Escribe Tribuna de Salud
Pongamos en pie asambleas en todos los hospitales y centros de salud por el reconocimiento del Covid-19 como enfermedad laboral, la provisión de insumos y equipos de protección, la defensa del salario, el pase a planta y condiciones de trabajo seguras
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La expansión pandémica del coronavirus sacó a la luz antagonismos sociales de fondo: de un lado, la presión de los monopolios industriales y los bancos, interesados en darle continuidad a lo que llaman “la economía”, es decir, a la producción de sus ganancias; del otro, la realidad de lxs trabajadores que, hundidos mayoritariamente en la pobreza y el hacinamiento, buscamos una orientación para defender nuestra vida y la de nuestras familias.
Los gobiernos de todo el mundo salieron al rescate de los primeros con emisiones millonarias y exenciones impositivas, que apuntan a resguardar “la salud” de los grandes capitales. Para los segundos, solo nos queda la política de “achatar la curva”, tratando de evitar que el contagio masivo colapse los desvencijados sistemas públicos de salud. La incapacidad para atender a la salud de sus poblaciones está colocando al borde del precipicio a regímenes y gobiernos, de Trump a Bolsonaro, transformando a la crisis sanitaria en una crisis política.
En nuestro país, las últimas horas pusieron al desnudo las contradicciones brutales del “quédate en casa” de los Fernández. Miles de personas mayores tuvieron que salir de sus hogares y hacer colas de más de diez cuadras para cobrar jubilaciones miserables, tirando a la basura semanas de esfuerzo colectivo. La “prohibición de despidos”, que no es retroactiva, habilita suspensiones y rebajas de salarios. Con testeos a cuentagotas, está claro que la propuesta de “ir levantando” la cuarentena es el resultado de la presión de los grupos económicos, no de la recomendación de lxs profesionales de la salud.
El sistema de salud que debe recibir al Covid-19 arrastra años de ajustes y vaciamiento. Las prepagas y clínicas privadas, que crecieron a la sombra de esa política, pusieron el grito en el cielo ante la posibilidad de un decreto que centralizará los recursos frente a la pandemia. El gobierno retrocedió ante ellas y se muestra incapaz para abastecer con los insumos más elementales a hospitales y centros de salud, que quedarían a merced de la llegada de “voluntarios” y donaciones.
En estas condiciones, la primera ola de personas con coronavirus mostró el estado de indefensión en el que nos encontramos lxs trabajadores de la salud. Un par de casos bastaron para que, en el Hospital Italiano, ocho compañerxs terminaran infectadxs. Las ART, y los bancos que están detrás de ellas, se niegan a considerar al Covid como enfermedad laboral y se preparan para apelar los fallos judiciales. Llamamos a organizar la presentación de amparos en todos los lugares de trabajo y a defender su vigencia mediante la organización y la lucha.
Por otro lado, el aislamiento social pone en evidencia las actuales condiciones laborales de los prestadorxs de la salud que trabajan de manera independiente en el abordaje de usuarios con discapacidad o en salud mental, y en donde las obras sociales hoy se niegan a cubrir el 100% de las terapias, y por ende de los honorarios. Son prestadorxs que se quedan por fuera de la tanda de subsidios -insuficientes- ofrecidos por el gobierno y que corren el riesgo de no cobrar sus salarios.
Lxs trabajadores de la salud tenemos que ser conscientes de la gran fuerza con la que contamos. La preocupación por nuestras condiciones de trabajo se desplazó al centro de atención. Hace tan solo unos meses, la lucha denodada de lxs residentes y concurrentes de CABA demostró que es posible derrotar la política precarizadora de los gobiernos, a pesar del nulo apoyo recibido de las direcciones hospitalarias y la burocracia de los sindicatos.
Hoy, frente a la pandemia desde el Hospital Mercante de Buenos Aires al Baigorria de Santa Fe, o el Hospital centro de Salud referencia del COVID-19 en Tucumán, lxs trabajadores de la salud estamos protagonizando asambleas y reclamos. La “centralización” que el gobierno no pudo llevar a cabo podemos imponerla desde abajo, unificando a lxs trabajadores de la salud pública y privada (que muchas veces somos lxs mismxs).
La condición para desplegar nuestra fuerza es desarrollar la organización en los lugares de trabajo. El colapso sanitario, y la incapacidad de los gobiernos y funcionarios para hacerle frente, está generando una crisis de poder en los hospitales. La burocracia sindical de la salud, entrelazada por poderosos vínculos materiales con las ARTs y la propia medicina privada, actúa como un agente del Estado. Llamamos a intervenir en esta crisis poniendo en pie asambleas, sin distinción de gremio; a elaborar protocolos y a formar comisiones de Seguridad e Higiene que velen por su cumplimiento. Los comités de crisis deben estar integrados por lxs trabajadores, a través de delegados electos con capacidad de veto sobre las decisiones.
La profundización de la crisis pandémica y política nos coloca a lxs trabajadores de la salud ante el desafío de elaborar un programa de salida. Este fue el eje del debate en el plenario convocado por la agrupación Tribuna de Salud, impulsada por la Tendencia del Partido Obrero, del cual participamos compañerxs de todo el país. Es la hora, concluimos, de desplegar la organización y la fuerza de lxs trabajadores de la salud, de poner en pie asambleas y coordinadoras, que pueden ser un faro para el conjunto de lxs trabajadores.
Solo de esta forma tendremos la capacidad para plantarnos cuando no tenemos los insumos necesarios; para obligar a las ART a cubrir los tratamientos cuando nos enfermamos; para imponer la recomposición de nuestros salarios, cuando con la excusa del Covid los gobiernos parecen haberse “olvidado” de las paritarias; para reclamar que, si somos “esenciales”, no podemos estar precarizadxs, como ocurre con enfermería, residentes, concurrentes, becarixs y tercerizadxs.
Llamamos a lxs trabajadores de la salud a debatir y organizarnos por este programa:
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