Escribe Olga Cristóbal
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La huelga de guionistas que paraliza Hollywood ya cumple un mes y afecta severamente la producción, incluidas series aclamadas como Misión Imposible, El cuento de la criada y Cobra Kai, además de éxitos de audiencia como Wednesday (Netflix) y Bob’s Burgers (Fox). A la noche, las cadenas de televisión de Estados Unidos emiten repeticiones. Muchas producciones frenaron las grabaciones y otras se han quedado sin quién escriba los guiones para los estrenos de la temporada 2023-2024.
Este 5 de junio los huelguistas recibieron un importante espaldarazo cuando 65.000 actores -el 98% de los afiliados a los dos principales sindicatos, Screen Actors Guild y American Federation of Television and Radio Actors, SAG-AFTRA- votaron sumarse al paro si la patronal no mejora el contrato colectivo que vence el 30 de junio.
El voto no supone el inicio de la huelga, sino que autoriza al sindicato a convocarla una vez que los contratos hayan expirado. Una huelga de SAG-AFTRA, sumada a la de los guionistas, frenaría totalmente la industria. No hubo huelga de actores contra los estudios de cine y televisión en los últimos 33 años.
Fran Drescher, dirigente de Screen Actors y protagonista de la serie La niñera, señaló: “Nos hemos unido codo con codo para lograr un nuevo contrato que honre nuestra contribución a la industria y que refleje el nuevo modelo de negocio digital y de streaming, que pueda modernizar nuestra cobertura y cubrir nuestras preocupaciones”.
Es un mensaje de fuerza ante las “negociaciones más significativas de la historia del sindicato” por el alza inflacionaria, la caída del salario y “la promesa de irrupción total que representa la inteligencia artificial”.
La votación aguó el publicitado festejo de los grandes estudios por haber llegado a un acuerdo con el sindicato de directores, el Directors Guild of America. El DGA en toda su historia convocó a una sola huelga, en 1987, que duró menos de 20 minutos.
Los términos de ese acuerdo aún no fueron revelados a la prensa ni a los demás gremios. Sin embargo, en la negociación con los directores la patronal se mostró más flexible, con el propósito de dividir a los trabajadores y debilitar la huelga. Aparentemente, habría admitido un incremento del 76% del monto que reciben por los “residuales”, la transmisión de series y películas en el extranjero, que ronda los 90.000 dólares en tres años.
Los guionistas también pidieron aumento de “residuales” pero la Alianza de Productores de Cine y Televisión se negó siquiera a discutirlo con ellos. La Alianza representa a más de 350 estudios de Hollywood, cadenas de televisión y compañías de transmisión. A nadie sorprendió la traición de la burocracia de la DGA, en la gran huelga de 2007, también fue la que rompió el frente único de los trabajadores de los grandes estudios y aisló a los combativos guionistas, facilitando el triunfo de la patronal.
Una huelga de los actores (SAG-AFTRA) sería un impulso decisivo: dejaría a los escenarios sin ningún tipo de actores, incluidos los de doblajes, modelos, cantantes, DJ’s, locutores, presentadores de televisión, periodistas televisivos y titiriteros. Y hasta los meteorólogos de los informativos televisivos.
Sin embargo, llama poderosamente la atención que los sindicatos y la patronal hayan convenido un “apagón de medios” durante las negociaciones con la excusa de rehuir las presiones mediáticas. Por supuesto, es un embuste. De lo que quieren liberarse es de las presiones de sus bases. La pérdida de la estabilidad laboral y de los ingresos solo se explica por la complicidad y las concesiones de décadas de la burocracia sindical de la industria del cine.
Este choque entre los grandes estudios y los trabajadores se produce en lo que coinciden en llamar la edad de oro de la televisión, no solo por la calidad de la producción sino por las ganancias siderales que perciben Netflix, Amazon, HBO Max, Disney y las otras grandes compañías.
A partir de 2010, las plataformas de streaming necesitaron ofrecer gran cantidad de contenidos variados y de calidad, y empezaron a contratar cada vez más guionistas. Sin embargo, a medida que los guionistas de televisión acudían en masa a Los Ángeles y a Nueva York, los salarios bajaron verticalmente y se destruyó la estabilidad laboral. La fórmula fue contratos más cortos y salarios más bajos, lo que obligó al multiempleo de los guionistas.
Los guionistas quieren aumentar el salario mínimo; que los guionistas de las plataformas de streaming reciban los mismos derechos de autor que los guionistas de cine; acabar con las “minisalas”, donde pequeños grupos de guionistas elaboran guiones a destajo en condiciones de total inestabilidad.
Otro punto clave, que la patronal se negó a incluir en las negociaciones, es limitar el uso de la inteligencia artificial en la producción televisiva y prohibir que reemplace el trabajo de los guionistas.