Cuarentena en Bariloche

Escribe Myriam Alvarez y Elena Florin

Tiempo de lectura: 3 minutos

Como todo el mundo sabe Bariloche es una ciudad turística. También es sabido que hay dos Bariloche, la del lago y la del Alto. Hoteles, excursiones, restoranes, bares cerrados. La actividad turística paralizada asesta un golpe de lleno a los bolsillos de los trabajadores de la ciudad.

La Bariloche de los trabajadores dista mucho de la postal y, por supuesto, también de las ganancias millonarias por parte de las patronales. La inmensa mayoría de la población tiene trabajos temporarios, precarizados, son cuentapropistas, artesanos, hoteleros con extenuantes jornadas de trabajo, con inestabilidad laboral, mucamas ultraflexibilizadas, guías de turismo. Y son, en definitiva, quienes sostienen la economía de la ciudad.

Este régimen de superexplotación es padecido por las trabajadoras y trabajadores con la complicidad de los sindicatos, que ajenos a la democracia sindical, se perpetúan en el poder con los peores métodos.

En el Alto, la cuarentena -imprescindible ciertamente-, hace estragos. La desocupación aumentó exponencialmente. Los comedores populares no dan abasto y se ven larguísimas filas para retirar alimentos de los centros comunitarios. Los chicos del Alto tampoco acceden a las clases virtuales. No disponen de computadoras ni internet.

No hay red de gas. La población debe lidiar con la especulación del precio del envasado y el costo de la leña. El hacinamiento, la precariedad y falta de servicios en los hogares no está contemplada en planes concretos en las acciones del gobierno.

La cuarentena es fuertemente acatada. Si bien de la coerción estatal al abuso policial hay un solo paso, la reacción de la población es inmediata, así como lo son la denuncia y el repudio.

Los empleados de comercio denuncian que les descuentan si no van a trabajar a pesar de no ser trabajo excluido de la cuarentena. El ministerio de trabajo brilla por su ausencia.

Los recolectores de residuos reclaman protección sanitaria. Los presos también y por eso fueron salvajemente reprimidos. Los trabajadores de las chocolaterías, actualmente cerradas, plantean que los huevos de pascua no son alimento esencial y se niegan a producirlos. Las patronales promueven la venta de chocolates por delivery y los colocan en los almacenes de barrio para solventar así sus “pérdidas”. Hay empresas que llamaron a sus trabajadores a “colaborar” en la producción. Fueron denunciados y se interrumpió esa actividad clandestina.

El trabajo temporario en Bariloche es siempre un problema dada la actividad turística que se desenvuelve en dos temporadas -verano, de diciembre a febrero, e invierno, en julio y agosto.

Los trabajadores temporarios no cobran sus salarios en baja temporada, solo reciben el salario familiar y la guarda de puesto. Corresponde plantear la garantía horaria, es decir que la patronal pague determinada cantidad de horas mensuales cuando no hay trabajo. En este momento el gremio gastronómico está reclamando Repros para sus afiliados a causa de la pandemia. Pero los Repro los paga el estado a los empresarios con lo que son ellos que disponen el pago a su antojo. Los despidos arrecian. En la empresa de transporte Via Bariloche despidieron cien trabajadores y se anuncian más. En Diarco (supermercado mayorista) también hubo despidos. En el hospital zonal, en plena crisis sanitaria, anunciaron cuatro despidos que fueron rápidamente reincorporados por el escándalo suscitado.

Los choferes del Transporte Urbano cobraron solo el 50% del salario. La empresa aduce eso a la falta de pago del gobierno nacional y la reducción del aporte municipal. La planta es de 200 trabajadores de los cuales están trabajando 50 por la reducción de servicios.

Asistimos a un aumento generalizado de precios en los alimentos básicos y productos de limpieza, constatado y denunciado por la población. Con las fronteras cerradas, el descontrol del mercado interno revela la incapacidad del gobierno para cumplimentar el congelamiento de precios. Sin embargo, ejerce todo el poder sobre jubilados y pensionados, con un aumento precario que no recupera el costo de vida y anulando la ley de movilidad. Además de derogar la cláusula gatillo para los trabajadores convenidos por Convenios Colectivos de Trabajo. Resulta que no les cabe la solidaridad a los que hablan desde Puerto Madero, tampoco a las patronales ni a los acreedores de la deuda, internos y externos.

Reclamamos: La prohibición de los despidos. Pago del salario a los trabajadores temporarios impedidos de trabajar. Modificación de los turnos horarios del personal de salud, seis horas, cuatro turnos. Incorporación a la planta del hospital del personal del Sanatorio del Sol cesanteado en enero. Cumplimiento de la cuarentena con la sola excepción de los trabajadores de la Salud, Alimentación y Transporte. Reconocimiento por parte de las ART de enfermedad profesional a los contagiados por covid 19 para dichos trabajadores. Protocolos de salud confeccionados por los propios trabajadores. Control de precios efectivo por comisiones de trabajadores.

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