Qué representa el ensañamiento faccional en el FIT-U

Escribe Marcelo Ramal

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El ´intercambio de cartas´ (o insultos) entre el aparato del PO y el PTS parece desembocar en una PASO nacional confrontativa en el Frente de Izquierda “Unidad”. Es lo que ha ocurrido en las elecciones municipales en Mendoza y lo anunciado para las provinciales de Santa Fe. De un lado se alinearían el aparato del PO y el MST, del otro, el PTS e IS.

La última respuesta del PTS a una “carta” del aparato del PO, lo acusa, nada menos, que de actuar en un “frente único con el partido judicial”. Es en relación al apoyo del PO oficial a la condena contra CFK. El aparato del PO, a su turno, había escrachado al PTS de kirchnerismo explícito, por la denuncia de este contra la “proscripción de Cristina”, en el caso Vialidad. Se han subido a los estrados del juicio a Cristina Fernández, uno del lado de la fiscalía, el otro, de la defensa. Una confrontación política por este tipo de divergencia coloca a uno y el otro como laderos de las querellas en la burguesía. Ni el PTS ha convocado a una movilización por lo que denuncia como violación de los derechos democráticos, ni lo ha hecho el aparato del PO para reclamar al Poder Judicial para que meta presos a todos los ‘corruptos’. Se trata de una controversia, entonces, para ‘sacarse las pulgas’ entre ellos. En este pseudodebate no hay una pizca de preocupación “por las tareas del proletariado en la situación actual”, como acostumbraba a escribir un maestro de maestros.

“Cuestión de principios”

Las acusaciones recíprocas, sin embargo, pretenden conformar una ´cuestión de principios´, que no existe de ningún modo. El bando anti-K, en esta polémica, acaba de armar un frente con una fracción de agentes del gobierno y del Estado (el vaticano Grabois, Castro, UTEP), vinculada a un intento del kirchnerismo de desalojar del Ministerio de Desarrollo Social a su titular, Tolosa Paz, la cual quiere competir contra los K en las PASO del Frente de Todos. Han dado, de este modo, una paso considerable en el reforzamiento de la estatización de las organizaciones sociales, bajo el pretexto de un reclamo de restaurar el ´alta´ de beneficiarios del programa Potenciar Trabajo. Estamos ante una violación completa de los principios elementales de la independencia de clase. De prosperar un cambio de ministros, el o la sucesora serán mucho más ajustadores, simplemente porque el apriete del FMI y de Massa es cada vez mayor. Todo este enjuague sería “un movimiento real” hacia el abismo. La aventura del piquetero Belliboni es acompañada por el Teresa Vive, del MST del ‘juecista’ Bodart. Pero el PTS ha aprovechado la ocasión para anunciar el apoyo al frente estatizante, en nombre de la “unidad de acción”. Luego de criticar la presencia de Barrios de Pie en la Unidad Piquetera, por sus vínculos con partidos patronales, el PTS saluda el acuerdo con Grabois, que ocupa más posiciones en el Estado que las que ocupó la dirigente de BdP. Sin embargo, cuando los contendientes descubren que los une mucho más de lo que los separa, arrecia la pelea faccional, que, evidentemente, es distante de los intereses históricos del proletariado.

El PTS y el PO oficial se acusan recíprocamente del propósito de querer dirimir candidaturas en las PASO. O sea que el eje no es una diferencia principista. En Salta, en Santa Fe y probablemente en el orden nacional, el PO ha decidido enfrentar al ´oportunismo´ del PTS mediante una alianza con el MST, que aprovecha el entrevero para reclamar que se convoquen a “personalidades” y “otros sectores”, en un claro intento de querer convertir al FIT-U en un frente popular. Es la línea permanente del MST, que viaja a Kiev para apoyar a Zelensky, con menos pudor que cuando fue a Atenas a integrarse a Syriza. Claudio del Pla, del PO oficial, acaba de encabezar un frente con Samuel Huerga, del MST, a quien acusa de postrarse ante las patronales en el Concejo de Orán. Para completar la descripción del escenario, el otro bloque de una posible interna nacional uniría al PTS con Izquierda Socialista, el cual ha reclamado la condena y poco menos que cárcel, grillete y celda de aislamiento para la “proscripta” (Bregman ‘dixit’) CFK.

Interrogante

Es claro entonces que el FIT-U no es una construcción política, ni un orientador de los trabajadores. El propósito de preservarlo, por medio de las PASO, reiteradamente denunciada como “proscriptiva”, es sólo como instancia de carrerismo electoral. La posibilidad de convertirse en canal político del activismo y de las masas, está ostensiblemente agotada. Se ha transformado, nada menos, que en una colectora o un ‘acople’, con perdón de las palabras. Las colectoras y los acoples pululan en Argentina como expresión de carrerismo. En el FIT-U prefieren mantener la ficción de lo contrario –de ahí que el insulto suplante a la caracterización, y la diatriba a las conclusiones políticas. Los militantes de todas estas formaciones están obligados a reflexionar.

Todo frente, si se piensa con seriedad, es una formación oportunista, porque reúne posiciones y estrategias divergentes. En determinadas circunstancias, con todo, pueden servir para que “el movimiento real” dé un paso adelante. Es considerablemente mejor un frente entre organizaciones con programas perfectamente delimitados unos de otros, que una disolución en un partido común, como el PTS lo ha propuesto en forma reiterada. El frente tiene sus limitaciones y sus ventajas; desenmascara, al ampliar el campo de acción, el charlatanerismo que se esconde detrás de posiciones supuestamente revolucionarias. Es con esta concepción que hemos impulsado el FIT en 2011; durante un breve período sirvió para potenciar luchas importantes y para obtener resultados políticos demostrativos, como derrotar al peronismo en la capital de Salta en 2013. En este período, los planteos y debates políticos dominaban sobre maniobras y reyertas faccionales, de todos modos, penosas, protagonizadas por quienes se quejan hoy de los ataques que reciben.

Es tan clara la impostura carrerista que nada de esto se discute con los trabajadores. A los militantes y al electorado se les ofrece compartir el cuarenta aniversario de la salida del gobierno militar para discutir acerca del “fracaso de la Democracia”. Pero la explotación del “fracaso de la democracia” es el discurso del proto fascismo y de Milei. Gran parte de la acción del FIT-U consiste en mimetizarse con Milei, que también es un carrerista que “se planta”.

Jugar a la “unidad” en medio de una diatriba es una expresión de completa descomposición política. Las disputas en el FIT-U son ajenas al más mínimo interés de los luchadores y las masas.

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