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La Cámara de Diputados de Misiones ha aprobado la ley de bioinsumos que, además de establecer algunas generalidades para la investigación, desarrollo y producción, en su artículo 7 prohíbe la aplicación del glifosato, sus componentes y sustancias afines. Esta ley ha recibido el apoyo del gobierno nacional a través del Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible. Juan Cabandie afirmó: “Es un camino que va creciendo en el mundo” (https://misionesonline.net/2023/06/27/cabandie-ley-de-bioinsumos-3/)
El glifosato es un herbicida de amplio espectro que, en cultivos de semillas genéticamente modificadas, elimina la hierba que compite por los nutrientes con el vegetal cultivado y por lo tanto afecta la producción final; en Misiones también se aplica en los yerbales y teales para control de malezas. La aplicación del glifosato permite el cultivo directo, es decir, sin tratamiento mecánico del suelo (arado y rastra), permitiendo una mayor conservación del suelo en términos de su estructura por lo que favorece la continuidad de cultivos; estudios comparativos demuestran que, a largo plazo. el trabajo mecánico y la aplicación del glifosato perjudican por igual a los suelos.
El glifosato no es el único herbicida que se usa en Misiones pero sí es el único de amplio espectro, mientras que los otros se orientan a hierbas de distintas morfología y por lo tanto el primero representa una ventaja económica respectos de los segundos también prohibidos por la ley citada.
La Sociedad Rural ha puesto el grito en el cielo por la prohibición. No es para menos: sin glifosato (o alternativos), el desmalezamiento debería ser manual y con auxilio de herramientas, lo que significa mayores gastos y potencialmente una valorización de la mano de obra a la que quieren pagar menos que un plan asistencial. Siempre queda la posibilidad del contrabando de herbicidas desde Brasil o Paraguay.
En la misma ley se fija un plazo de dos años para la ejecución de la prohibición. En ese mismo tiempo se establecería qué sustancias podrían ser capaces de reemplazar a los mencionados herbicidas. Si se previera que el reemplazo fuera local, la situación no parece ser muy auspiciosa: lo único que se conoce de investigación y desarrollo -vinculado a la Biofábrica- está aún en pañales, y aunque en algunos medios se difundió la existencia de una empresa local de bioinsumos, ésta tiene aprobado solamente un fungicida y herbicidas aún en proceso de desarrollo. Los organismos científicos provinciales, sin embargo, han sido vaciados. El CEDIT, organismo de investigación provincial, no tiene recursos – a los investigadores se les pagaba con la gaseosa y el sándwich. La Universidad de Misiones (UNaM) tampoco tiene suficientes recursos para emprender esta tarea en dos años. Esto abre la puerta a convenios de cooperación público-privados, como los que sistemáticamente fomenta el MinCyT en todas las esferas de la labor científica estatal. Esto no soslaya la posibilidad de enfrentamientos, nada más y nada menos, que con el monstruo farmacéutico Bayer, que le ha torcido el brazo a muchos gobiernos incluso en su país de origen, Alemania. Pero no estaríamos ante la versión local de David contra Goliath: el portal planbmisiones.com informa que, en el receso legislativo, Carlos Rovira (ex gobernador, presidente de la Cámara de Diputados y principal dirigente del Frente Renovador) viajaría a Francia y Alemania para hablar de la nueva ley.
Otro portal, Economis.com, en el desarrollo de la nota sobre este problema introduce que “Pese a la resistencia de algunos sectores, la ley da un paso adelante incluso de la industria pesticida. La multinacional Bayer apuesta por el mercado potencial de la agricultura regenerativa para duplicar las ventas de su división Crop Science, hasta superar los 200.000 millones de euros anuales.” Y en la misma nota afirma que “La cartera de nuevos proyectos incluye algunos como el sistema Preceon Smart Corn, rasgos de nueva generación para el control de plagas y malas hierbas en maíz y soja, trigo híbrido, arroz de siembra directa, una nueva molécula herbicida y dos nuevos fungicidas”.
Entonces hay una ley que en que se propone prohibir una sustancia herbicida en dos años en pos de la “sostenibilidad”, un tiempo máximo para dar vía libre a ensayos y aprobación de sustancias, cuya eficacia no se conocen en campo, a una única empresa : Bayer. Esto se parece más a la creación de un gran bioterio* en libertad donde todos somos cobayos.
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