Escriben Andrés Soko y Julio Gudiño
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La educación está tensionada, tironeada, desde hace décadas por dos orientaciones de contenido capitalistas que esbozan modos disímiles para el desenvolvimiento de dicha actividad. Por un lado, se plantea que la educación debe garantizar una formación basada en los saberes para asegurar el pasaje de la niñez al mundo adulto mediante la adquisición de los conocimientos necesarios para la ciudadanía, para el trabajo o para continuar estudiando. Desde el otro lado, se postula que la educación debería promover habilidades, capacidades y competencias sin centrarse en saberes determinados. Las tensiones entre ambas miradas expresan la crisis del conjunto del sistema educativo argentino tal cual como lo conocíamos hasta mediados y finales de la década del 90´.
La propuesta educativa en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires plantea una modificación curricular “que debe ser personalizada y estructurada por áreas de conocimiento para fortalecer la autonomía y el compromiso de los/as estudiantes” (p. 24) Se busca "incorporar metodologías innovadoras que reemplacen formas de enseñanza más tradicionales, promoviendo un aprendizaje centrado en el desarrollo de capacidades y habilidades”, para lo cual se busca “la integración de herramientas tecnológicas, la organización de talleres y seminarios multidisciplinarios y la promoción de trabajo por proyectos” pero también “instancias de aprendizaje fuera del aula ya que estas permiten a los/as estudiantes relacionarse directamente con el mundo laboral” (p. 25). En la provincia de Buenos Aires, con la promoción del gobierno “nacional y popular” de Kicillof, se puso en marcha una reforma de los regímenes académicos y diseños curriculares en sintonía con la aplicada por el macrismo que degrada la calidad educativa y flexibiliza la labor docente, especialmente en el nivel secundario y terciario
Bajo el plan Buenos Aires Aprende se plantea el objetivo educativo de "repensar el sistema de acreditación de los aprendizajes, para que cada uno/a de los estudiantes tenga un trayecto personalizado de acuerdo con sus capacidades y necesidades particulares” esto promueve “más flexibilidad” y “supone habilitar distintos formatos de cursada”. En este documento marco se afirma que "la carga horaria actual organizada a partir de asignaturas disciplinares no favorece la construcción de aprendizajes genuinos y significativos” y que son estos formatos los que “obstaculizan los procesos de innovación, el trabajo colaborativo de los/as docentes y la motivación de los/as estudiantes", es decir que las asignaturas serían las causantes de los problemas actuales educativos. Por eso se insta a reemplazar las asignaturas por “campos de conocimiento que compartan objetos de estudio, metodología de abordaje, lenguajes o modos de comunicación, entre otros" (p. 39).
Para la continuidad de los aprendizajes se plantea “una serie de contenidos nodales, es decir, aquellos contenidos indispensables para la continuidad de los aprendizajes en cada área de conocimiento porque resultan estructurantes de la experiencia formativa de los/as estudiantes y aportan al desarrollo de las capacidades transversales." (p. 38) La renovación educativa que impulsa esta propuesta educativa imparte que “las experiencias en las que participan los/as estudiantes estarán mediadas de manera progresiva por tecnologías digitales y aplicaciones de inteligencia artificial ampliando los límites espaciales y temporales del aula" (p. 33). En una entrevista, la ministra de educación ha ido más lejos al plantear que *“el celular transfiera contenidos” *.
La denominada actualización del régimen académico , en la Provincia de Bs As, implica la modificación de las formas de enseñanza y aprendizaje afectando la organización escolar, las funciones docentes y el alcance de los contenidos y de las posibilidades de enseñanza y de aprendizaje. Desde la Dirección General de Cultura y Educación se propone, en el nivel secundario, suprimir la repitencia e implementar un sistema de acreditación por materias. La presente actualización del régimen académico reorganiza los modos de estar en las instituciones educativas, quedando para el próximo año la modificación de los diseños curriculares. No obstante, en dicha resolución se puede leer que “se incentiva al trabajo conjunto entre docentes, a los fines de abordar por áreas o de manera interdisciplinaria casos, problemas, elaboración de proyectos compartidos según acuerdos institucionales” (p. 32).
La modificación de los modos organizativos para la educación y la enseñanza implica una multiplicidad de tareas para el rol docente porque deberá, en primer lugar, planificar para los estudiantes que estén en el curso sin adeudar materias, en segundo lugar, establecer una planificación para aquellos estudiantes que deberán intensificar esa materia en ese año en curso y, en tercer lugar, planificarán para los estudiantes que cursando en otro año deberán recursar esa materia en particular y se presentará una cuarta situación posible cuando se genere que los estudiantes que ingresaron en ese curso y en ese año comiencen a decaer en su rendimiento que implicará una planificación específica para impartir una profundización que no será la misma expresada con anterioridad en el segundo punto. Esto requerirá de una modificación en los modos de planificación, de atención y de intervención docente en el medio áulico. Los docentes deberán planear clases divergentes en un mismo espacio y tiempo áulico. Se presentan en cuerpo y alma el afán de aumentar la intensificación del uso de la fuerza de trabajo docente a caballo de una reforma laboral de facto.
En el ámbito académico se ha promovido la concepción de que atravesamos tiempos de incertidumbre, lo que ha ido estructurando prácticas educativas que hoy tienen su corolario en las actualizaciones del régimen académico de Provincia de Buenos Aires y también en la modificación que imparte la Ciudad de Buenos Aires a través de la reforma denominada Buenos Aires Aprende.
El planteo de una sociedad incierta es habilitante de la indeterminación, no sólo ante los acontecimientos históricos, sino también de los objetivos educativos. La indeterminación abre el camino para enarbolar como elemento central de la enseñanza las trayectorias individuales de cada estudiante, en contraposición a las asignaturas y a sus contenidos. Este proceso de descentralización del acto educativo que atiende al “individuo” y la “particularidad” es presentado como “la promoción de derechos, políticas de inclusión y cuidado y la profundización de la democratización (…) que refleje la pluralidad de voces” (abc.gob.ar). El presente así definido es utilizado como fundamentación para promover modificaciones en la organización escolar y en los modos de enseñar.
La realidad de los estudiantes que ingresan a las aulas establece los condicionantes sociales a través de los que se abre paso la flexibilidad de la tarea docente, en las aulas. Porque dichas necesidades que emergen en el espacio áulico alteran la actividad docente exigiendo que modifique sus métodos para promover aprendizajes. Ante esta realidad, que se aprecia en las aulas de todos los niveles educativos y sin distinción entre las modalidades de gestión, la docencia ya viene alterando sus prácticas y los criterios de evaluación y acreditación. Sobre la base de una generalizada caída en los niveles educativos es que la burocracia sindical se permite expresar que las nuevas modificaciones son parte de tareas que ya se venían desarrollando y por lo tanto esta reorganización del régimen académico contempla funciones de los docentes. Es el modo en que la burocracia sindical docente se entrelaza con el gobierno.
La lectura, que supo ser una tarea central de la educación para formar y fortalecer a los individuos con la perspectiva de un proyecto continuo de vida, presenta signos de retroceso y atrofia. Estas condiciones que se expresan en el ámbito escolar, fuerza a la docencia a buscar distintas propuestas didácticas, a flexibilizar los materiales de la enseñanza y diversificar las propuestas de actividades educativas, llegando a niveles básicos para promover determinados aprendizajes. Las políticas educativas promovidas por Menem-Kirchner-Macri, desde la L.F.E a la L.E.N, acompañadas por las burocracias sindicales docentes profundizaron la crisis educativa que se observa en la caída de la calidad académica, la flexibilización laboral docente y la crisis de infraestructura a escala nacional.
Ante esta situación la docencia observa dos tendencias, aparentemente, contrapuestas en las orientaciones educativas planteadas. Por un lado, aquella concepción mediante la cual la educación es un instrumento para garantizar una formación basada en los saberes capaz de asegurar el pasaje de la niñez al mundo adulto mediante la adquisición de los conocimientos necesarios para la ciudadanía, para el trabajo o para continuar estudiando. Desde el otro lado, se postula que la educación debería promover habilidades, capacidades y competencias sin centrarse en saberes determinados, apuntando a formar ciudadanos del mundo que sean capaces de afrontar los desafíos, inciertos, del porvenir.
Las dos modalidades educativas aquí expresadas conciben, en común, que el propósito educativo es el mercado de trabajo, un objetivo ajeno a la educabilidad. La crisis educativa del presente encuentra en el significante “sociedad de la incertidumbre” una categoría compartida entre ambas apreciaciones educativas y establece, de ese modo, la valoración de la indeterminación como forma de vida. Una sociedad de incertidumbre no requiere de certezas por lo cual el discurso sobre la defensa del conocimiento en asignaturas en el nivel medio comienza a cuestionarse. Del mismo modo, el desarrollo del capitalismo en profundidad y la reproducción ampliada del capital producen un salto inédito de la población obrera sobrante para el capital y su impacto es devastador en el mercado de trabajo. Entonces, se busca desarrollar habilidades para estar a libre disposición y disponibilidad de las demandas del capital, en la presente etapa del capitalismo, donde su crisis de descomposición se expresa en una guerra mundial en curso y desarrollo.
El incremento de la fuerza productiva del trabajo mediante el desarrollo del capital constante (maquinaria) provoca la disminución del requerimiento de fuerza de trabajo (trabajadores); si, además, esta fuerza productiva para ser operada requiere de acciones intuitivas (simplificadas por las tecnologías) entonces ni siquiera se requiere una formación de masas sobre especificidades, sino que la educación masiva debe tener un amplio alcance. El aumento de la productividad del trabajo a través del crecimiento del capital constante implica la caída de la tasa de ganancia y esto no porque el trabajo sea menos productivo sino, todo lo contrario, porque lo es cada vez más. El alcance de esta situación es crucial porque coloca en el centro de la crisis educativa al sistema capitalista. La educación, pero también la vida misma, se vuelve incompatible con el capitalismo. La educación en tiempos de guerra busca reforzar a las instituciones pedagógicas como centros de formación básica. No se requiere, en la época actual del capitalismo, de una formación científica. La especificidad queda así destinada a quienes puedan sostener su propia carrera académica realizando especializaciones o postítulos o posgrados pagos.
El predominio de un discurso didáctico-pedagógico en tiempos que se definen como inciertos concibe al espacio educativo como un lugar de cuidado y sociabilidad, que promueva la terminalidad como manifestación de aprendizaje y donde se estimula el desarrollo de las denominadas trayectorias educativas con la finalidad que cada estudiante adquiera los aprendizajes de los que sea capaz. Bajo la consideración que el mundo es complejo, flexible e indeterminado se promueven explicaciones que instan a la educación a buscar el desarrollo de las habilidades de las personas, un conocimiento general y la preparación emocional para asumir un recorrido individual para el desarrollo de la propia vida. El alcance de estas apreciaciones es de índole internacional ya que este tipo de discurso es promovido por organismos internacionales, como la UNESCO, la OCDE, UNICEF, entre otros.
A fines de 2021 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) presentó un informe de política educativa que, tomando en consideración la pandemia, la crisis climática y humanitaria, estableció una perspectiva que, en el presente, es acorde a los tiempos de la guerra mundial en curso. Este informe, llamado “Reimaginar juntos nuestros futuros: un nuevo contrato social para la educación” (2021) * inicia afirmando que *“la humanidad y el planeta Tierra están amenazados” y que es imperioso hacer un llamamiento a los sistemas educativas para intensificar “esfuerzos colectivos en la creación de capacidades generales” porque el conocimiento no debe ser “el elemento dominante" ya que las asignaturas “levantan fronteras disciplinarias” (p. 66). Las modificaciones apuntan, entonces, a “la organización de los planes de estudio y de la pedagogía” con la finalidad de que se vinculen “el ámbito cognitivo con las habilidades de resolución de problemas, la innovación y la creatividad” incorporando “el desarrollo del aprendizaje social y emocional y el aprendizaje sobre uno mismo”. Esta política requiere, entonces, “la reformulación del trabajo de docente” que debe apuntar a reforzar “la dimensión polifacética de la educación para alumnos diversos”, se busca “estructurar un aprendizaje interdisciplinario basado en problemas y proyectos” (p.54), una educación que establece la perspectiva del fin de las asignaturas, la modificación del rol docente y la alteración de las relaciones educativas.
La sociedad de la incertidumbre habilita a plantear que "los gobiernos, los educadores, los empresarios” colaboren en identificar los tipos de ocupaciones y trabajos que las sociedades van a fomentar de ese modo los sistemas de educación y formación podrán “utilizar mejor esta información para ajustar sus programas y ofrecer opciones de aprendizaje relevantes para el mundo del trabajo." (p. 45) Reconociendo que el mercado de trabajo y el empleo están en crisis proponen “priorizar la capacidad de los alumnos para crear valor” (p. 47), de manera que la sociedad de la incertidumbre se entrelaza con la denominada sociedad del conocimiento (eufemismos para no hablar de la sociedad capitalista) y se borra la categoría de trabajador, que pretende ser reemplazada por el estudiante como sujeto autónomo e independiente. La explotación infantil a la orden del día, el retorno al siglo XIX.
El informe expresa que presenciamos "el auge de las economías “gig”, de trabajadores autónomos y emprendedores, y de un futuro que, muy probablemente, reforzará la importancia de la economía informal para miles de millones de personas en todo el mundo” (p. 45), se suma a esto las oleadas migratorias por factores climáticos, por la búsqueda de pretendidas mejoras en la calidad de vida y, fundamentalmente, por las guerras imperialistas en curso que tienden a dominar el escenario internacional. El informe toma registro de un "rápido crecimiento de la población joven en algunas regiones” y que “agravará el desempleo juvenil y las presiones migratorias" y en otras regiones se deberá enfrentar "al envejecimiento de la población y a una presión adicional sobre la seguridad social..." (p. 46), donde la receta es ampliar la edad jubilatoria y una confiscación al salario diferido.
No obstante las inquietudes planteadas y las propuestas, el informe de la UNESCO afirma que independientemente de la calidad de los trabajadores, el mundo podría “simplemente quedarse sin puestos de trabajo en la economía formal debido a los revolucionarios avances tecnológicos" (p. 47), dejando planteado de este modo el alcance potencial de la crisis que se avecina para el género humano y el rol de la tecnología bajo la orientación social del capitalismo, la cual acreciente el trabajo desvalorizado, simplificado y en consecuencia una simplificación de los contenidos a aprender que pueden ser adquiridos o utilizados mediante el acceso a dispositivos.
El informe menciona que “necesitamos nuevas pedagogías, nuevos enfoques de los planes de estudio, un nuevo compromiso con los profesores, una nueva visión de la escuela y una nueva apreciación de los tiempos y los espacios de la educación.” (p. 49). Pedagogías para tiempos de incertidumbre laboral, flexibilidad laboral, incertidumbre personal y conflictividad social; modificar los enfoques de los planes de estudios a los fines de orientarlos a las demandas irregulares, espasmódicas de las demandas laborales y de la dinámica de la acumulación de capital. El nuevo compromiso con los profesores conlleva a la introducción de la informalidad en la educación; docentes a los que se los pretende reconocer por poseer “talento” para desarrollar su actividad; “es necesario crear un proceso continuo de apoyo a la profesión que incluya la selección de candidatos con talento” (p. 23), pero el talento ¿es acaso una propiedad que va reñida con la profesionalidad?
Al promover “una nueva visión de la escuela y una nueva apreciación de los tiempos y los espacios de la educación”, se abrirán paso las políticas educativas que apuntarán a promover la educación por etapas de aprendizaje, por qué no cursos breves y específicos sobre temáticas circunstanciales, o por materias en particular. Una educación general, de conocimientos básicos para promover la gestión de cada estudiante de su propia trayectoria; la promoción de nuevos espacios de la educación es la posibilidad de impartir la educación en los ámbitos laborales e incluso los “home-schooling”. Formas de anular los costos que puede requerir promover la educación para todas/todos.
La revalorización “del tiempo escolar” que impone el nuevo Régimen Académico en la secundaria bonaerense implica una reforma laboral encubierta porque se crean nuevas tareas laborales para los trabajadores docentes sin aumento salarial. Por ejemplo, los preceptores tendrán que llevar los estados administrativos de los estudiantes del ciclo lectivo y de los que intensifican. Además, los preceptores y el EOE deberán integrar el Equipo de Definición de las Trayectorias Educativas, cuya tarea consiste en evaluar cada una de las “trayectorias educativas” y elaborar “un Plan de Acompañamiento” para la intensificación de la enseñanza de cada alumno/a. Ninguna de estas tareas estaba normada como funciones de los preceptores y del EOE, quienes ya tenían bastante con las labores que llevan a cabo en un cuadro de sobrecarga laboral como consecuencia de falta de nombramientos de cargos. En el caso de los profesores, como se planteó más arriba, van a tener que trabajar con los alumnos del ciclo lectivo y al mismo tiempo intensificar con alumnos de ciclos lectivos anteriores, sea a contra turno o en el mismo turno. El profesor asume en el contexto áulico, como mínimo, tres tareas: planificar para los estudiantes que estén en el curso sin adeudar materias, planificar para los estudiantes que deberán intensificar esa materia, planificar para los estudiantes que, cursando en otro año, deberán recursar esa materia en particular y potencialmente, cuando el estudiante que está acorde en tiempo al curso en el que se encuentra, empieza a decaer en su rendimiento y requiera de una intensificación que no será la misma que la planeada para los mencionados en los puntos anteriores. Obviamente, este desdoblamiento de la actividad pedagógica (trabajar con grupos de estudiantes que parten de saberes y aprendizajes diferentes) redundará en una caída de la calidad del proceso educativo, porque un docente frente al aula deberá realizar una multiplicidad de tareas que descalificarán la actividad de la enseñanza de contenidos. En conclusión, se crean nuevas tareas docentes sin nombrar más docentes, lo que redundará en una sobrecarga laboral y en un aumento de la intensificación del uso de la fuerza de trabajo. Es en este punto que cobra sentido la insistencia de los documentos elaborados por la UNESCO y por el gobierno bonaerense que colocan al “uso del tiempo escolar” en el centro del debate con el objetivo de exprimir al máximo al docente durante la jornada laboral, sin importar cómo afecta la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje ni los efectos destructivos para la salud física y psíquica del trabajador docente que, debido al derrumbe del salario, está obligado a trabajar 12 horas por día para arrimarse a la canasta familiar valuada en $1.600.000.
El documento ofrece un plan de estudio “para un planeta dañado”, mediante el cual propone que consideremos “un retorno a la vida silvestre de los planes de estudio mediante el desarrollo de una profunda conectividad con el mundo natural y la adopción de la biósfera como un espacio educativo”, también insta a incluir “conversaciones intergeneracionales en torno a prácticas de saber relevantes para la convivencia con el planeta”, en sintonía con las prácticas que “tienen lugar en numerosos movimientos dirigidos por jóvenes y comunidades” (p.69). En tal sentido el “conocimiento indígena” puede promover que “los estudiantes sean conscientes de que forman parte de la comunidad natural y que pueden aprovechar los valores, las prácticas y la conciencia espiritual que han permitido a la humanidad vivir en armonía con el planeta durante milenios”, se busca en el informe estimular “los conocimientos y enseñanzas indígenas basados en la tierra y el agua, así como muchas cosmologías africanas y asiáticas, plantean relaciones en las que los no humanos son entendidos no solo como seres con sus propios derechos, sino como educadores y maestros con los que los humanos pueden aprender” (p. 117) es decir que la enseñanza puede recaer en los misterios de la pachamama, de la madre tierra y de las concepciones que nos hacen uno con la tierra y la naturaleza. La UNESCO se hace la ignorante de la experiencia del indigenista Evo Morales con quien las reservas de gas de Bolivia se han visto sobreexplotadas reduciendo las mismas a un mínimo histórico. En vez de promover la ciencia, enriquecer el intercambio y la estimulación del conocimiento, promueve formas premodernas de acercamiento a la naturaleza.
El aprendizaje en distintos tiempos y espacios pretende "dar prioridad a la educación que apoya el trabajo cotidiano de preparar y cultivar alimentos, así como a la educación que apoya la crianza y el mantenimiento de las familias” (p. 119), es la promoción de una educación para la autosubsistencia por medio de la producción de los alimentos a nivel individual, el cuidado de la familia y su mantenimiento porque la población obrera sobrante para el capital no tendrá otra forma de producir y reproducir su fuerza de trabajo. En pleno siglo XXI se nos plantea un retorno a las esferas de la vida de los vulgos, de las cosechas y de las parcelas. El nuevo contrato educativo es un retorno a la edad media (cada familia de la población obrera sobrante producirá, sin medios de producción a disposición, sus medios de vida).
En nombre de una perspectiva de género el informe plantea que “cuidar, atender, dar y recibir cuidados debe incluirse en los planes de estudio que nos permitan reimaginar juntos nuestro futuro interdependiente”, se expresa como proyecto educativo que hombres y mujeres se formen en las tareas de cuidado. Ninguna mención, claro, a que el Estado o los grandes empresarios asuman los gastos de cuidado intrafamiliar que realizan, mayormente, las mujeres. Por el contrario, la UNESCO con un artilugio discursivo y academicista incorpora a la tarea de los cuidados a los hombres. Mujeres y hombres asumiendo las tareas de cuidado familiar, en marcos de crisis laborales, desocupación y aumento de la pobreza.
Para lograr estos lineamientos la UNESCO impulsa reformas educativas que implican, entre otras cuestiones, una reforma laboral para quienes integran el plantel docente porque al plantear que “las escuelas deben romper con los modelos organizativos rígidos y uniformes que han caracterizado gran parte de su historia en los últimos dos siglos” (p. 102), afectando directamente a las asignaturas y el contenido escolar.
La propuesta apunta, también, a reorganizar la responsabilidad escolar a los fines de pasar “de un modelo de cumplimiento de los programas a un proceso de evaluación de los logros y de concreción de objetivos compartidos” (p. 106), se pretende que la educación tome en consideración los avances logrados por los estudiantes, aunque no hayan alcanzado los objetivos curriculares establecidos, por tal motivo se insta a modificar los diseños curriculares y construir un saber común.
A los fines de modificar la profesión se plantea, también, el cambio en “la organización de los planes de estudio y de la pedagogía” con la perspectiva de “fomentar de forma natural la colaboración”. Se pone en cuestionamiento la actual organización educativa debido a que la misma hoy se encuentra con docentes brindando clases en cada aula; por lo tanto, se promueve que el aprendizaje se organice “en una diversidad de espacios y tiempos a partir de problemas y proyectos” (p. 87), con la consideración de que estas modificaciones promoverían la colaboración entre docentes quienes deberían encontrar en “los planes de estudio del futuro” un amplio margen de autonomía “que se complemente con sólidos apoyos, incluidos los que ofrece la tecnología” (p. 87). Esta reorganización promovería extender “el alcance del aprendizaje más allá de las aulas; replantearse los horarios y las estructuras de las clases para facilitar compromisos más profundos; y reflexionar sobre el potencial de la tecnología digital para apoyar lo que ocurre dentro de las escuelas” (p. 98). El informe insta a que las políticas educativas establezcan que los objetivos de la organización escolar esté centrado “en la inclusión y la colaboración” y que los aspectos propios del desarrollo académico, como ser “la excelencia, los logros, la calidad, la medición y el progreso” puedan “reajustarse de forma que incluyan en lugar de marginar” (p. 101), y así en una frase el documento refuerza la concepción acerca que la excelencia, el progreso, los logros son capaces de promover la marginalidad de individuos y que, en contrapunto, las prácticas de inclusión deberían excluir esas categorías.
La UNESCO se adapta al actual estado de situación que mediante las denominadas políticas de inclusión estimulan planes educativos que apuntan a continuidades pedagógicas con dudosos niveles de excelencia y de logros. No hay un planteo, por ejemplo, de promover y reforzar políticas de inclusión a través de alianzas estrechas que estimulen espacios y tiempos de planificación conjunta entre educación especial y de nivel, reconociendo que dicha tarea debe ser reconocida y solventada por las políticas educativas y no ser concebidas como meras funciones educativas. Por el contrario “los tiempos y los espacios escolares deben servir como portales que conectan a los alumnos con los conocimientos comunes”. Una escuela de estas características, ¿qué sentido tiene para aquellos estudiantes que estén avanzando en sus trayectorias académicas y requieran de mayores recursos y desafíos académicos, intelectuales y emocionales para sostener su desarrollo creciente? Se desprende, entonces, que los estudiantes que vayan avanzando al ritmo escolar o más allá de los mismos, encontrarán en la institución educativa una traba. La escuela entonces acompañará a quienes más lo requieran y aquellos que no necesiten acceder a los conocimientos comunes, sino que exijan mayores conocimientos, se encontrarán limitados en las instituciones escolares. Estamos ante un paso firme en segmentar la educación y convertir a las escuelas de nivel en espacios de contención, de enseñanza básica y de habilidades sociales.
La escuela propuesta es meramente un espacio de estar, donde “algunos estudiantes estudian solos, conectados a Internet o no, y otros presentan su trabajo a compañeros y profesores”, también otros estudiantes pueden estar en contacto con “el mundo exterior, posiblemente en lugares lejanos”, es mediante esta consideración como el informe de UNESCO pretende estimular el desarrollo del aprendizaje en aquellos estudiantes que estén en proceso más allá de los ritmos medios del aula. Llegados a este aquí, debemos mencionar que el mejor alumno de la UNESCO en este punto es el gobernador “nacional y popular” de la provincia de Buenos Aires que impuso recientemente en el nivel terciario (Institutos de Formación Docentes) un nuevo Régimen Académico que habilita a los estudiantes a cursar en forma virtual “hasta un 30 % de las unidades curriculares del total de la carga curricular de cada carrera para planificar y (…) cada unidad curricular garantizará un mínimo de 51 % de presencialidad y un máximo de 49 % de la carga horaria total como complemento virtual a la presencialidad y sincrónica hasta un tercio de la carrera docente” (Régimen Académico Marco Jurisdiccional, Anexo 3). Por otro lado, la cursada virtual sincrónica o asincrónica implica, como lo puso de relieve la labor educativa durante la pandemia de Covid 19, un alargamiento de la jornada laboral docente un aumento en la intensificación de su uso.
La disyuntiva planteada entre una educación para los saberes o una educación para las habilidades y competencias, se ve resuelta por la presencia de las nuevas tecnologías que pueden funcionar como asistentes para la enseñanza y el aprendizaje. De manera que en la escuela se podrá ofrecer dinámicas áulicas que establezcan vínculos, actividades que generen lazos para la convivencia y se deje librado el contenido y aspectos de la enseñanza a una amplia variedad de dispositivos y aplicaciones (videos, tutoriales e incluso la inteligencia artificial). Bajo estas consideraciones se facilita, para la docencia que trabaja a contra turno y en condiciones agobiantes, delegar la planificación y la multiplicidad de tareas en los recursos tecnológicos cumpliendo, de esa manera, con la tan promovida trayectoria educativa de cada estudiante. Algo que fortalecerá y reforzará lo que sucede en la vida cotidiana con el uso de las redes sociales denominado sesgo de confirmación, mediante el cual cada uno recibe las noticias que le interesan y que se aproximan a sus gustos o percepciones ideológicas ya que el algoritmo establece y reconoce patrones de búsqueda de cada usuario. Con esta perspectiva, los estudiantes se desvanecen como sujetos de la educación, ante el reinado del algoritmo. El espacio y tiempo escolar empieza a ser regido y orientado por la lógica del ritmo de los algoritmos y de las tecnologías.
El auge de las tecnologías y la amplia variedad de dispositivos y aplicaciones han promovido una globalizada desvalorización y simplificación del trabajo que, en contrapartida, se convierte en la base de la simplificación de los contenidos para la enseñanza, algo que incluso reconoce el informe de UNESCO. El uso de las nuevas tecnologías deviene, en la vida cotidiana, en la simplificación para vincularse, en un acceso lábil al conocimiento, en adquirir información o saberes mediante imágenes o fragmentos breves (titulares cortos y de impacto, caracteres breves, predominancia de imágenes o emoticones). Todo lo cual actúa como medio de presión sobre la actividad educativa.
En el informe que pusimos de relieve se expresa que “los Estados parte tienen la responsabilidad de hacer que la educación primaria sea gratuita y obligatoria. La educación secundaria, en sus diferentes formas, debe estar disponible de forma general y ser accesible para todos. La educación superior debe ser igualmente accesible para todos en función de la capacidad individual." (p. 113) Hacemos notar que la educación que aparece como obligatoria solo es la del nivel primario. La educación secundaria está promovida como una institución accesible pero no obligatoria y, finalmente, la educación superior como una instancia educativa “en función de la capacidad individual”. Es decir, que estamos ante un retroceso educativo en cuanto a las normas de obligatoriedad. La educación universal y obligatoria es básica, la primaria y consecuentemente los restantes niveles quedarán a disposición de otros tipos de mecanismos. En nombre de las crisis presupuestarias será cuestión de tiempo para que los Estados dejen de considerar como obligatoria la educación secundaria y refuercen la promoción de la educación superior para aquellos que posean las capacidades individuales requeridas para ese formato educativo, pudiendo deducirse que en primer lugar las capacidades que se necesitan serán las de tener solvencia económica para dedicarse al estudio y sostener los gastos específicos de dicho nivel, Por otro lado, esta concepción es habilitante de la privatización de la educación superior ya que si acceder a ella será resultado de las capacidades individuales, entonces, la responsabilidad del Estado es la de asegurar la existencia de ofertas educativas.
Si a este informe sumamos lo que fuese firmado y promulgado en la Declaración de Incheon (UNESCO-BM, 2015), donde se señala que “la educación es un bien público, del que el Estado es portador”, considerando esencial el papel del Estado para “establecer y aplicar normas y estándares." (p. 113), se puede comprender que la política de anular la presencia del Estado es de carácter internacional e incluso anterior al gobierno liberticida argentino, porque se le propone que actúe como un gran organizador de las tendencias hacia la privatización de la educación. Al ser la educación un “bien público” que es portado por el Estado, pudiendo hacer diversos tipos de usos sin afectar la oferta de la misma, entonces emerge como garante de la existencia del bien educativo y, como en el sistema capitalista, todo bien es una mercancía debe realizarse en el mercado. La consideración de la educación como un bien requiere, entonces, de sus prestadores y de sus consumidores. Como todo bien, posee su valor de uso, pero también, su valor de cambio. Como todo bien, es intercambiable y debe ser realizable para no perecer como una sobreproducción. Si el bien educativo no puede ser realizado por el Estado este está, entonces, obligado a impartir las legislaciones necesarias que promuevan la existencia de actores que sean capaces de ofrecer ese bien que porta el Estado, pero que puede ser gestionado por instituciones privadas.
El documento afirma que "hacer frente a las múltiples crisis superpuestas que amenazan la supervivencia de la humanidad y del planeta exige un cambio de rumbo radical" (p. 125) y que ese cambio radical provendría de una reorganización educativa. Una encerrona porque deja a la escuela y la escolarización librada a los marcos de la organización social que ha llevado a la humanidad al borde de su extinción. La propuesta que enarbola este organismo es la de promover una "serie de organismos gubernamentales y no estatales” a los fines de trabajar juntos “para cumplir con los compromisos incumplidos del pasado y liberar el potencial transformador de la educación en el futuro" (p. 125), esta liberalización de las potencias educativas no apunta a buscar modos de vida alternativos a los que actualmente existen. Por el contrario, se promulga que se desarrollen sin limitaciones las condiciones vigentes de la educación, es decir que se estimula a la profundización de la privatización de la educación, a su descentralización y a sumergir la tarea docente en la técnica de reproductibilidad capitalista. Este informe se entrelaza con los nuevos requerimientos de la OTAN que, en palabras de su Secretario General, Mark Rutte hizo saber que “es hora de adoptar una mentalidad de guerra y de impulsar nuestra producción y gasto en defensa" y que ese tipo de gasto “significa gastar menos en otras prioridades” señalando que “los países europeos gastan fácilmente hasta una cuarta parte de su renta nacional en pensiones, salud y sistemas de seguridad social” y que en el presente se requiere de “una pequeña fracción de ese dinero para fortalecer nuestras defensas y preservar nuestro modo de vida”. El informe que presenta la UNESCO permite comprender cómo la crisis capitalista acelerada luego de la Pandemia, desemboca en una guerra de alcance mundial. Por eso es que este nuevo contrato educativo que se propone estimular el aprendizaje menos específico y concentra sus propuestas para un mundo en guerra. La guerra es, también, un paso más en la profundización de la tendencia a subsumir la educación al capital.
En nombre de la diversidad el rol docente debe pasar a ser polifacético, colaborativo y no representativo de una disciplina porque implicaría “límites fijos” o “fronteras disciplinarias”. ¿Qué se concluye de esto? Que es necesario un docente que no personifique una asignatura, que sea capaz de asumir diversos roles. No es necesario un docente que domine una disciplina y disciplinas auxiliares porque los estudiantes disponen de los “contenidos” en un click, en las redes sociales o a lo sumo en una página tipo Wikipedia. Lo que se modifica es que, la especificidad de la enseñanza se deja de lado convirtiendo a los centros educativos en espacios de mera socialización. La propuesta educativa conlleva, de este modo, a una descalificación de la profesión docente y consiguientemente a la descalificación de la enseñanza, de sus contenidos y de sus desafíos futuros. Asistimos al proceso de degradación de la profesión docente que requiere de una alta cualificación profesional y por tanto de un tiempo de trabajo social para su formación mayor que el de una fuerza de trabajo media normal. De la misma manera en que los artesanos fueron expropiados de su savoir faire por la revolución industrial inglesa, los trabajadores de la educación serán transformados en fuerza de trabajo media por la penetración de potentes ordenadores y de la IA en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
En el capítulo 5 del informe mencionado se habla que “la enseñanza es una vocación compleja, intrincada y desafiante que se mueve entre lo público y lo personal” (p. 84). La enseñanza sería, entonces, un acto de vocación y, por lo tanto, no una profesión. El alcance de esto es amplio porque una vocación no requiere de una remuneración, la vocación se porta o no se la porta. Es el esencialismo en la persona humana, vocación tenían los representantes de dios en la tierra dentro de las iglesias para enseñar. La era moderna enseñó que es posible formarse y adquirir conocimientos sobre las amplias leyes que rigen el acto de enseñar y aprender. La concepción de vocación reaviva las consideraciones premodernas vinculadas a una mirada basada en la fe y en las creencias. La vocación, como eso que uno porta, puede ser más allá de su formación y su desempeño; en tal sentido enseñar podría (potencialmente), cualquier persona. Es en estos marcos que se promueve introducir cambios importantes “en las políticas que rigen la selección, la preparación y la trayectoria profesional, así como la organización de la propia profesión” (p. 92), lo que implica una reorganización de las condiciones de trabajo. No debemos olvidar que este mismo documento explicita que el marco social e histórico en el que se inserta este nuevo contrato pedagógico es uno que está marcado y condicionado por la incertidumbre y la informalidad creciente en los puestos y en las propuestas de trabajo.
Una propuesta semejante se aprecia en el denominado informe Faure (UNESCO, 1972) que emergió ante un período de quiebra profunda de las relaciones económicas y políticas, es decir, sociales del régimen capitalista. La crisis del oro, del petróleo, las revueltas internacionales, la revolución de mayo en Francia, el Tlatelolco, México y otros tipos de rebeliones que dieron lugar a un proceso de *impasse *social y político que, mundialmente, fue resuelto con la instauración de dictaduras militares en América del sur y con gobiernos de índole conservadora, denominados neoliberales, en los países que orientaban las condiciones económicas y políticas del globo: EEUU y Reino Unido.
En estos marcos el rol del docente se concentrará en el acompañamiento y en la orientación de las trayectorias de niños, niñas y adolescentes. Se instruye al docente para que acompañe y promueva las diversas formas de aprendizaje, tomando en consideración cada avance o progreso según los logros posibles de cada estudiante. Estamos frente a la separación del docente del acto educativo convirtiéndolo en el asistente de los distintos saberes y de los diversos tiempos estudiantiles. La docencia, en su conjunto, asumirá tareas de organización. Frente a la realidad socioeconómica y la necesidad de más horas laborales, la docencia recurrirá a los aportes que puedan brindar los distintos dispositivos a los estudiantes, ya sea por medio de tutoriales y otras aplicaciones como la IA. Pero también, la docencia emergerá como gestor de terminalidad y acreditación de las trayectorias estudiantiles, la tendencia es, entonces, a vaciar de especificidad al rol docente, algo que podría generar que la aprobación y la promoción de acreditaciones sin límites.
Con las nuevas tecnologías se da un renovado salto para la explotación del trabajo docente a los fines de incrementar la valorización en su período de guerra. El proceso de valorización del trabajo, significa el incremento de productividad a través de mayores ritmos de trabajo gracias a la tecnificación y a un crecimiento de tareas más automatizadas y simplificadas, genera la subsunción real de la educación en el capital. La tecnificación se apropia de la subjetividad del docente produciendo así una reorganización del proceso educativo que estará orientado por las nuevas tecnologías. Asistimos a una alteración fundamental en la actividad educativa que pasa de desarrollarse, fundamentalmente, por el factor subjetivo a quedar condicionada por la autonomía del factor objetivo, lo que se denominó como “subsunción real”, que significa que los instrumentos de producción funcionan de manera autónoma. Reordenamiento en la actividad educativa la valorización del capital subordina el factor subjetivo, es decir las cualidades del docente como sujeto. Se profundiza, de esta manera, el mecanismo de enajenación del docente respecto a su actividad, provocando la disociación y la fractura de la condición humana en el proceso educativo.
Este movimiento del despliegue de las fuerzas del capital impulsando el mero funcionalismo, en contraposición a la posibilidad de la mera existencia, profundiza el elemento de disociación y de fractura de la condición humana que resultaría de haber dejado librado los conocimientos y contenidos más específicos a las tecnologías y que el educador se desempeñe atento a las relaciones estudiantiles. La pedagogía del capital requiere de un docente que funcione como capataz, ordenando y sosteniendo el ritmo de aprendizaje, a la vez que eliminando las distracciones posibles que emergen en el espacio escolar. El ritmo del aprendizaje estará dirigido por las nuevas tecnologías donde el trabajo docente (trabajo humano), aparece como apéndice de la máquina, se hace presente como su complemento, se vuelve un auxiliar de la máquina.
Estamos ante un proceso de expropiación a la docencia, en este caso, de su conocimiento y pericia técnica como factor activo en el proceso de enseñanza y aprendizaje. La funcionalidad del sistema educativo, en los marcos de las sociedades actuales, profundiza este proceso porque despersonaliza la enseñanza, promueve su automatización y genera la reproducción mecánica de la enseñanza y el aprendizaje. Se instaura la misma dinámica que el capital imparte en todas las esferas donde se despliega, la de producir la separación de quien produce del proceso de producción; escindiendo al individuo de sus propias habilidades y conocimientos generando, de ese modo, una descalificación de la fuerza de trabajo.
Las nuevas tareas propuestas para el docente diversifican su rol pero no lo fortalece, por el contrario, lo descalifica porque lo desvincula del proceso de enseñanza y aprendizaje porque ese proceso queda en la vinculación con el algoritmo. El desarrollo de las tecnologías a gran escala generará un impacto social en la educación porque transforma el rol del docente, intensifica su trabajo, y afecta su autoridad pedagógica.
Mirado desde el mundo de la enseñanza, estamos ante la reorganización del proceso educativo para adaptarlo a las exigencias del mercado que encuentra en las tecnologías de personalización un mecanismo para modificar los ritmos de producción y de requerimiento en la formación de la fuerza de trabajo que requiere menos conocimiento para su desarrollo.
Las actualizaciones educativas que atraviesan a la Provincia de Buenos Aires y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, como se desprende de este trabajo, resultan insertas no meramente en una experiencia nacional o local, sino que, por el contrario, son de alcance internacional. La crisis del capitalismo mundial y su intento de superación por medio de la guerra mundial implican un retroceso histórico en todas las conquistas educativas.
Las modificaciones educativas propuestas no son simplemente una “contrarreforma” porque, también plantean un mayor alcance en los niveles, el modo y las características de la explotación capitalista en el trabajador de la educación. Por un lado, se presenta una contrarreforma educativa en lo que implica los contenidos y las propuestas de enseñanza, allanando el camino a la elitización de la enseñanza y del aprendizaje, pero lo fundamental aparece en la presencia de las nuevas tecnologías en los marcos del capital y su ajuste a los sistemas educativos y de salud para destinar porciones crecientes de los presupuestos públicos a la carrera armamentista que preanuncia un escenario de guerra mundial como única salida capitalista a la crisis del capitalismo mundial. Esto se ve reflejado en la desvalorización de la profesión docente, en rutinizar una actividad que quedará a merced del camino de la aprobación masiva de estudiantes o de la utilización de infinidad de recursos tecnológicos; en la descalificación de la formación para hacerlo y en la descalificación que se ofrezca. Se promueve una educación que contenga y fomente vínculos depreciando las asignaturas, el saber ocupa lugar y sobre todo presupuesto.
Notas
Referencias
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