Ojo Massa, Bolivia se afeita la barba

Escribe Jorge Altamira

La devaluación pone en remojo a Argentina.

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Sin relación con la quiebra del banco californiano SVB, se ha desatado en Bolivia una corrida cambiaria, e incluso una bancaria, con largas colas frente al Banco Fassil. Los títulos de la deuda pública en dólares han caído a 64 centavos el dólar. Las reservas del Banco Central alcanzan para tres meses de importaciones. La agencia Fitch redujo la calificación de la deuda boliviana a la condición de “basura” (junk).

Esto ocurre en el país de las mayores reservas de litio, pero, por lo que parece, su explotación se encuentra condicionada por las exigencias de los inversores internacionales. Las exportaciones de gas y petróleo, otrora grandes aportantes de reservas, han menguado al punto de que Bolivia se ha convertido en importador. Gran filón de minerales, como ocurre con el oro, la exportación ilegal se lleva la mayor parte de las ganancias y de las divisas. El MAS de Bolivia se apresta a devaluar el peso o a dejar que lo haga “el mercado”. El gobierno del presidente Arce, ex ministro de Economía de Evo, atraviesa una crisis política final como consecuencia del enfrentamiento al interior del MAS.

La gestión del masismo vernáculo ha internacionalizado fuertemente la economía de Bolivia, de modo que una devaluación deberá llevar al alza los precios internos. La medida favorecería a la oligarquía de Santa Cruz, gran exportadora de soja, cuyo gobernador se encuentra preso por su liderazgo en el golpe de estado que derrocó a Evo Morales. Bolivia ingresa en las turbulencias y rebeliones que caracterizaron su vida política hasta 2005.

La devaluación del peso boliviano prenderá las alarmas en Perú y Ecuador, pero también en Brasil y Chile. El colapso de la moneda ocurre cuando la deuda externa de Bolivia es considerablemente menor a Argentina, un 60% del PBI, de la cual sólo el 8% está en manos privadas. En Argentina, todas las deudas estatales reunidas, más la del sector privado con el exterior, es de más de 550 mil millones de dólares, y representa el 110% del producto bruto interno.

En el capitalismo, las quiebras se desparraman como los virus, por “contagio”. Ocultas para el ciudadano común, el contagio sirve para sacarlas a la luz y causar el llamado “pánico”. Varios observadores del escenario argentino vaticinan que la feroz sequía que está afectando las exportaciones agrarias, deberán producir alguna suerte de devaluación mayor, aunque sea en un año electoral. En Argentina, los desplomes del SVB, y ahora del Credit Suisse, repercuten más fuerte que en Bolivia.

Hasta que nos hermanemos en la lucha, seremos hermanos en la bancarrota.

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