Tiempo de lectura: 2 minutos
La semana pasada se concretaron las elecciones de delegados en esta empresa industrial, la más grande de la provincia, ubicada a 80 km de la capital, en el departamento de Río Chico, a 5 km de la ciudad de Aguilares.
Se presentaron tres listas para elegir 14 delegados. Quien ganaba se llevaba todos los cargos. El triunfo correspondió a la lista impulsada por la burocracia del sindicato del Calzado, que obtuvo 291 votos. El segundo lugar lo obtuvo la lista del activismo con 235 votos. El tercer lugar lo ocupó una lista vinculada directamente con la patronal, que obtuvo 190 votos.
En todo este proceso, desde el sindicato y la patronal se concretaron distintas maniobras dirigidas a impedir la presentación de una lista independiente y combativa. Impugnación de candidatos, reuniones secretas con la empresa, cambios en los horarios de votación que solo eran conocidos por las listas de la burocracia y la de la patronal, etcétera. La planta cuenta con 1.030 obreros, o sea que hubo alrededor de un 30 % de los obreros que por distintos motivos no pudieron participar o directamente se abstuvieron de hacerlo.
El resultado de la elección reflejó un proceso de recomposición de la organización interna del activismo, luego de que, a finales de 2018, la patronal de aquel entonces despidiera a 500 obreros, un tercio del plantel, sin resistencia por parte del sindicato, la Asociación Obrera Textil (AOT), bajo cuyo convenio estaban encuadrados los trabajadores.
En aquella oportunidad, la patronal de entonces justificó los 500 despidos como la única forma de reducir costos y poder enfrentar la competencia de la producción china. Ese año Alpargatas cerró 6 empresas que tenía distribuidas en distintos puntos del país, abandonando el negocio textil, para concentrarse en Tucumán en la producción de calzado Topper.
Un año después, a finales del 2019, la patronal de capital brasileño traspasó el total de las acciones al grupo Sforza, una multinacional, también de capitales brasileños, dedicada a diferentes rubros.
En la fábrica se produjo una reconversión. A la par de los despidos, que fueron presentados como “retiros voluntarios” o “jubilaciones anticipadas”, se procedió a un nuevo encuadramiento del personal. Se pasó del convenio textil al del calzado, borrando la antigüedad. Esto significó, para muchos obreros, la pérdida de más de un tercio de sus ingresos y otros derechos. A la par de esto, los nuevos empresarios tercerizaron la producción en una docenas de Pymes satélites, que implementaron un sistema de explotación más intenso, con dotaciones de personal completamente flexibilizadas.
Los problemas reivindicativos de arrastre son inmensos, como recuperar la antigüedad. Los trabajadores reclaman un sistema de categorización.
Los básicos salariales son irrisorios, acompañados por premios a la producción. Los accidentes laborales se reproducen, lo mismo el trabajo insalubre en algunas secciones, y así se podría seguir enumerando el régimen de explotación y atropellos impuesto por la patronal.
Ahora la empresa ha informado que comenzaría a retomar la producción textil. Sus negocios van viento en popa.