Escribe Julio Gudiño
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La huelga del SUTNA prevista para este jueves 27 y la movilización al Ministerio de Trabajo se levantaron luego del acatamiento de la conciliación obligatoria dictada por la ministra Kelly Olmos. La directiva del SUTNA (no hubo asambleas) justificó su posición en la expectativa de que el artitraje estatal sea “utilizad(o) para llegar prontamente a un acuerdo en el marco de lo justamente reclamado por los trabajadores”.
El pasado lunes 24, las asambleas convocadas por los cuerpos de delegados de las tres grandes fábricas (Fate, Pirelli y Bridgeston) habían votado parar. Las patronales niegan el ingreso de los representantes gremiales a los lugares de trabajo. Con cada cambio de turno se realizaban asambleas que refrendaban la medida de fuerza. El bloqueo a los delegados es el primer paso de un locaut patronal.
El parazo de los obreros del Neumático había encendido varias alarmas. Un editorial de El Cronista (18/7) caracterizaba que la lucha del Neumático podía convertirse en el “cisne negro” que golpeara las discusiones de Massa con el FMI. El sindicato reclama un incremento “por encima de la inflación”, mientras que las patronales ofertan 67% de aumento sobre el salario de julio, a cobrarse en cuatro cuotas hasta marzo de 2024. El SUTNA denuncia el planteo patronal como una “rebaja salarial” dadas las previsiones inflacionarias mayores. Las patronales se refugian en “la responsabilidad de afianzar la sustentabilidad de esta industria”, o sea sus beneficios. Luego de los impuestos fijados a las importaciones, la perspectiva de aumento de precios al consumidor ha crecido fuertemente. La política del Ministerio es valerse de la conciliación obligatoria hasta la realización de las PASO. El “acuerdo pronto” reclamado por la directiva del SUTNA no verá la luz.
En el conflicto del año pasado, el entonces recién asumido ´súperministro´ de Economía reunió de emergencia a las cámaras patronales y a la burocracia de la CGT para quebrar la huelga del Neumático y al mismo sindicato. Blandió la amenaza del Código Penal y la apertura total de las importaciones de neumáticos. La conciliación obligatoria le ha servido a Massa para esconderse detrás de la campaña electoral.
La burocracia de la CGT y la CTA vienen pactando paritarias con cláusulas de flexibilidad laboral, salarios básicos en la línea de indigencia y “conformados” de pobreza -atados a cláusulas de productividad, presentismo, etc. El kirchnerista Furlán levantó las medidas de fuerza de la UOM a cambio de un aumento de 38% en cuotas no acumulativas y un bono de 60 mil pesos por única vez, pero queda pendiente discutirse la rama siderúrgica, que abarca a las grandes plantas. La UTA, en el subte, selló una paritaria a la baja que incluye un 15% de bonificación por “presentismo”. Por su parte, la burocracia del Comercio (FAECyS) acaba de acordar un aumento para trimestre julio-septiembre de 22% en cuotas.
El gobierno y la burocracia de la CGT han impuesto un equilibrio entre el Estado y la clase obrera cada vez más inestable. Esto explica el temor al “cisne negro”, un hecho relativamente imprevisto que no queda aislado sino que patea todo el tablero. Las expectativas de un “pronto acuerdo”, en conformidad con lo que reclama el sindicato, está fuera de una previsión real. Las conciliaciones obligatorias son un arma de estatización de los sindicatos, por eso deben ser evaluadas con cuidado por medio de plenarios y asambleas generales. En especial cuando las patronales aplican un estado de sitio en las empresas, al bloquear el ingreso de los directivos seccionales.
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