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Franco tenía 20 años y trabajaba en ‘Pedidos Ya’ en zona sur de la provincia de Buenos Aires. Realizaba repartos en su moto y fue atropellado por un automovilista que huyó.
El gobierno les ha dado luz verde a estas empresas de reparto mediante aplicaciones. Así conchaban a miles de jóvenes bajo condiciones de total precarización laboral. Sin ningún convenio de trabajo, sin obra social ni salario acorde ni mucho menos protocolos de salubridad, muchos menos la posibilidad de sindicalizarse. Sus actividades han sido exceptuadas desde el inicio de la cuarentena.
En Quilmes, donde ocurrió la muerte de Franco, el gobierno -en sus tres niveles de gestión- siguen dándoles la espalda a los trabajadores, dejándolos en manos de la impunidad patronal que los expone al peligro de la pandemia y los somete al trabajo en negro, con total desprecio por las normas de salubridad.
La muerte de Franco, al igual que la de Emma en Rosario, plantean la necesidad de la organización de la juventud super explotada por las condiciones laborales y sanitarias. El paro internacional de repartidores el pasado 22 de abril, y anteriormente las medidas tomadas de los repartidores santafesinos y marplatenses, marcan el camino que debemos profundizar con un programa integral y un plan de lucha.