Grabois en Lago Escondido: “amague y recule”

Escribe El Be

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El escándalo de la reunión de jueces, fiscales, ministros larretistas y operadores mediáticos en Lago Escondido reveló la trama subterránea de la ‘democracia’; es decir, la real, la que maneja las llamadas instituciones. Quedó al descubierto una ‘asociación ilícita’ de opositores.

Este ‘drama’ acaba de tener su comedia. Juan Grabois, el líder de las cooperativas del MTE y embajador del Papa, decidió apersonarse en esa estancia, en el Bolsón, acaparada por el magnate inglés Joe Lewis. Fue acompañado por el diputado nacional Federico Fagioli y algunos referentes sociales del kirchnerismo; unas decenas en total. Una vez dentro del predio de 12 mil hectáreas, Grabois y compañía “izaron” una bandera Argentina con el lema “las Malvinas son argentinas, el Lago Escondido también”.

En un comunicado sostuvieron que “a pesar de un fallo firme del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Río Negro que data del 2012 y confirma un fallo de 2002, ni el gobierno provincial ni el nacional ha habilitado un paso que permita al pueblo disfrutar de la maravilla natural que constituye el Lago Escondido”. Añadieron que “nuestra acción de hoy se enmarca en el concepto de Resistencia No Violenta con el que [Mahatma] Gandhi enfrentó el imperialismo inglés en la India”. Como es sabido, Ghandi pactó con el Estado británico una retirada indolora que dejó en pie su dominación económica. Ocho décadas más tarde, ese imperialismo es un espectro de aquel pasado y la India acabó con un enfrentamiento entre hindúes y musulmanes, una escisión territorial y una guerra latente.

Grabois fundamenta su acción, en ese comunicado, con dos reivindicaciones: el desmantelamiento del “Estado paralelo”, por un lado; “recuperar esta porción de territorio nacional”, por el otro. En el texto no faltan palos al gobierno, como el ajuste en “inversión social”, el dólar-soja, la represión en Villa Mascardi y el servilismo al FMI. No explican, sin embargo, por qué siguen siendo funcionarios de ese gobierno.

Grabois instaló junto con su comitiva, a orillas del lago, un campamento “por tiempo indeterminado”. Al día siguiente, Página/12 comentó que “pese al empuje inicial (sic), la medida duró menos de 24 horas”. Grabois denunció amenazas de encapuchados y amedrentamiento por parte de la policía provincial. Como diría Cristina Kirchner, es otra versión del “amague y recule”.

El “Estado paralelo” que denuncia Grabois, por otra parte, se encuentra protegido por el Estado oficial y por el gobierno. Desde 2003, los K han gobernado por dieciséis años, que usaron para armar su propia sucursal en las penumbras o para proteger a otras, largamente instaladas, como la burocracia que cultiva, en palabras de la Vice, “un sindicalismo que construye”.

Con 16 años de retraso, el “Ghandi argentino” copia lo que llevó a cabo otro exlíder piquetero y -en ese entonces- funcionario del gobierno, Luis D'Elía, en las estancias del empresario norteamericano Douglas Tompkins, en la provincia de Corrientes. El que en ese momento tuvo que salir a desmentir a D'Elía fue quien por entonces fungía de Jefe de Gabinete, Alberto Fernández, cuando afirmó que “el Gobierno no impulsa la expropiación de tierras”. En su momento, desde Prensa Obrera titulamos “¡Más solo que… D’Elía cortando alambres!”.

Mientras “ocupaba” Lago Escondido con 30 personas, la organización que lidera Grabois se sentaba en las oficinas del ministerio de Desarrollo Social para firmar una “paz social” con el gobierno del “ajuste en inversión social”. De esa paz social, las organizaciones oficialistas se embolsarán importantes sumas de dinero en materia de sostenimiento a las cooperativas que se encuentran bajo su ala y de las compras estatales de sus productos. El grueso de la población seguirá padeciendo el ajuste del plan “Massa-FMI”.

El nacionalismo criollo tiene un largo historial de gesticulaciones y muy poca firmeza política. Es el movimiento del “amague y recule”.

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