Declaración de la juventud de Política Obrera - Zona Sur.
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Las PASO han abierto una clara crisis política con el derrumbe de Unión por la Patria y Juntos por el Cambio y la “sorpresiva victoria” del ultraderechista Javier Milei. La devaluación del peso que siguió al cierre de las urnas que había sido orquestada semanas antes con el propio Fondo Monetario Internacional, llevará los índices inflacionarios previstos para agosto y septiembre a los dos dígitos, marcando el ingreso a una etapa hiperinflacionaria que tendrá como finalidad licuar aún más los ya golpeados ingresos de los trabajadores.
La cuestión central que ha abierto este cuadro es la disolución del gobierno, que tiene a su dupla presidencial ausente, y que ha recaído en manos del ministro-candidato Sergio Massa. El peronismo no escapa a este proceso de disolución, existe una tendencia creciente que alienta el corte en favor de Milei para no perder intendencias y otras cajas. La negativa a pagar el bono de una parte mayoritaria de los propios gobernadores peronistas muestra una rebelión al gobierno y la propia candidatura de Massa.
Todo este paquete hiperinflacionario es apoyado por Bullrich y Milei, por lo que el pretendido debate sobre la cuestión monetaria no es más que una impostura puesto que dolarizadores y desdolarizadores apoyan el paquete reaccionario del FMI: reforma laboral, previsional y la privatización de las prestaciones estatales -incluida la educación en todos sus niveles- en favor del pago de la deuda pública usuraria a los tenedores de bonos.
No caben dudas que el ajuste educativo es un tributo a los acreedores de la usuraria deuda pública. Pero ese recorte cumple otra función estratégica: es funcional a un proceso creciente de privatización de la universidad pública que la hace depender crecientemente de los convenios con el capital privado. Desde la escuela secundaria hasta las universidades han crecido en número y volumen el involucramiento directo de las patronales, en algunos casos como “pasantías formativas” que usufructúan una mano de obra gratuita (los propios estudiantes). En otros casos, la firma de convenios que, por un lado, constituyen una transferencia de recursos de la universidad pública a las empresas (otro subsidio al capital); y por el otro, deforman la posibilidad de una formación de carácter científico y universal, al adaptar y unilateralizar los contenidos formativos según las necesidades de los grupos privados.
En los centros de formación docente, la quita de contenidos de los planes de estudio y su reemplazo por “herramientas” para facilitar los contenidos a los estudiantes son una verdadera contrarrevolución educativa que destruye el rol docente y quiebra la formación educativa en favor del aprendizaje de herramientas y habilidades blandas para el mercado laboral, una exigencia patronal que favorece la precarización laboral.
Este ajuste se ve reflejado en una creciente falta de cursos y cupos para los estudiantes año tras año. La falta de nombramientos docentes marcha a la par de ese ajuste, como puede verse en los cientos de cursos sin docentes hace años en las escuelas y en la escueta oferta horaria de terciarios y universidades.
El uso de la bimodalidad y los campus virtuales, generalizado durante la pandemia, ha sido desnaturalizado por las gestiones universitarias: en lugar de constituir una herramienta complementaria y ampliatoria de conocimientos, se está promoviendo como sustituto de la necesaria presencialidad y como parche frente al recorte de cursos. En oposición a esta situación, luchamos por la inmediata apertura de cursos en todos los niveles, concentrados en los horarios de mayor demanda y en las materias obligatorias para terciarios y universidades; por veedores estudiantiles en el proceso de inscripciones cuatrimestrales o anuales, según sea el caso, y por nombramientos de docentes bajo convenio con un salario equivalente al costo de la canasta familiar.
La población estudiantil de nuestra provincia vive sometida al flagelo que soporta toda la juventud del país: si trabajamos, debemos hacerlo en empleos mal pagos, precarizados y con jornadas laborales extenuantes. Conseguir trabajo, en esas condiciones, significa muchas veces despedirnos del estudio. Si no trabajamos, la desocupación y la situación también apremiante de nuestras familias nos pueden llevar al mismo camino (la deserción). En oposición a esto, planteamos un plan de becas de alcance real y efectivo para los estudiantes que lo necesitan, equivalente a la mitad de una canasta básica; y una bolsa de trabajo en terciarios y universidades controladas por los centros de estudiantes que asegure el ingreso al trabajo bajo el convenio laboral correspondiente.
Las conducciones de los centros de estudiantes, allí donde existen, tributan a una u otra corriente del FMI. Los “nacionales y populares” buscan llevar a la juventud a limitarse al voto anti-Milei, lo cual lleva al derrotismo, puesto que ese voto “anti” sería en favor del responsable directo de la liquidación de los salarios y el presupuesto educativo (Massa).
Como se ve, las aspiraciones del estudiantado son inseparables de las de todos los trabajadores de la región y del país, hoy bajo el peso de una brutal agresión al salario, al derecho al trabajo y a las condiciones de vida. El gobierno y los tres candidatos del ajuste no pueden ofrecer ninguna salida a los trabajadores, en el marco de un derrumbe político y económico que tiene sus raíces en el rescate permanente de los intereses capitalistas. Esta crisis nacional tiene lugar en un escenario internacional signado por una crisis financiera agravada, el colapso sanitario que se puso de manifiesto en la pandemia y por una guerra de alcance internacional, cuyas implicancias nucleares amenazan a la humanidad misma.
La juventud trabajadora necesita abrirse un camino en defensa de sus propios intereses, un camino revolucionario: llamamos a la autoorganización en todos los lugares de estudio, mediante asambleas, autoconvocatorias y la votación de iniciativas de lucha. La mejor manera de enfrentar a la ultraderecha y el ajuste en curso y por venir es con la movilización callejera en las perspectivas de una huelga general y un congreso de trabajadores.