Discurso de Jorge Altamira, 1° de Mayo de 2023, Parque Lezama, Ciudad De Buenos Aires.
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Compañeras, compañeros: desde esta tribuna, en nombre de Política Obrera quiero enviar un saludo a todos los obreros y a todos los trabajadores con conciencia de clase en el mundo entero que se reconocen en el 1° de Mayo como el día de la unidad de los trabajadores contra el capital -como el día que declara el antagonismo i-rre-con-ci-liable entre el capital y el trabajo, entre las patronales y los trabajadores, entre la explotación y los explotados.
Quiero enviar desde aquí un saludo a todos los trabajadores que cotidianamente, en cada una de las empresas, enfrentan el hostigamiento de la supervisión capitalista, del control electrónico de su trabajo, de la medición de cada minuto de su vida con el objetivo de aumentar la explotación de ese trabajador y con el objetivo de seguir amasando ganancias cada vez más impresionantes; un saludo a todos los trabajadores que cotidianamente desempeñan esa lucha.
El marco idílico de esa estadística que fue mencionada aquí, de que este año ha sido un año de poca conflictividad social, simplemente ignora lo que pasa al interior de la producción capitalista. La última vez que escuché en Argentina que el año en cuestión era un año de “poca conflictividad social” fue en 1968 y me acuerdo de que, en el periódico de la época, Política Obrera, escribimos “es el último de poca conflictividad social”. El año siguiente fue el Cordobazo, y no tarde en el año, sino en mayo de 1969. La estadística ignora ese organismo vivo que es el lugar de trabajo, que es la lucha por la salud, que es la lucha contra la extensión de la jornada, que es la lucha por el transporte. Recuerdo perfectamente bien a compañeros de una interna que me explicaban que, apenas terminó la cuarentena, inmediatamente les sacaron el transporte que ayudaba a trasladarlos a las empresas para evitarles el contagio.
¡Un saludo desde esta tribuna a los trabajadores de Rusia y Ucrania y de Europa, que son mandados al matadero por el imperialismo una vez más! ¡Se están matando por los intereses más perversos y más sanguinarios del capital y rápidamente van a descubrir la envergadura de esta masacre en términos humanos y en términos políticos! Se anuncia una contraofensiva general en Ucrania que es, dicen, el último preparativo de la OTAN para ver si pueden ganar la guerra y, por lo tanto, van a usar toda clase de armamento moderno en este combate. Va a durar meses, sacrificios, golpes, luchas, van a ensangrentar a la humanidad. La guerra se puede extender a Bielorrusia, a Finlandia, a Polonia. ¡Desde esta tribuna un saludo a los obreros de todos esos países y un llamado a que se levanten contra sus burguesías y sus imperialismos, en la unidad fraternal de los obreros de la ex Unión Soviética y de la unidad socialista del conjunto de Europa!
Argentina vive un momento excepcional. El gobierno, con Guzmán en sus últimos días, entendió que se iba en helicóptero, y la semana pasada, lo mismo, sin mencionar el helicóptero. Dos veces en seis meses el gobierno se declara en huida, pero mientras el gobierno entiende que está ante una situación explosiva que puede arrebatarle el mandato, la burocracia sindical reunida en estos días llamó a un gobierno de coalición nacional. Le advierte a la clase capitalista, de un modo explícito, que la posibilidad de un levantamiento popular puede ocurrir en cualquier momento, que hay que cerrar filas, que hay que unirse. Es la burocracia sindical que le toma el pulso en las fábricas a los obreros, que es el termómetro que guía a la burguesía para entender lo que está ocurriendo, la que hace esta advertencia.
Argentina se encuentra al borde de una situación prerrevolucionaria por una razón muy simple: porque se encuentra en marcha un golpe de Estado financiero en la Argentina, a partir de una megadevaluación. Lo proclaman todos en los medios de comunicación: “de esto se sale cambiando los precios relativos”, es decir, devaluando la moneda. Una del 50 % derivaría en un costo de vida del mes siguiente, del siguiente a ese y del tercer mes de aproximadamente del 15 y 20 % mensual. Es un golpe financiero, un golpe de Estado financiero de características diferentes, pero similar al que ocurrió en diciembre de 2001 y enero de 2002.
Es muy interesante a este respecto ver cómo circula en los medios el que fuera ministro de Economía de ese periodo, que acaba de publicar un libro que se llama “Los 115 días”. El mensaje es muy sencillo: ‘démosle con un caño a los trabajadores, reventémoslos como los reventamos en el año 2002, con la confiscación de ahorros y depósitos, con la confiscación de salarios, que sólo dura 115 días; si aguantamos 115 días, salimos adelante y es un gran negocio. En 2002. en esos 115 días, los bancos en Argentina quebraron todos, pero el Poder Judicial -y lo mencionó este Remes Lenicov en un programa-encontró una forma de declararlos solventes. manipulando los balances, para que el Banco Central pudiera atenderlos con préstamos y redescuentos ¡por miles y decenas de miles de millones de pesos! Una emisión masiva de pesos. Este es el problema que están discutiendo ahora.
La clase obrera tiene que comprender que es inminente, encima de esta inflación, encima de esta carestía, encima de estos problemas, un golpe de Estado financiero como el de 2001 y 2002. Y esto es particularmente importante porque Argentina no atraviesa ninguna crisis económica, sino que carga con una deuda de 550.000 millones de dólares. sobre las espaldas de un pueblo con el 45 % de pobreza y salarios completamente desvalorizados.
La burguesía está aterrorizada, porque se pregunta: cómo aplicamos políticamente este plan, quién aguanta esta vez los 115 días que no van a ser 115 días, van a ser muchísimos más, porque en aquella ocasión en el 2002 empezó a subir en forma extraordinaria el precio internacional de la soja. El diario de hoy, por el contrario, dice que el precio de la soja está cayendo. Los diarios de hoy dicen que ha quebrado un nuevo banco en Estados Unidos; los diarios de hoy informan que el 1° de junio vence el tope de endeudamiento de Estados Unidos y si no lo elevan, si no autorizan un mayor endeudamiento, Estados Unidos se va a declarar en default. La discusión no es menor porque, para aumentar el tope de endeudamiento, la condición que pone el capital norteamericano es aplicar el mismo plan de ajuste en Estados Unidos que el que quieren aplicar en la Argentina, pero de diferente manera. Menos gasto fiscal, aumento de las tasas de interés, baja de salarios, recesión, despidos.
Viene un golpe de Estado financiero que ocurrió con Guzmán, que ocurrió recién con Massa y que va a ocurrir de nuevo por tercera vez. La patronal necesita tener las espaldas políticas para enfrentar una rebelión popular y una huelga general. La columna vertebral que sostiene esto, aun con conciencia de los límites, es la CGT, porque quiero recordarles que en toda la crisis del 2001/2 la CGT nunca declaró un paro general. Fue la columna vertebral que sostuvo la confiscación de los depósitos, la confiscación de los ahorros, la brutal caída de los salarios, la enorme desocupación y el retorno a una economía de trueque.
Pero no es una crisis económica de Argentina, es una deuda pública acumulada sistemáticamente por el gran capital, que no pudo hacer frente después a todos los golpes del mercado internacional contrarios a ese endeudamiento. Es decir que la solución es muy sencilla: ¡la deuda externa no se debe pagar! La deuda externa debe ser anulada; lo que tenemos es un default, una confiscación y un endeudamiento confiscatorio.
Pero no escuchamos “no pagar la deuda externa”. En uno de los informes económicos se dice que, si el peso se devalúa en un 50 o 60 %, se estima que la deuda externa podría ser pagada en 20 años; ya tienen calculado cuánto tienen que devaluar y los plazos para pagar. Pero es la deuda externa, es la deuda pública, es la deuda que tienen en su poder los grandes capitalistas, no el trabajador; no es una deuda con el trabajo, es para pagar el desfalco financiero que van a meter una nueva devaluación.
Esto va a ocurrir en un proceso electoral. Sin embargo, todo el mundo participa alegremente de las elecciones, como si de lo que se tratara fuera de ver qué proporción de representantes va a elegir cada partido y, eventualmente, presidente y vicepresidente, y no como si se tratara de una guerra de clases, donde cada clase se busca agrupar y articular, en particular, la clase capitalista, para un enfrentamiento violento con la clase obrera.
Este problema, en realidad, es un problema mundial y a esto lo hemos visto en Chile, lo hemos visto en Perú; la rebelión chilena en 2018, la rebelión en Perú, y ahora lo vemos en Francia. Hay gente en Argentina que dice que no está de acuerdo con la huelga general porque no ve que haya condiciones para una huelga general, pero son los mismos que dicen que no hay condiciones para una huelga general en Francia, donde hay una huelga que, si no es general, se encuentra generalizada en importantes empresas. Ahora en Francia, una vez sancionada la reforma previsional, la huelga general que corresponde es una huelga política de masas por el derrocamiento de Macron, porque sin el derrocamiento de Macron no se puede sacar esa reforma previsional.
La reforma previsional es lo que quieren hacer en la Argentina: aumentar la edad jubilatoria a 70 años. Es un regalo, porque no tendrían que pagar a ningún jubilado desde los 65 años de ahora hasta los 70 a que quieren llevarla. ¿Con qué finalidad? Con la finalidad de pagar la deuda pública, no con la finalidad de preservar el sistema jubilatorio. Tenemos que crear, dicen los voceros de las patronales, un superávit de tal magnitud que podamos prometer al gran capital que le pagamos la deuda en 20 años.
La situación es perfectamente clara. Ahora, los trabajadores están confundidos, están perplejos, porque se dan cuenta de que hay una crisis general del país, una crisis general del poder, que los gobiernos por los cuales ellos votan se caen todos en sucesión y simultáneamente. ¿Cómo actuamos? Es natural, esta incertidumbre, y al mismo tiempo es un punto de apoyo. Un partido político de la clase obrera, en el marco de una situación especial, tiene que ofrecer un rumbo, tiene que hacer un análisis y dar una salida, de lo contrario sería cómplice de la situación que se está viviendo, de la confusión, de las vacilaciones. Esa es la importancia enorme de la cuestión de la huelga general que, bien mirada, tiende a transformarse en una consigna que tiene vigencia en numerosos países, porque acá nuestros compañeros y hermanos de Uruguay se han chupado una reforma previsional con la burocracia izquierdista del PIT-CNT, que no declaró una huelga general contra la reforma previsional. Ahí está el Partido Comunista, el Partido Socialista, los Tupamaros y todos los demás. Tenemos no solo una burocracia cooptada por el aparato del Estado, sino que tenemos todo un sector de la pequeña burguesía progresista totalmente cooptada por el Estado, porque viven del sueldo público. Son los que el otro día acompañaban en el Teatro Argentino a Cristina Kirchner. Cristina Kirchner logró algo que hasta ahora no había logrado ningún peronista: hacer un acto más o menos importante sin un solo obrero de la industria. Cuando el peronismo hacía un acto había un montón de gente en ‘overol’ y ahora lo que tenemos es un montón de gente que viene en gabardina y donde la presidenta, para ilustrar sus ideas, manifiesta un conocimiento profundo de los productos de lujo en Francia.
Entonces, es una época excepcional. El vigor de nuestro partido, es el vigor histórico del partido obrero, que está presente acá en Política Obrera, es el de tener el pálpito exacto de la situación, como lo tuvimos en el 2001-2002, cuando llamamos a la huelga general para tirar abajo a Cavallo-De la Rúa, o De la Rúa-Cavallo. Finalmente hubo un levantamiento popular anunciado con pelos y señales por nosotros mismos, creo que en un picnic. Con fecha, hora y temperatura. La función de un partido revolucionario es abrir un rumbo, no comentar la realidad. Los partidos que comentan la realidad están satisfechos con la realidad que están viviendo; nosotros, en Política Obrera, estamos in-sa-tis-fechos, junto a todo nuestro pueblo y toda la clase obrera, con esta realidad, con la que se viene y llamamos desde esta tribuna a organizarnos y a derribarla.
Ahora volvemos a la cuestión crucial de la guerra. Porque una huelga general es un recurso extremo, la caída de un gobierno es un recurso extremo, pero una guerra mundial es un recurso extremo y el imperialismo ha apelado a ese recurso extremo. Extiende sus alianzas imperialistas para remodelar el mundo porque el mundo tal cual está marcha hacia una explosión. Hay una unidad en el recurso extremo a la huelga general para luchar contra el recurso extremo de la guerra por parte del imperialismo. En América del Sur, el único que ha metido alguna idea sobre la guerra es Lula, presidente de un gobierno de coalición con la derecha; el resto de toda la izquierda no ha abierto el pico. Incluso en la Argentina hay quienes proponen como salida que se retiren todos. Obviamente, esa es la posición de la OTAN, porque si se retiran todos, se va el ejército ruso y lo que queda es Ucrania en manos de la OTAN. Dan alegremente como una salida a favor de la paz lo que es el programa del imperialismo norteamericano. Porque la salida para la paz es el derrocamiento de los Putin, de los Zelenski, de los gobiernos de Polonia, etcétera, los gobiernos de la OTAN. Como ha ocurrido siempre en todas las guerras mundiales.
Este 1° de Mayo tiene esta importancia. Entramos en un periodo todavía más convulsivo, en una campaña electoral donde, como dijeron los compañeros que me precedieron, vamos a exponer sistemáticamente nuestras ideas: que la deuda pública, la deuda usuraria, la deuda externa, es la soga que estrangula al pueblo argentino y que la burguesía le quiere hacer pagar hasta la última gota de su sangre de los trabajadores. Por eso en este Primero de Mayo llamamos a transformar cada conflicto en una acción conjunta, en una acción de huelga, en la formación de comités, en impulsar sistemáticamente la rebelión que va a empezar a manifestarse en todos los sectores de los trabajadores y que es la que le va a marcar la ruta definitiva al conjunto de la clase obrera.
Compañeros: por una gran lucha en lo que queda de 2023, por la derrota del imperialismo, por la solidaridad internacional entre los trabajadores, por la revolución socialista, por la lucha para que el imperialismo no avance en transformar su crisis en una crisis humanitaria, en una crisis climática, pandémica, social, económica, en una crisis humanitaria global, trabajadores de todos los países, ¡unámonos!