Escriben Damián Melcer y Julio Gudiño
Segmentación, valorización del capital, explotación, descalificación y monotributismo.
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El avance de la destrucción de la enseñanza secundaria pública se da por caminos sinuosos; tempranamente nuestra corriente señaló que la política educativa de la burguesía tiene “un objetivo enteramente reaccionario: liquidar el sistema de enseñanza pública y estatal, promover la descalificación de los educandos, integrar la escuela a la gran corporación capitalista para la producción de mano de obra barata”, lo que implica entonces “un reordenamiento integral en todos los niveles de la educación” (T.E.R.S., 1973, “Qué es la reforma educativa del peronismo”). Medio siglo después, lo señalado por Política Obrera de entonces mantiene una continuidad con el presente. La clase dominante, por medio de sus diversos gobiernos y regímenes de turno, busca sistemáticamente incorporar a la educación y a la docencia, en particular, al proceso de valorización del capital para ampliar la escala de producción de plusvalía y, por este medio, potenciar la acumulación en escala ampliada.
La política educativa del Estado nacional y de sus jurisdicciones se basó en garantizar el desenvolvimiento y el cumplimiento del servicio educativo, el cual es “un bien público” (L.E.N. 26.206, art. 2), lo que implica la necesidad de asegurar que el servicio de bien público se ofrezca y se garantice, sea a través de la educación pública o de la privada.
El desenvolvimiento de la educación privada desde sus inicios sólo ha ido creciendo y actuando como un agente de presión sobre las políticas educativas; violentando el Estatuto del Docente y las condiciones de contratación. El proceso de privatización educativo implica, también, el desfinanciamiento creciente de la educación pública y laica. Pero no sólo esto: la búsqueda de incorporar a la educación al proceso de valorización del capital se ha sostenido en el tiempo y pretende imponerse, en nuestro presente, en el marco de un capitalismo en descomposición histórica que lleva a la humanidad a un escenario de una nueva guerra mundial, más destructiva que las precedentes.
Un salto en la política educativa internacional se produjo cuando se empezó a hablar de construir aprendizajes relevantes, colocando al aprendizaje como lo central en lugar de la enseñanza. Este giro fue parte de una política global “elaborada y publicada en 2011 por el Grupo Banco Mundial (GBM), que marca el pasaje de la propuesta de “Educación para Todos” por la de “Aprendizaje para Todos” (Mendes Pereira y Pronko, p. 119) (1)).
Durante el año 2015 el macrismo, como gobierno nacional y con Esteban Bulrich como ministro de educación, impulsó el marco organizativo de los aprendizajes (M.O.A.) dentro del plan Secundaria 2030. Este documento planteaba una reorganización de todo el régimen académico y de los diseños curriculares buscando “integrar las trayectorias escolares a la realidad compleja que presenta el siglo XXI, para lograr una articulación (...) entre los aprendizajes de la escuela y el mundo laboral” (MOA, p. 14). Esta propuesta educativa se hacía en los marcos de la legislación impulsada por Kirchner-Filmus en 2006, la Ley de Educación Nacional 26.206.
La actual reforma educativa que atraviesa la provincia de Buenos Aires, mediante la actualización del régimen académico hace una distinción entre “trayectoria escolar” y “trayectoria educativa”, siendo esta última una trayectoria que habilita el recorrido formativo de un estudiante por fuera del sistema educativo formal, es decir, dentro de las empresas, por ejemplo.
La Ciudad de Buenos Aires impulsa, también, su propia reforma en línea con lo mencionado. Para la actual ministra Miguel se trataría de una necesidad histórica, porque en “toda la Argentina y en todo el mundo” se atraviesa “una etapa de transición al mundo del trabajo, al emprendedorismo" (Infobae, Miguel, 16-07-2024). De esta manera la ministra de educación de la Ciudad expresa el objetivo estratégico de esta reforma y de todas las reformas educativas en curso: sujetar la educación al medio laboral que, en nuestro presente, atraviesa una fragmentación y flexibilidad crecientes cuya expresión más alta es el incremento del monotributo que divide al infinito el colectivo obrero. La trayectoria individualizada y la personalización de la educación son los ejes centrales de la pedagogía del capital, en donde no hay grietas entre Nación, Provincia y Ciudad; todos los gobiernos asumen el acuerdo de “acompañar”, en “reforzar” y en “valorar” las trayectorias personales de cada estudiante.
Para la ministra “la dimensión número uno del cambio de la escuela secundaria es la organización institucional" (ídem), justamente lo que está haciendo, desde este cuatrimestre, el gobierno “nacional y popular” de la provincia de Buenos Aires al reformar el régimen académico. Algo que afecta, directamente, tareas del docente y de los equipos directivos que están contempladas en el Estatuto del Docente y, a fin de legalizar esta reforma laboral de facto, es que las direcciones sindicales burocráticas negocian con la patronal un Convenio de Trabajo que reemplazará al Estatuto del Docente. A pesar de ello, la denominada actualización del régimen académico cuenta con el acompañamiento de la dirección del SUTEBA provincial.
Según la ministra “hay algo que no está funcionando" en la escuela, porque ya no es viable una “secundaria compartimentada por asignaturas, con docentes que entran y salen, con profesores que no pueden trabajar juntos y con estudiantes que tienen muchas horas libres” (Infobae, 16/7/24). Ahora, según ella, “la escuela secundaria tiene un valor muy importante, y los chicos lo reconocen, y es el valor de la amistad y de la vinculación" (ídem).
Miguel expresa que “no hay valor en que un profe dé una clase, se retire y dé esa misma clase en tres o cuatro escuelas” porque “eso es transferencia de contenido y, para la generación que hoy está en las escuelas, la transferencia de contenido se la da el celular de una manera más efectiva" (ídem).
La docencia aparece así, en la voz de la ministra de educación, como apéndice de las tecnologías. El trabajo docente pasa de este modo a ser una tarea de organización y de seguimiento de la transferencia que realiza el celular a las/los estudiantes, por medio de tutoriales y otras aplicaciones como IA. Estamos ante un nuevo proceso de expropiación a la docencia, en este caso, de su conocimiento y pericia técnica como factor activo en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Esta expropiación del savoir faire es un aspecto crucial porque despersonaliza la enseñanza, promueve su automatización y reproducción mecánica. El proceso de trabajo se ve alterado en beneficio de valorizar el capital que explota al trabajador docente y de los capitales que producen dispositivos electrónicos y software, para desarrollar la tarea educativa en las actuales condiciones históricas.
Miguel es vocera de políticas educativas internacionales que han colocado en el centro del debate dejar de enseñar disciplinas. En su último informe la UNESCO (2021) (2) plantea que hay que intensificar los esfuerzos “en la creación de capacidades generales” expresando que el contenido no debe “ser el elemento dominante” (p. 66). Expresa, también, que los denominados planes de estudio “abiertos y comunes” deben “resistir las presiones que levantan fronteras disciplinarias y de asignaturas como límites fijos o esenciales” (p. 67), por eso se plantea el cambio en “la organización de los planes de estudio y de la pedagogía” (p.87). Se busca que los diseños curriculares establezcan enfoques que vinculen “el ámbito cognitivo con las habilidades de resolución de problemas, la innovación y la creatividad, e incorporar también el desarrollo del aprendizaje social y emocional y el aprendizaje sobre uno mismo.” (p. 68). Se propone plantear “la reformulación del trabajo de docente”, considerado como “una profesión colaborativa” que refuerza “la dimensión polifacética de la educación para alumnos diversos” (p. 84).
Está planteado, en el horizonte inmediato, la reducción de cargos, una educación generalista, básica y común. Un sistema educativo que contenga y que construya lazos y no que eduque y desarrolle conocimientos técnico-científicos en los educandos, mientras forma en el individualismo y en la carrera por el emprendedurismo, ya que la crisis de desocupación en el capitalismo en descomposición fomentará la denominada “economía popular” a la par que promueve la consideración del individuo como capitalista, para que cada persona deba asumir sus propios logros y fracasos excomulgando al régimen social capitalista, eso es el "capital humano".
El capital en su desarrollo histórico no sólo separa al productor directo de los medios de producción, sino que también expropia al productor de sus conocimientos productivos y por este medio tiende a descalificar la fuerza de trabajo.
Como señaló Marx, la distinción entre actividad productiva o no productiva está basada en torno a la creación de plusvalor. Toda actividad que genere plusvalía es, de este modo, un trabajo productivo. La búsqueda de que la educación (y la salud) se incorporen al proceso de valorización del capital se expresa, en una primera instancia, en la privatización de dicho servicio, acompañado del desfinanciamiento y descuido de la educación de gestión estatal.
En la actualidad asistimos al intento del capital de alterar el proceso de valorización en la educación como actividad, sin distinción de gestiones. Como hemos señalado, la actualización del régimen académico implica una creciente ampliación de tareas para los/las docentes que conlleva a la descalificación de la actividad integral del ser docente.
En este contexto, la incorporación de las nuevas tecnologías (incluida la I.A.) deja planteada la perspectiva de que el docente, como trabajador, pierda el dominio sobre los pasos del conocimiento y de la disciplina que enseña. Desde la perspectiva del capital, la introducción de las nuevas tecnologías plantea la eliminación de cargos. Ello se promueve con un discurso didáctico-pedagógico que estimula una educación general, abarcativa y común, que enseñe mediante proyectos o ejes y áreas, considerando las emociones como el centro de la experiencia de la enseñanza. Al docente le queda dominar, en esta perspectiva, las dinámicas grupales a los fines de consolidar un grupo de aprendizaje y vínculos de convivencia. Mirado desde el mundo del trabajo es una expresión de la subsunción real del trabajo docente bajo el capital, porque este enfoque reorganiza el proceso educativo para adaptarlo a las exigencias del mercado y a las tecnologías de personalización, lo que a su vez transforma el rol del docente, intensifica su trabajo y desplaza su autoridad pedagógica. El docente pasa de ser el mediador en la transmisión de conocimiento científico y el pilar del proceso de producción de ese conocimiento, junto a los estudiantes, a ser un mero apéndice de la tecnología. Seccionado su conocimiento, se lo desplaza por los recursos que brinda la tecnología. El proceso de valorización del trabajo docente avanza, provocando la subsunción real de la educación en el capital y profundizando las condiciones de enajenación en el docente. Esto ya se observa en el crecimiento de las afecciones de salud mental en la docencia.
Esta reforma educativa, con su discurso didáctico pedagógico pseudoprogresista busca justificar o, en su defecto, ignorar el elemento de disociación y de fractura de la condición humana que implicaría dejar librado los conocimientos y contenidos más específicos a las tecnologías y que el educador se desempeñe atento a las relaciones estudiantiles. La pedagogía del capital requiere de un docente que funcione como capataz, ordenando y sosteniendo el ritmo de aprendizaje, a la vez que eliminando las distracciones posibles que emergen en el espacio escolar.
La tecnología podría ingresar al proceso de trabajo y al medio educativo como una fuerza motriz que refuerce y profundice el conocimiento humano. Sin embargo, el capital aplica este desarrollo para descalificar al docente y controlar aún más el proceso de trabajo condicionando los movimientos que quedarán registrados en listados de fácil acceso para el control de las tareas. El ritmo del aprendizaje estará dirigido por las nuevas tecnologías, de este modo el trabajo humano, el trabajo docente, aparece como apéndice de la máquina; se presenta como su complemento, es un auxiliar de la máquina. La máquina enseña, el docente controla y promueve relaciones entre estudiantes.
La educación de masas se ha vuelto incompatible con el despliegue del capitalismo. Reforzar los debates con la docencia, en estos momentos de reforma antieducativa, nos debe permitir poner de relieve el alcance reaccionario de este ataque que impulsará la segmentación social y promoverá la descalificación de la enseñanza y del aprendizaje. Debemos desarrollar la herramienta por medio de la cual derrotar estas políticas, impulsar asambleas en las instituciones educativas, charlas que presenten nuestra mirada sobre la actualización del régimen académico en PBA y de la reforma en CABA, además de hacer una campaña que ponga de relieve los puntos en común entre docentes de las escuelas públicas y privadas.
NOTAS (1) Mendes Pereira, Joao Marcio y Pronko Marcela, La demolición de derechos: un examen de las políticas del Banco Mundial para la educación y la salud 1980-2013.