Macri le pone una red de seguridad a Milei, al ballotage y a Sergio Massa

Escribe Jorge Altamira

Los estertores de un régimen político que ha caducado.

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El ala ‘dura’ del PRO no esperó, como es costumbre en estos casos, a que el candidato relegado en la primera vuelta, Javier Milei, viniera a pedirle una declaración de apoyo para que los votantes de JxC transfieran su voto en el segundo turno a LLA. Milei no se hizo rogar, al contrario de lo que hizo Juan Schiaretti que, con el 7% de los votos del domingo último, se tomó un avión al Medio Oriente, sin mayor prisa por encontrarse con Macri o Bullrich. Milei necesita recoger el 80% de los votos de JxC para derrotar a Sergio Massa en el ballotage, o el 60% si consigue la mayor parte de los votos que obtuvo el todavía gobernador de Córdoba.

De acuerdo a las informaciones obtenidas de la reunión secreta tramada por Macri y Bullrich con el libertario y su hermana, la capa superior de la casta del PRO ofreció un apoyo incondicional. El pretexto para el contubernio es la vocación de “libertad” que compartirían el macrismo y el libertarianismo. Lo relevante de la operación es que descontaba la oposición virulenta de las ‘palomas’ del PRO, del conjunto de la UCR y la CC y el rechazo significativo de los diez gobernadores que fueron electos por JxC, incluidos el porteño renacido Jorge Macri y el no menos significativo del santafesino Máximo Pullaro, que había comprometido el voto por Milei en la campaña electoral de la provincia. La reunión secreta, la división en el PRO y la ruptura que se pronostica para JxC coparon los espacios de los canales de cable y de buena parte de los de aire, ni qué decir del tumultuoso punto de encuentro de las redes sociales. Los adversarios de Macri convocaron a “la libertad de voto” y, por sobre todo, a la “neutralidad”, lo que fue visto como un guiño a favor de Massa. Los diez gobernadores cambiemitas enseguida rompieron la “neutralidad’ que deseaban establecer, cuando justificaron llamar al voto a Milei e incomodar, en forma anticipada, su relación con Massa, en caso de que se convirtiera en Presidente. El día anterior, Horacio Rosatti, el Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que atraviesa un juicio político en las comisiones de Diputados con mayoría kirchnerista, se había declarado a favor de la “unión nacional” que plantea Massa, a la que comparó con el acuerdo que permitió la reforma constitucional de 1994. Ese acuerdo, el “Pacto de Olivos”, fue una de las tramoyas más podridas para habilitar la reelección de Carlos Menem. El fraude de la reforma fue denunciado por el obispo De Nevares, que renunció como convencional constituyente.

El apoyo de Macri a Milei es consistente con los intereses sociales que representa. Fue el primero en señalar que los comicios de 2023 debían servir para una ruptura del régimen económico vigente, sin ninguna clase de ‘gradualismos’. Esta es precisamente la posición de los fondos internacionales, interesados en revalorizar los bonos de la deuda externa con legislación neoyorquina y penetrar en los mercados de obras públicas, los hidrocarburos y los minerales. Es el planteo que han rechazado las asociaciones de bancos, las centrales industriales y, aunque con condicionamientos, la Fundación Mediterránea, que había aportado antes a su Jefe de Estudios, Carlos Melconian, al equipo de Patricia Bullrich. La primera reacción al acuerdo Macri-Milei fue una suba de la cotización de bonos externos. Estos bonos, reestructurados por Martín Guzmán a un valor del 57% del valor de emisión, están desplomados en una franja que va del 20 al 30 por ciento. Macri había caracterizado desde el principio que las elecciones de 2023 debían producir un cambio histórico contra el proteccionismo y a favor de la libertad comercial y financiera. La victoria de Massa en primera vuelta marcó un revés definitivo, luego de la enorme pérdida de votos que registró JxC en las primarias. Sergio Massa se postula, en cambio, como un mediador entre los capitales nativos e internacionales, con toda la conciencia de que la crisis de financiamiento de la economía capitalista de Argentina impone un acuerdo con el gran capital internacional y los fondos internacionales. Massa se ha endeudado aún más con China para pagar al FMI y subsidiar la salida de capitales por el mercado paralelo CCL – que pretende legalizar como mercado financiero. La liquidación del 30% de las importaciones por ese mercado lleva el valor del dólar comercial a 650 pesos – una devaluación del 70 por ciento.

La imprevista victoria parcial de Sergio Massa en primera vuelta desbarató los pronósticos que le otorgaban a Milei un triunfo definitivo sin ballotage. Una parte significativa de los votos que perdió JxC con relación a las PASO fueron a parar a la UxP, no a LLA. El pasaje de las centrales capitalistas a Massa, así como la pseudo neutralidad que contaminó a la inmensa mayoría de JxC, dejaba ver la posibilidad de que Milei no sólo perdiera en segunda vuelta sino que retrocediera respecto a la primera. Esto fue lo que dio credibilidad a las versiones de su renuncia a participar en el ballotage – un entierro político sin anestesia. Pero un desistimiento de Milei introducía una crisis política más severa, pues consagraría como presidente a un candidato con el 36,7% de los votos. La operación de Macri rescata, hasta cierto punto, la candidatura de Milei; rescata el ballotage y la posibilidad de consagrar, también hasta cierto punto, a un candidato mayoritario; y rescata sin vueltas a Massa, que sin los votos suplementarios de la segunda vuelta acabaría pareciendo a una nueva versión de Alberto Fernández.

Todo “hasta cierto punto” porque los desdoblamientos políticos de la operación macrista son inciertos. La “neutralidad” del anti-macrismo, ¿derivará en un voto a Massa o a un voto en blanco o abstención? En este último caso, el ballotage anticiparía una gran crisis política. El sector “neutralista” insiste en que se debe mantener la unidad de JxC, pues de lo contrario se disolvería su bloque en el Congreso. Detrás del “neutralismo” aparece una tendencia a preservar el frente con el macrismo. El dislocamiento político generalizado es una prueba contundente que Argentina se encuentra frente a una crisis de características terminales, que no admite salidas ‘indoloras’. Las inversiones gigantescas que promete Sergio Massa es menos un discurso que una estafa política. Los superávits comerciales que se esperan por el fin de la sequía tienen una larga cola de espera de empresas que reclaman saldar deudas con el exterior, remitir dividendos y utilidades, y pagar intereses internacionales que no dejan de subir. La obtención de ese superávit requerirá una fuerte devaluación de la moneda y una caída en el consumo personal de la población. Es un discurso altamente provincial, porque ignora la profundidad de la crisis mundial – económica y geopolítica-militar.

Quien seguramente no sufrirá ninguna clase de ruptura es el FIT U – inmunizado frente a las crisis políticas que sacuden a todos los partidos y todas las clases. En primer lugar, obviamente, porque se encuentra en estado de ruptura permanente. La violencia de los ataques que se propinan unos a otros es inversamente proporcional a la calidad del contenido de las ‘polémicas’. En segundo lugar, porque está atado al contrato de rotación de cargos; Néstor Pitrola, por caso, no va a renunciar a los seis meses que le tocará ejercer como “la voz socialista en el Congreso”. En un artículo reciente, Sergio García, del MST, vio como señal de “la consolidación del FITU” el ingreso de su compañera de partido, Celeste Fierro, a la Legislatura, y el futuro ingreso de Fernando Sacarelo al Congreso, cuando sustituya a Christian Castillo De modo que la sangre no llegará al río como consecuencia de las divergencias que habría provocado la posición de voto en la segunda vuelta.

El MST e IS van acomodando los tantos para impulsar el voto por Massa, con el pretexto de combatir al candidato “anti-derechos”. Interesantísimo. Massa, el partidario de la “tolerancia cero”, la gendarmería en los barrios y el gatillo fácil, se ha convertido en tutor de derechos. La vigencia de los derechos políticos en una democracia capitalista está condicionada a la lucha de clases; el demócrata chileno, Gabriel Boric, ha enviado las tropas al sur para combatir a los mapuches. El peruano Castillo no fue un modelo de demócrata y su acompañante en la vicepresidencia ha reprimido a mansalva a indígenas y a trabajadores. El chavista Maduro no tiene otra respuesta que represión contra trabajadores de la docencia y la salud, y pobladores. En el artículo mencionado, García señala la oposición del MST al “proyecto” de Massa, lo que constituye un vergonzoso vaciamiento del carácter de clase de Massa, que variará su ‘proyectos’ en función de esos intereses. El MST, que siempre interpreta el voto de los obreros por candidatos burgueses como un “voto castigo” contra el gobierno de turno,esta vez cambió de registro para peor. El voto por Massa fue un voto ‘premium’, porque canalizó el rechazo a Milei. Como se ve, el oportunismo político termina dañando la capacidad cognitiva de quien lo practica.

La prensa kirchnerista tiene la expectativa de que el PTS haga lo mismo que proponen el MST e IS, o podría bajar un cambio y ‘dar’ libertad de voto a los electores. En este caso se convertiría en los trotskistas del eufemismo, porque no es esa libertad lo que está en juego sino la posición política de partido. Aunque más incierto, el aparato del PO copiará a su archi-adversario. En más de una ocasión se encontró a la derecha del PTS, que proponía criticar la candidatura de Massa en primera vuelta; los Solano retrucaron que eso sería poner “un ultimátum” a los trabajadores. Pero incluso si las divergencias se hacen públicas, serán inactivadas como muestra de la democracia que reina en el espacio.

La capacidad de lucha contra los candidatos “antiderechos” no puede ser entregada a Massa o al peronismo (con su historial de patotas sindicales y las triple A). El voto a Massa es una victoria ‘a medias’ de los “antiderechos”, porque neutraliza la capacidad de acción independiente de la clase obrera. Fue lo que ocurrió con el voto a Cámpora y a los Perón hace medio siglo – que iniciaron lo que luego se convirtió en “la liquidación de la subversión” y enseguida en el genocidio. La ‘neutralidad’ que profesan ahora ‘lilitos’ y radicales podría transferirse, al menos en parte, a la abstención y el voto en blanco, lo que sería un demostración de la enorme desconfianza política del pueblo en general contra el conjunto de los candidatos y el régimen político.

El llamado al voto en blanco, por parte de nuestro partido, Política Obrera, no tiene un sentido electoral. Es un planteo de delimitación política de la burguesía pseudo nacionalista y de la izquierda ‘trucha’ (una expresión popular usada por el Partido Obrero en la mitad de los años ochenta del siglo pasado, con excelentes resultados), en un momento histórico especial, como es el gran salto que ha dado la crisis mundial con las agresiones criminales del sionismo contra Palestina y la intervención de la flota norteamericana en la orilla oriental del Mediterráneo. En Argentina, asistimos a una crisis final de régimen -por momentos a un colapso- en el que la claridad de la clase obrera para intervenir como fuerza histórica independiente es decisiva.

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