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La población de las regiones del sur y centro del país, donde se ubica el epicentro de las protestas, se han movilizado en caravanas hacia la capital nacional, en lo que los manifestantes han llamado “la toma de Lima”. Las movilizaciones se llevaron adelante a través de todo tipo de medios de transportes a mano (autos, camionetas, camiones, micros), para viajes que, en algunos casos, duraron más de 40 horas. “Vamos con la consigna de sacar a Dina Boluarte y que se cierre el Congreso, no sabemos cuánto tiempo estaremos allá”, declaró uno de los movilizados al diario La República de Perú.
Desde la región de Puno partieron cerca de 7000 manifestantes rumbo a Lima. Se trata de una movilización numerosa, que representa una delegación del total de la población movilizada en la región. Las despedidas de aquellos que marcharon hacia la capital se convirtieron en verdaderos escenarios políticos, con grandes concentraciones de luchadores. Aquellos que partieron lo hicieron llevando frazadas, bidones de agua, galletitas. En los centros de partida y durante su trayecto, las caravanas recibieron el apoyo de la población, con donaciones de comida, pan, frutas e incluso dinero, para que puedan mantenerse en Lima el mayor tiempo posible. “No vamos a volver hasta que Dina Boluarte renuncie”, sostuvo otro manifestante.
Las poblaciones de las comunidades que se quedaron en sus regiones declararon que, mientras sus paisanos se encuentren en Lima, ellos permanecerán bloqueando rutas y sosteniendo el paro por tiempo indefinido. La gran concentración de hoy coincide con el paro nacional que fue convocado por la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), la principal organización sindical peruana. En sus redes sociales, la central subió un comunicado que decía: “en costa, sierra y selva, nueva constitución, paro nacional, cívico y popular, por la inmediata renuncia de Boluarte y la mesa directiva del Congreso”. El paro fue convocado luego de que surgiera la convocatoria, desde una coordinación autoconvocada, a una masiva marcha sobre Lima para esa fecha.
A las protestas se han sumado los estudiantes de diversas universidades. Numerosos estudiantes de la Universidad Nacional del Altiplano partieron desde Puno hacia Lima, donde se estableció unirse a los de otras universidades. En Lima, se tomó la Universidad Mayor de San Marcos en apoyo a la movilización y la Federación Universitaria de San Marcos realizó un llamado el conjunto de la comunidad universitaria a plegarse a la lucha. A través de sus redes sociales, la Federación exigió “una nueva Constitución mediante la convocatoria inmediata a una Asamblea Constituyente con participación popular y plena libertad política como parte de la lucha por la democratización de la sociedad peruana, en la que se restituya y amplíe los derechos fundamentales del pueblo”.
La cuestión de la convocatoria a una Asamblea Constituyente ha ganado protagonismo en los últimos días. La Constituyente había sido agitada por el ex presidente Pedro Castillo durante su corto mandato. Luego de enviar, en el mes de abril, un proyecto legislativo con ese fin, el ex mandatario se bajó de la propuesta, lamentándose de que el Congreso no la aprobara. Con la destitución de Castillo en diciembre pasado, la cuestión de la Constituyente volvió al primer plano. Una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos publicada esta semana reflejó que casi un 70% de los peruanos apoyan esa convocatoria.
Para los partidos del régimen, la variante de la Constituyente representa un último recurso al que aún no se plantearon echar mano. El diario El Comercial de Perú publicó una reciente editorial titulada “Impulsar una asamblea constituyente en las actuales circunstancias sería peligroso para el país”. Uno de los grandes obstáculos, plantea, es quién redactaría la nueva Constitución: “si los partidos políticos que hoy no generan mayores adhesiones entre los ciudadanos o si lo haría un grupo de independientes que, al carecer de disciplina partidaria, podrían apostar por agendas maximalistas que harían imposible el consenso”.
Sin embargo, las variantes alternativas a la Constituyente se están agotando. El Congreso se ha terminado de empantanar por completo. El pasado lunes no logró alcanzar los votos necesarios para aprobar una reforma que, según los diarios, “parecía inocua y de la que se esperaba consenso”, como era la eliminación del voto de investidura para nuevos gabinetes ministeriales. El quiebre de la mayoría que había logrado obtener un sector del Congreso al momento de la votación del adelantamiento electoral para 2024 amenaza con hacer caer el proyecto en la segunda votación. En aquel entonces, se aprobó el proyecto con 93 votos. En la votación del lunes, no se llegó a los 87 (el piso necesario para la aprobación de proyectos parlamentarios de este tipo). Para las próximas semanas, el Congreso tiene en agenda una cantidad de reformas constitucionales de cara al próximo proceso electoral: el retorno a la bicameralidad y la renovación parcial del Congreso, entre ellos.
Las bancadas que se opusieron a la reciente votación (Perú Libre, de Pedro Castillo, junto con Bloque Magisterial, Perú Bicentenario, Perú Democrático y Juntos por el Perú) sostuvieron que boicotearán las reformas constitucionales con el argumento de que el actual Parlamento no tiene legitimidad para realizar esos cambios. El sector del Bloque Magisterial se manifestó de acuerdo en aprobar en la segunda votación el adelanto electoral para el 2024, pero sólo a condición de que se incluya la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Uno de los congresistas de esta fuerza se preguntó “¿qué nos garantiza que hoy se vota sin tomar en cuenta a la calle y en el nuevo gobierno estalla nuevamente la crisis?”. Las fuerzas de derecha trinaron contra aquellos que están dejando “atado de pies y de manos al Congreso, al que se le exigen cambios, pero imposibilitado de hacerlos”.
El crecimiento de las protestas llevó a una impasse en el Congreso. Este empantanamiento legislativo se convirtió en la espada de Damocles que pesa sobre el gobierno de Dina Boluarte. Si la segunda votación del adelantamiento electoral no prospera, quedará a la vía de un referéndum; una variante que la derecha fujimorista ve como peligrosa porque abre un campo de acción a la agitación política.
La renuncia de Boluarte llevaría el empantanamiento a una situación explosiva. Los analistas políticos ya evalúan los escenarios posibles ante una eventual renuncia de la presidenta. Según la reglamentación peruana, ante un escenario de renuncia de la presidenta, el cargo debería ser asumido por el presidente del Congreso. En este caso, se trata de José Williams, ex jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y actual militar retirado, miembro del fujimorista Avanza País. Williams carga con múltiples denuncias a lo largo de su carrera militar, entre ellas su participación en la masacre de Accomarca de 1985. Los medios han planteado que, en caso de renuncia de Boluarte, debería convocarse a una “mesa directiva”, una suerte de gobierno provisional. “La presencia en la jefatura del Estado de un general en situación de retiro proveniente del sector político al que más enfrentados están elevaría sin duda el encrespamiento de los radicales”, afirman los analistas locales.
Otros analistas han definido la situación peruana como “la cuadratura del círculo”. Plantean que es más necesaria que nunca una serie de reformas constitucionales para mejorar la legitimidad del Congreso. Incluso plantean la necesidad de un adelantamiento electoral a 2023, con el cual “podrían descomprimir el clima actual de violencia”. Pero la cuadratura del círculo se mide en que todas las reformas posibles, incluido el adelantamiento electoral, pueden terminar empantanadas en el Congreso.
El diario El Comercial relató su visión de la realidad “el Gobierno ya no da para más si no convoca pronto a elecciones. Si no lo hace, Boluarte tendría que renunciar y pasarle la papa caliente a José Williams o a quien lo suceda luego de que una coalición de izquierda y centro busque censurarlo y poner a alguien de centroizquierda. Mientras vemos esas imágenes de anarquía en vivo y en directo, las calles de varias ciudades importantes seguirán agitadas. En Lima habrá movilizaciones en las que confluyan limeños con los pocos contingentes que hayan llegado de regiones. El Congreso y Palacio de Gobierno serán los principales objetivos. Los más radicales del ‘establishment’ ansiarán un golpe militar”.
En este cuadro Boluarte amplió el “estado de emergencia” y habilitó la intervención de militares contra las protestas. El desarrollo de los acontecimientos en “la toma de Lima” serán claves en el desenvolvimiento de la situación política. La pelota está en el campo de los trabajadores.