Escribe Marcelo Ramal
La fórmula anarco-electoralista del PO oficial para votar a Massa.
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El aparato del PO oficial se ha tomado dos semanas desde las elecciones generales para definir una posición frente al balotaje. Al final, no produjo nada: una conferencia electoral resolvió que “no apoyamos políticamente ni votamos a Milei ni a Massa”, ni tampoco el voto en blanco o la abstención. Un anarco-electoralismo.
La consigna “no votamos” es acompañada por este señalamiento: “Combatimos a Milei y llamamos a enfrentar la 'unidad nacional' de ajuste de Massa contra los trabajadores”. Pasando en limpio: a Milei, lo combatimos en el balotaje; a Massa, lo enfrentaremos después del balotaje, cuando aplique la “unidad nacional del ajuste”. Este engendro ha venido siendo repetido incluso antes de la primera vuelta, cuando repetían ‘no a Milei, abajo el ajuste de Massa’. La intencionada confusión de la consigna fue objetada por el PTS e IS, que reclamaban el rechazo explícito al voto a Massa; ahora, también estos dos llaman a votar a nadie y tampoco en blanco. El rechazo al voto en blanco deja en la práctica el voto a Massa: de acuerdo a los sondeos, un 77% de quienes votaron al FIT-U votarán a Massa. Es lo que han buscado y conseguido los grupos de esta coalición a fuerza de "distinguir" a Massa de Milei, sin lograr definir ninguna "distinción". Para fijar esta posición que no fija ninguna, la Conferencia produjo un larguísimo texto, cuando de haber tenido una posición clara habría alcanzado con un comunicado.
El aparato del PO y los conferencistas no podrían responder a algo muy elemental: ¿por qué no votar en blanco cuando es lo que ha hecho el PO durante toda su historia? Respuesta: para que no se entienda que cuestionan el voto a Massa. Han renunciado a discutir con los trabajadores el rechazo político a las candidaturas de la gran patronal.
Los delegados a la conferencia, a instancias del aparato, han buscado una salida por la tangente a la ‘incomodidad’ que les produce poner al descubierto su adaptación a la candidatura del candidato del Estado sionista. Disimulan su acción confusionista, adjudicando al balotaje la intención siniestra de obligar a los ciudadanos a votar por una segunda opción. Por eso, reclaman abolir el balotaje y defender el sistema de una única ronda electoral. Pero el balotaje no prohíbe el voto en blanco, ni puede evitar que un voto en blanco masivo funcione como un golpe político contra el candidato de la patronal que triunfe en el segundo turno. El aparato del PO y el FIT-U han dado otro paso – este más grande – hacia el seguidismo a la burguesía y a la cooptación por parte del Estado. Las expulsiones que el aparato aplicó en el PO tenían el propósito, como lo habíamos advertido, de ampliar las posibilidades de arribismo parlamentario de la camarilla que usurpó el partido.
Todos los regímenes políticos buscan establecer un gobierno mayoritario. Hasta Lenin lo hizo cuando pactó un gabinete con el socialismo revolucionario para asegurarse una mayoría sólida en el Soviet. En los sistemas parlamentarios eso se obtiene por medio de la negociación entre partidos; es lo que ha ocurrido en Argentina ahora bajo otra forma – el acuerdo Macri-Milei, o el acuerdo Massa-CFK. En un régimen presidencialista, el acuerdo parlamentario es reemplazado por el voto mayoritario de la segunda vuelta, o por ‘premios’ para el que sale primero. Es así que, en varios países, el primero obtiene, digamos, un 20% más de parlamentarios que lo que corresponde a los votos que ha obtenido. En el pasado, en Argentina, el primero se llevaba los dos tercios y el segundo el tercio restante. Aun así, se votaba al Presidente en un colegio electoral, para zanjar las diferencias de votos entre las provincias.
Los pregonadores del voto a nadie y contra nadie también ignoran que el principal perjuicio democrático del presidencialismo y del balotaje es la enorme masa de poder que confiere al Ejecutivo, que puede dictar decretos de necesidad y urgencia; alterar las leyes vía reglamentaria o simplemente ignorarlas; bloquear la aplicación de las leyes vía la burocracia del Estado; modificar a gusto las partidas del presupuesto; y utilizar el Banco Central para producir alteraciones de todo tipo en la valorización monetaria del capital y de la fuerza de trabajo. Pero el balotaje no tiene nada que ver con la responsabilidad de la izquierda adaptada al Estado para habilitar el voto a Massa.
La "resolución" del PO oficial denuncia el carácter "extorsivo" del balotaje, cuando tiene la oportunidad de combatirlo mediante el voto en blanco. Pero no llama a votar en blanco, para no perjudicar el voto a Massa. El que extorsiona es el aparato del PO, no el balotaje. Encima de todo esto, el ballotage se encuentra en crisis a partir del estallido de uno de los tercios, o sea Juntos por el Cambio. En oposición a la operación del PRO para votar a Milei, la mayoría de JxC rechaza ofrecer una orientación de voto, repudia a los dos candidatos y ha dejado un surco para el voto en blanco. Una izquierda auténtica explotaría esta crisis; la izquierda del FIT-U y el PO oficial han visto, en cambio, la oportunidad para un acercamiento al peronismo.
En relación a la incursión de Macri en la campaña, la declaración del PO plagia cuando dice que “ha salido al rescate de Milei”, fingiendo ignorar que ese rescate rescata a Massa y al balotaje, al impedir que Milei se retire de la segunda vuelta como hizo Menem frente a Kirchner. Con la victoria en solamente la primera vuelta, Massa quedaría como un presidente del 36%, que se reduce al 25% en relación a la totalidad del padrón. No tendría condiciones de gobernar. En todas estas movidas disolventes, ¿quiénes ponen su granito de arena para sostener al régimen en ruinas? “Nosotros, la izquierda”, o sea, el FIT-U y el aparato del PO, que han renunciado a una campaña por el voto en blanco para habilitar, de un modo más o menos vergonzante, el voto a Massa.
La resolución del PO acumula datos, hechos y afirmaciones de todo tipo, contradictorias unas con las otras, para convencerse a sí mismo de la justicia del engendro que va a votar. El propósito del palabrerío es evitar lo que correspondía, a saber, una definición y una campaña política por el voto en blanco. Pero en medio de tantas palabras, el lector puede sacar una conclusión clara: para el aparato del PO oficial, Milei y Massa no “son lo mismo”.
Milei, para el PO, “representa una tentativa de alterar el régimen político actual en función de establecer una salida de fuerza contra los trabajadores para eliminar conquistas históricas y avanzar en la colonización de Argentina por los fondos de inversión internacionales”. La resolución, en este punto, es consistente con toda la campaña electoral del aparato del PO, focalizada centralmente sobre Milei y en que “Milei es Videla”. Pero el texto de la resolución luego señala que Milei “no ha reunido los recursos políticos” para su tentativa
. El operativo es claro: primero, Milei es Videla, hay que votar a Massa; luego, Milei no es Videla -si gana Milei, las perspectivas parlamentaristas del PO oficial no cambian. Los dirigentes del PO oficial apelan al eclecticismo para enmascarar sus intereses de aparato.
Milei se cuida muy bien de no cuestionar al régimen político, como lo han hecho por ejemplo Trump y Bolsonaro, porque en caso contrario perdería el apoyo de la OTAN, que libra una guerra mundial en nombre de la democracia. Impugnar la división de poderes va contra la defensa de la Corte que desarrollan las entidades empresarias e internacionales. Quien ha apoyado la operación militar genocida en Gaza es Massa –Milei corre desde atrás-. El FIT-U y el aparato han repetido hasta el cansancio que el capitalismo tiene “la iniciativa histórica y estratégica”. Que Biden quiere ‘contener’ a Netanyahu, dicen, no que apoya hasta el genocidio al estado sionista. El PO oficial, y no sólo él, levanta el cuco de Milei para votar a Massa, y luego le baja el precio a Milei para seguir con su adaptación parlamentaria.
La cuestión fundamental es que el aparato del PO se inclina por el apoyo al peronismo, cuando el peronismo declina y hace la peor votación de su historia. Peronismo es también la burocracia sindical. El año pasado, Massa amenazó ilegalizar al SUTNA; ahora protesta por la desigualdad salarial en Pirelli. Es un operativo electoral. Para los obreros del Neumático, ¿ha cambiado el carácter de clase de Massa, o de la ministra Kelly Olmos? La burocracia de la CGT, con Pablo Moyano a la cabeza, quiere aprovechar las elecciones, para establecer su propia cabeza de playa en el SUTNA. El texto del PO se prodiga en exponer diferencias económicas y políticas entre los dos bloques que se disputan la elección, con muy poco entendimiento de ellas, para que el peronismo recupere una autoridad absolutamente en crisis entre los trabajadores. A Massa, Milei, Macri, Cristina, los unen los múltiples pasadizos y corredores que entrelazan al conjunto de la clase capitalista.
El aparato confiesa “una presión para respaldar a un gobierno que ha llevado al país al abismo e implementado un enorme ajuste, en nombre del rechazo a una variante fascistizante”. ¿Qué respuesta le da? La cancelación del voto en blanco por primera vez en la historia del partido. Esa "presión" viene de la “opinión pública” electoral, no de la vanguardia. “Somos conscientes que una parte del electorado de izquierda se orienta a votar a Massa bajo la extorsión montada”, dice la resolución, pero no son igualmente conscientes que parte del electorado trabajador “se orienta a votar por Milei” bajo el peso de la precariedad y la pobreza. El texto caracteriza “un corrimiento a la derecha que refleja el peso de la agenda de la burguesía en la situación política y la relativa debilidad de la clase obrera”, pero no da una batalla contra esa agenda –se adapta a ella. Fomenta el derrotismo entre los trabajadores: "solos no podemos, quizás sí con Massa".
La resolución concluye que “no los votará”, como también lo dicen los gobernadores de JxC, o la mayor parte de ellos, quienes, junto con el aparato del PO, rechazan el voto en blanco. Tenemos un frente único de facto entre la fracción antimacrista de JxC y el FIT-U.
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