Escribe Norberto Malaj
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El centro ruso-cubano que dirige “el millonario liberal de derecha Boris Titov, cercano a Putin” -informa Mario Valdes Navia (MVN) en La Joven Cuba (LJC), 10/4- presentó un “plan de cambios de mercado que conserva(ría) el apoyo social” y daría lugar a “transformaciones económicas en Cuba basadas en el desarrollo de la empresa privada”.
Estos ´planes´ cabalgan sobre un cuadro de desorganización económica, carestía de la vida y catástrofe social sin precedentes en la isla y un régimen opresivo.
La inflación se encuentra completamente descontrolada. La tasa de cambio del ´nuevo peso´ cubano contra el dólar se multiplicó casi por diez desde que se implementó la “tarea ordenamiento” a fines del 2020; o sea desató un completo desorden. La luz verde para que se desarrollen las pymes y el TCP -trabajo por cuenta propia- en nombre de desmantelar el ´ineficiente´ sector público fue “más que al TCP, hacia la economía informal y la emigración” (íd.). La fuerza de trabajo calificada de Cuba se dilapida: “según Havana Consulting Group, en 2022, 366.000 pobladores emigraron, más que en todas las olas migratorias anteriores desde 1965. La mayoría eran jóvenes con educación media superior o superior terminada” (íd.). Según el economista citado “la clase obrera estatal cubana, constituye un proletariado en estado de precariado…La generalización del precariado entre los sectores trabajadores hizo primar en ellos la ideología del rebusque. En sus generaciones más jóvenes se expresa en el abandono de los mitos revolucionarios de no irse del país”.
En este cuadro, los planes de un cambio con ´apoyo social´ y basado en un “capitalismo de pymes”, son pura cháchara. El holding GAESA absorbió en los últimos 15 años “los sectores más rentables y prometedores de la economía estatal y mixta: grupo Cubalse (2009); ETECSA (2011); Zona Especial de Desarrollo Mariel (2013). Sin rendir cuentas a ninguna institución pública, los principales paquetes de acciones de las empresas pasaban a manos de grandes accionistas privados y muchas de ellas eran registradas en el exterior, principalmente en Panamá” (íd.).
La ´industria´ estrella de la burocracia -el turismo- retrocede: “en 2022, Cuba recibió 1,6 millones de turistas, de un plan original de 2,5. Menos del 38 % del año anterior a la pandemia. Mientras, la recuperación del resto del área caribeña fue espectacular y rebasó las cotas anteriores: República Dominicana acogió 5 veces más: 8,5 millones; y el estado mexicano de Quintana Roo, 15 veces más (+ de 25 millones)” (íd.).
Según MVN “hasta ahora, los nuevos capitalistas cubanos no han surgido de las mpymes, sino de los grandes bolsones de capitalismo de Estado que han proliferado a partir de la reconversión de la propiedad pública estatizada en asociaciones mixtas con capital extranjero y/o las empresas de origen militar que se fundaron mediante sociedades anónimas registradas en otros países a través de funcionarios del Estado, o sus prestanombres extranjeros. Con tales patentes de corso surgidas con el pretexto de burlar las restricciones del bloqueo estadounidense, un bribón puede izar el pabellón pirata y apropiarse de la empresa pública cubana como mero botín de guerra, o pago por sus servicios” (íd.)
Al parecer Cuba se debate entre la variante de “la inversión del capital extranjero de origen cubano” -presentado incluso como más ´democrático´ por sectores que se reclaman de izquierda en Cuba, como LJC-; o, por el otro, “seguir privatizando a dedo en procesos de creación de mpymes que sirven para lavar el capital mal habido de burócratas cleptómanos? Si las mpymes van a preceder y camuflar un futuro proceso masivo de privatización del sector público hacia estos nuevos burgueses ya establecidos” (íd.).
La “versión preliminar del recetario ruso” que denuncia MVN, bien podría combinarse con la otra variante restauracionista. Los capitales ´cubanos´ de Miami son un brazo extendido del gran capital norteamericano.