CABA: las familias continúan su lucha contra el cierre de escuelas de jornada simple

Escribe Diego Santillán

Tiempo de lectura: 2 minutos

A mediados de agosto pasado, el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, a cargo de Soledad Acuña, anunció el pase de 20 a 30 escuelas de Jornada Simple a Jornada Completa. Previamente, a comienzos de año, se habían realizado encuestas engañosas donde se les preguntaba a las familias si acordaban con el pasaje a jornada completa en algunas de estas escuelas. Aunque la medida apareció de la noche a la mañana, en realidad venía urdiéndose desde mucho antes del anuncio.

Este pasaje intempestivo y obligatorio fue cuestionado y resistido por cientos de familias que nos organizamos y llevamos adelante abrazos a las escuelas, campañas en redes sociales, amparos y denuncias ante entidades judiciales y gubernamentales, entrevistas con legisladores y Comisión de Educación de la Legislatura. El 30 de agosto solicitamos entrevista con Soledad Acuña, pedido que aún no fue contestado. Es decir, como familias organizadas hemos recorrido todos los mecanismos para frenar este atropello que altera y perjudica la vida de miles de niñas, niños, familias y docentes.

Como resultado de esta lucha, se ha conseguido frenar el pase de más de 10 escuelas este año, además de descubrir ciertas prácticas manipuladoras del ministerio liderado por Acuña. Cerca del 12 de septiembre pasado, la fecha prevista para imponer este cambio, el ministerio dijo que, al no haber “nada escrito”, iban a esperar a sacar un decreto, por referencia a las obras para improvisar comedores en escuelas sin condiciones, cambios pedagógicos y organización escolar. Todo el “plan” había sido construido en el aire, sembrando la incertidumbre entre cientos de familias. Todo esto configura un maltrato y una humillación sin medida, pero nunca un “descuido”; se trata de un método: el de golpear a la comunidad para imponer este cambio repentino tan inhumano como arbitrario. Pudimos constatar un modus operandi del ministerio, incluso ofrecimientos de algún beneficio a cambio de apoyar el cambio impulsado por el ministerio, como becas de viandas o en comedores. Desde el ministerio y las direcciones se fue operando sobre la comunidad y sus necesidades para imponer un ajuste que denigrará la calidad educativa y que además dejará a niños y docentes sin escuela.

Desde el comienzo del conflicto se ha convocado al conjunto de la comunidad educativa a impedir la eliminación de la jornada simple, por ser un derecho adquirido que ya tenemos como familias de optar por ella por diferentes motivos: salud, educación no institucional, deportes, etcétera. Se ha llamado a unificar todos estos reclamos junto a las familias que optan por la jornada completa, porque la calidad educativa se verá afectada enormemente con las escuelas superpobladas, sin condiciones para un clima educativo. La mayor cantidad de horas, en pésimas condiciones, no aseguran más educación, sino todo lo contrario.

Todo esto quedó a la vista de cientos de familias durante la semana del 7 al 12 de noviembre, en las escuelas que empezaron con esta imposición. Allí se vieron aulas pequeñas con bancos pegados unos a otros para 33 alumnos, salidas de la escuela que duran 30 minutos por el caos y desorden de tantos alumnos, desorientación de docentes al juntar grados numerosos de los cuales desconoce a la mitad del curso en su seguimiento pedagógico, problemas en las viandas y patios convertidos en comedores improvisados, entre otros.

Las familias autoorganizadas que ya miran con desconfianza otras ´novedades´, como el régimen de inasistencia de 25 faltas como máximo para perder la regularidad escolar y con ello todos los beneficios sociales de las familias; el acceso a esas inasistencias y notas únicamente por la aplicación Mi Escuela y la manipulación de las inscripciones online.

El 2023 será un año en donde todos estos problemas recrudecerán y tendrán que ser enfrentados por el conjunto de familias y docentes.

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