Nota de tapa de Política Obrera N°59 edición impresa.
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El golpe de Estado en Perú ha sido respondido por bloqueos, ocupaciones de edificios públicos, huelgas y movilizaciones masivas de trabajadores, docentes y campesinos.
El golpe parlamentario que destituyó al presidente Castillo fue perpetrado por los pulpos mineros y el capital financiero.
En Brasil, el bolsonarismo y sus milicias reclaman un golpe de Estado de las fuerzas armadas.
Las explosivas contradicciones de la crisis mundial y la guerra se manifiestan en "ajustes" brutales, huelgas y rebeliones y una crisis de los regímenes políticos.
La guerra imperialista ha desatado una lucha mundial feroz por los suministros y recursos –desde la minería a los alimentos, pasando por la energía, en especial en América Latina-. Los Massa, Macri y CFK, mediante la entrega del petróleo, el litio y la minería en general, el dólar especial para la soja y el pago de una deuda pública fabulosa, son los agentes internos de esa pelea mundial.
La crisis de Perú, proveedor crucial de litio, cobre y otros minerales, está colocada en el centro de esa tormenta. Ocurre lo propio con el Amazonas, con los recursos del Norte argentino y con las minas de Chile. Boric -un supuesto izquierdista- acaba de firmar con la Unión Europea un acuerdo para la libre exportación de minerales.
Esta misma realidad sacude a la Argentina.
2023 será escenario de grandes luchas y mayores crisis en nuestro país. Para imponer una salida del mundo del trabajo es fundamental construir un partido revolucionario y socialista de la clase obrera.