus familiares desaparecerán; los países del Golfo –principales donantes que sostienen al gobierno de Hamas en ese territorio–, “sin embargo, los países ricos ya no pueden prometerles ni siquiera paquetes de alimentos” (ídem).

En varios países de la región las clases trabajadores no se quedan de brazos cruzados. “En el Líbano, los conductores que trabajan en el transporte público y en camiones organizan una protesta que exige una compensación por una decisión del gobierno que redujo los servicios. Los manifestantes afirmaron que la medida afectó a más de 50,000 familias. En Irak, el personal médico exige una compensación por las largas horas que trabajan y eso se suma a sus quejas sobre la grave escasez de medicamentos y respiradores” (ídem).

El riesgo a los trabajadores migrantes no es una cuestión exclusiva del Medio Oriente. América Latina será seguramente la próxima afectada. La legislación yanqui que antes de la pandemia amenazaba a más de 12 millones de ´sudacas´ indocumentados, es una espada de Damocles que pende sobre los casi 50 millones de latinos que constituyen la fuerza de trabajo más explotada de EE.UU.

Según explicó “el epidemiólogo e investigador Esteban Ortiz, en Ecuador se registra un dato sociocultural que podría influir en sus números de contagios y muertes: la conexión con España, hoy uno de los mayores focos de infección del virus en Europa”. Ecuador es el país de Latinoamérica, en términos proporcionales a su población, con más víctimas letales y el mayor ratio de infectados y muertes. Según “la embajada de Ecuador en Madrid, actualmente hay 422.000 ecuatorianos que residen en suelo español, lo que los convierte en la mayor comunidad latinoamericana en ese país europeo” (Clarín, 2/4). Por supuesto que esto no exime al gobierno ecuatoriano por sus inconductas: ¡declaró un toque de queda de 15 horas diarias en Guayaquil, la ciudad más afectada!

Ninguna deportación, atención gratuita y universal a todos los afectados sin distinción de ningún tipo. Cobertura social y garantía salarial a todos los trabajadores sin importar lugar de origen o nacionalidad.

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