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Entre la noche del sábado y la mañana del domingo llegaron telegramas avisándole a cerca de 48 trabajadores y trabajadoras del medio que estaban despedidos. La empresa al mismo tiempo avisó a quienes no lo estaban que tenían “garantizada” la continuidad en el trabajo. De esa forma Clarín pretende asegurarse que los que no fueron despedidos se mantengan por fuera de las medidas que la asamblea de trabajadores -convocada para hoy a las 15 horas en la puerta del diario- vote en defensa los puestos de trabajo.
La planta de la calle Tacuarí amaneció vallada, una escena que se inauguró con los despidos de noviembre de 2000 y se repitió hace 4 años atrás con el despido de 70 trabajadores. Los argumentos que esboza la empresa son los de la renovación tecnológica: “Clarín acelera hoy la reconversión para adecuarse a las exigencias del periodismo digital”, dice en el mail que envió a los trabajadores.
Pero entre los despidos está toda el área de fotografía y parte del equipo audiovisual, dos secciones fundamentales en la digitalización de los productos. La empresa no va a prescindir de esas funciones sino que las va a tercerizar, recortando los costos. Según el Estatuto de prensa, el trabajo freelance en el gremio contempla la estabilidad a las 24 colaboraciones seguidas, por eso es la misma empresa la que avisa cuando hay que “espaciar unos meses” y evita cumplir con el convenio. Las colaboraciones a través del monotributo hacen que la empresa ahorre en aportes patronales, herramientas de trabajo y espacio físico.
Una semana atrás la justicia obligó a Clarín a reincorporar y pagar los salarios caídos a un trabajador de la planta Zepita, despedido mientras tenía los fueros por haber sido parte del proceso de elecciones del SiPreBa. Los despidos masivos en Clarín intentan un salto en la precarización laboral de los trabajadores de prensa. ¡Todo el apoyo a los compañeros, en las redacciones y en todo el movimiento obrero!