Gemelos argentinos: el Estado español y el catalán son responsables

Escribe Valu Viglieca

Tiempo de lectura: 3 minutos

¿Por qué dos nenas de 12 años se tiran de un tercer piso? Es lo que ocurrió el 21 de febrero pasado: Alana y Leila, hermanas gemelas, se tiraron al vacío desde el balcón de la casa donde vivían, en Sallent, un pueblito de 6.000 habitantes, a 70 km de Barcelona. Una estaba en proceso de transición hacia el género masculino (A partir de aquí a Alana la vamos a llamar por el nombre que eligió: Iván). Los medios de comunicación siguen nombrándolas como “las gemelas argentinas”.

Iván y Leila se mudaron a España en 2020 junto a sus padres y su hermano menor. Desde el ingreso a la escuela sufrieron el acoso de muchos compañeros y compañeras porque no hablaban catalán y por su castellano con acento del Río de la Plata. El bullying creció cuando Alana se cortó el pelo, empezó a vestirse como varón y pidió que lo llamaran Iván. El nacionalismo catalán ha convertido el derecho a hablar su propio idioma en un chauvinismo contra las lenguas castellanas de América Latina.

La ministra de Igualdad del estado español, Irene Montero, y las organizaciones “queer” adjudican el suicidio a los maltratos que recibía Iván por su nueva identidad. Los hermanitos dejaron dos cartas. Iván dice que no soportaba más las burlas, Leila que no quería morir pero tampoco dejar solo a Iván. Iván murió en el acto, Leila se encuentra en terapia intensiva.

¿Qué pasaba en la escuela?

La escuela dijo en su defensa que había brindado apoyo psicológico a ambas criaturas. Pero según una investigación, lo que más les dolía a los hermanos era que las autoridades escolares, en vez de socorrerlos, los castigaban por defenderse del bullying. Las primeras entrevistas, realizadas por la Asociación No al Acoso Escolar, comprobaron que no solo no los apoyaron sino que les aplicaban suspensiones y llegaron a dejarlos encerrados durante seis horas en “la heladera” – una habitación muy fría que se utiliza para castigos. En las escuelas catalanas rige el castigo escolar.

A partir de una movilización pidiendo justicia que terminó en la puerta de la escuela, algunos alumnos empezaron a contar cómo trataban las autoridades del colegio las disputas entre los alumnos. La escuela avaló las agresiones. Los carteles de la movilización decían “no nos callamos más”.

Una epidemia silenciada

El suicidio adolescente tiene rango de epidemia: en la Argentina es la segunda causa de muerte de la franja que va de 15 a 24 años. En España -donde según estadísticas oficiales el 15% de los menores de 19 años sufre depresión- es la primera causa externa, con un 35% de los casos, al igual que los accidentes de tránsito.

La Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes afirma que las principales causas de suicidio en España son el acoso escolar, la violencia o malos tratos, ser migrante, tener una discapacidad o pertenecer al colectivo LGTBIQ. Un factor determinante es el nivel socioeconómico: el índice de suicidios juveniles trepa de 1,4 al 4% en las familias más pobres. Los hermanos completaban 3 de 5 causas.

Derecho a la identidad de género

El suicidio de Leila e Iván se realizó a días de votada la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI, conocida como Ley Trans, que entró en vigencia el 2 de marzo.

La ley es muy controversial. Permite las cirugías de modificación genital a partir de los 12 años y garantiza la entrega gratuita de las hormonas. Por otra parte, penaliza cualquier terapia que pueda ser entendida como de reconversión, aunque la persona lo consienta. La multa para los psicólogos puede ascender a 150 mil euros. Vale aclarar que los derechos que sanciona la ley son solo para ciudadanos del estado español, no para migrantes.

La xenofobia no la inventan niños de 12 años en las escuelas, la xenofobia nace de la concepción del Estado que se nutre de las diferencias de clase y trata de dividir a los trabajadores y trabajadoras segmentándolos por nacionalidades.

A Iván no lo mató un compañerito que se ensañó con él, el nene fue la voz de un régimen que segrega cada vez más a la juventud, que precariza a sus padres, que empuja a los niños y jóvenes al borde de un balcón. Este 8 de marzo y todos los días luchemos por destruir este régimen social para instaurar uno donde las futuras generaciones vivan en plenitud.

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