Buenos Aires: fracasó el operativo anti-huelga contra los docentes

Escribe Emiliano Fabris

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La inminencia del paro de 48 horas, finalmente gigantesco, de los docentes de la provincia de Buenos Aires, activó un extensísimo operativo de aprietes y amenazas para desarticularlo, encabezados por la Dirección General de Cultura y Educación, y la burocracia sindical de SUTEBA.

En primer lugar, el gobierno hizo circular un comunicado de Recursos Humanos -sin firma ni sello oficial- afirmando que la medida de paro no había sido informada por los sindicatos convocantes en el Ministerio de Trabajo y que, por lo tanto, era ilegal. Las tres seccionales de SUTEBA convocantes, dirigidas por agrupaciones de la Multicolor, informaron que ya habían hecho la notificación correspondiente. Luego, los inspectores apretaron hasta más no poder a los equipos directivos para que apliquen una “ausencia injustificada” al docente que informara su adhesión al paro, la cual no sólo supone que se descuente el día, sino que además afecta su carrera docente a futuro. Es una completa arbitrariedad, porque los directivos no tienen facultad alguna para determinar la validez o no del derecho a huelga. Tampoco lo debería tener ningún organismo del Estado.

Por su parte, los dirigentes oficialistas de la Celeste del SUTEBA, en cada una de las ciudades de la provincia, montaron una rabiosa campaña contra el paro y apuntalaron las amenazas de descuento y faltas injustificadas. La extensión del paro incluyó a la base de la Celeste, que emitió flyers señalando que “si bancas a la celeste y bancas a Axel, no podés hacer paro”. El último intento que hizo la burocracia de Baradel para evitar la adhesión al paro fue informar, por la noche, que el gobierno provincial llamó a la “Mesa Técnica Salarial” para el 2 de mayo para “recomponer el salario perdido”.

Todas estas medidas resultaron infructuosas. La docencia no se dejó intimidar y confirmó su adhesión al paro ante cada intento de apriete.

El enorme operativo político montado contra el paro docente de 48 horas refleja el temor de los ajustadores a que desencadene una huelga general que ponga en el centro la necesidad de extender la lucha por defender el salario y las condiciones de trabajo en todo el movimiento obrero.

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