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El gobierno de la Ciudad anunció que el 0800 Vida no lo van a manejar Cynthia Hotton y las iglesias evangélicas sino un organismo dependiente del Ministerio de Desarrollo Social. Esto sucedió después de que el repudio comenzó a extenderse y del acto y pañuelazo frente a la Legislatura porteña convocado por la regional CABA de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto.
El call center para disuadir a las mujeres de requerir un aborto voluntario (IVE) en los hospitales públicos había sido anunciado por la presidenta del Consejo Económico Social Cynthia Hotton, una militante contra la ESI y el derecho al aborto. Ella misma había dicho que lo iban a atender militantes de la iglesia evangélica.
Según trascendió en los medios, el gobierno de Rodríguez Larreta confirmó que el 0800 se atenderá desde Desarrollo Social. Por lo tanto, es un recule parcial: el acceso al aborto legal o el derecho a la maternidad no son temas de Desarrollo Social, son temas de salud pública y deben depender directamente del equipo de profesionales de la salud de los hospitales o los Cesacs. En los hospitales hay trabajadoras y trabajadores sociales para ocuparse de las necesidades de las pacientes.
En el acto estuvieron presentes las fundadoras históricas de la Campaña -Martha Rosenberg, Nina Brugo, Elsa Schwartzman- y se leyeron adhesiones de otras regionales. El esquema de la actividad fue una radio abierta donde todas pudieron tomar la palabra y expresar sus posiciones, un formato que desde Política Obrera defendemos para cada jornada del Movimiento de Mujeres pero que es rechazado en bloque desde el FitU con la excusa de la extensión. Ayer se demostró que era posible.
Entre las oradoras los matices fueron evidentes, el pedido de mayor presupuesto para las IVE y la ESI fue reiterado, es un grito mudo a un Estado en quiebra y que año a año ataca el presupuesto en salud y educación. El vaciamiento de los hospitales, los despidos de los contratados durante la pandemia, la negación a considerar a enfermería como carrera profesional, el escape de monóxido de carbono en el Hospital Gutiérrez, el cierre de los Cesacs por problemas edilicios o de seguridad y una larga lista de ataques al sistema de salud deja el reclamo de mayor presupuesto en una formalidad.
Otro de los ejes repetidos fue en que “no quieren que las pibas decidan”. El derecho al aborto no es solo una cuestión de las pibas, es una necesidad para las mujeres precarizadas que pone en riesgo su trabajo con un embarazo. En un país donde el 40% de las trabajadoras y trabajadores están por fuera de convenios, con salarios de miseria que no alcanzan para alimentar una boca más y con 6 de cada 10 niños por debajo de la línea de pobreza, la maternidad no sólo debe ser deseada. No se trata de no querer ser mamá, también se trata de no poder ser mamá con derechos plenos a la vivienda, la educación, a un plato de comida.
Desde que arrancamos el derecho sabíamos que íbamos a tener que mantenernos organizadas para que se hiciera efectivo, para que los objetores de conciencia no persigan a profesionales y a mujeres con la voluntad de abortar. Este intento de Hotton-Larreta por “disuadir” a las mujeres, y su apoyo en la Iglesia Evangélica, tiene el antecedente de la estrategia electoral en la que se apoyó Jair Bolsonaro en Brasil. Los evangélicos tienen cientos de locales en cada barrio, muchos más que cualquier partido político.
No nos engañemos, no es una defensa de la vida; es la defensa que se atribuye el capital a decidir sobre nuestro cuerpo, a imponer ritmos de producción interminables. Estamos a un mes del día Internacional de la salud de las mujeres, el 28 de mayo. Pongamos en pie en cada barrio, en cada centro de estudio y lugar de trabajo asambleas y debates que discutan la necesidad de garantizar al acceso pleno al derecho al aborto, a la maternidad y la defensa de la salud pública fuera de las de las manos de las Iglesias.