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Los partidos del FIT-U han presentado un balance variopinto de los resultados del balotaje. Por un lado, es absolutamente encubridor en cuanto a su política de apoyo a Massa. Por otro lado, este encubrimiento se manifiesta también, o incluso por sobre todo, cuando deben caracterizar el voto masivo que recibió Milei.
Bajo variantes abiertas o vergonzantes, todo el FIT-U apoyó a Massa en el balotaje. De entrada, llamaron a votar contra Milei y a “repudiar” o “rechazar” el ‘ajuste’ de Massa, que de ningún modo debía manifestarse con un voto en contra de la UxP. Ninguno planteó el voto en blanco. En el caso del Partido Obrero oficial se dio un caso interesante: un sector representativo, en una conferencia que llamaron para discutir el balotaje, se manifestó por el voto en blanco sin peros. Otro, entre su sección estudiantil en CABA, lo hizo, con la misma convicción, por el voto a Massa. El aparato partidario se las arregló para que la asamblea rechazara esas posiciones y, en su lugar, adoptara una ‘no-resolución: “ni-ni”, ni en blanco ni a Massa. La razón para el esperpento fue ‘no chocar’ con los obreros que votan a Massa. Como Massa perdió en casi todo el país y retrocedió en los tres distritos donde avanzó LLA, es claro que al lado de la clase obrera que “vota a Massa” había otra clase obrera que no quería votarlo de ningún modo. Atender a los prejuicios del sector massista y no a los prejuicios del sector que votó por Milei define claramente un seguidismo sin principios a la burguesía nacional y popular. Como lo reconocen, incluso desde antes de las elecciones, la tendencia del ‘mercado’ -votar a Massa- chocó con la del electorado. Es lo que ya había ocurrido en Gran Bretaña cuando se votó el Brexit y luego a Boris Johnson, y también en EE. UU., donde el ‘mercado’ apostó con todo por Hillary Clinton en la elección que ganó Trump. El aparato del PO, al igual que sus socios del FIT-U, votó con el ‘mercado’, rechazando de este modo una perspectiva independiente: el voto en blanco.
En el balance general de los resultados, el seguidismo del FIT-U a Massa es desatendido. La preocupación del “Pollo” Sobrero por no quedar como responsable de una derrota de Massa, atribuida a un votoblanquismo de la izquierda, resultó, digamos, desmesurada. Podría haber llamado a votar en blanco sin poner en riesgo ningún resultado. El FIT-U inventó el interés por la tendencia política de los trabajadores a votar a Massa para disimular una caracterización de otro orden, a saber, de que Argentina enfrentaba una opción entre el fascismo y la democracia. Un menemismo, aún más descompuesto que el original, fue confundido incluso con las SA de Hitler, al punto de que la directiva kirchnerista del Subte advirtió que se enfrentaba un choque entre “Hitler y Brunning” (un ocasional primer ministro de la Alemania prenazi), en un caso que debería ser consignado en el libro Guinness del delirio. El FIT-U y los extrotskistas reclutados por la Cámpora simplemente no advirtieron la magnitud del repudio a la crisis social alentada por los Fernández y Massa, ni el agotamiento de una etapa política. No lo habían advertido cuando se autoproclamaron, hace dos años, “tercera fuerza” ni cuando en las PASO desenvolvieron una guerra civil faccional con insultos sin precedentes.
En el caso de nuestra corriente, Política Obrera, advertimos que Massa y Milei, por igual, aunque con planes algo diferentes, descargarían, por imposición de la situación y de sus intereses de clase, “un golpe de estado económico contra los trabajadores”.
PTS: Milei “vende espejistos de colores”
El PTS advierte, con el diario del lunes, que la victoria de Milei obedece al “enorme descontento con el régimen político de los últimos años”. ¿Por qué se negaron a repudiar a Massa mediante el voto en blanco? En otro estante de su biblioteca tenían preparada otra caracterización para el caso de que ganara Massa. El PTS, por una cuestión de método, rechaza hacer previsiones políticas; luego acomoda el balance a lo que ha ocurrido.
Con este ángulo, asegura que “la ultraderecha de Javier Milei y Victoria Villarruel ha sabido explotar (el descontento con el régimen político) con demagogia”. Además, “también es cierto que apelaron al voto de otros sectores (no derechistas) vendiendo espejitos de colores”.
Si el PTS reduce la atracción electoral de Milei a “la demagogia” y “a los espejitos de colores”, no se entiende que lo hubiera presentado, como todo el resto del FIT-U, como un peligro existencial para las libertades democráticas. Recurre a una pedantería que le es muy propia, pero que no cuadra. Massa, en cambio, debemos deducir, ha presentado un programa y una salida, muy superior a globos de espuma. El nivel de pavada de esta institución académica, como es el PTS, es asombroso. Milei, por el contrario, advirtió que el estatismo capitalista, que el FIT-U adora, había quebrado al Estado y ofrece como salida la subasta de su patrimonio, para atraer capitales. La “casta”, un término que puso en valor Myriam Bregman, para disimular el carácter capitalista de la crisis y para atacar a lo que sería la futura Tendencia del PO, fue arrebatado por Milei para denunciar al Estado como un factor de bloqueo a una salida de la crisis, en términos capitalistas. No encontraremos en la literatura del FIT-U nada de la jerarquía que tiene la caracterización de Milei. Milei ha hecho “la gran Menem”, es decir, presentarse como la salida a la hiperinflación. Las masas son atraídas, en períodos de grandes crisis capitalistas, a alternativas burguesas extremas: el chavismo, por un lado, y los ‘chicago boys’ y sus agentes políticos, por el otro.
“El peronismo le abrió el paso a la derecha”, dice el PTS, con la ventaja de haber, primero, apoyado al peronismo electoralmente, aunque en forma vergonzante. Esta corriente, que dice cultivar el trotskismo, le atribuye al peronismo más de lo que el peronismo puede, históricamente. Es la crisis capitalista la que devolvió el primer lugar de la situación política a este neomenemismo; políticamente, el ascenso de Milei representa un fracaso político del FIT-U. No es que el FIT-U podía haberle ganado a Milei; es que Milei crece en el período de retroceso del FIT-U, que nunca superó lo alcanzado en 2013/15. El PTS pretende que su organización, su política y el FIT-U sean los únicos ilesos en la victoria de la ultraderecha, el domingo pasado.
Para el PTS, “lamentablemente, la pasividad que impusieron las conducciones sindicales, fue uno de los motivos del avance de la derecha”. Así como el PTS ´lamenta´ el inmovilismo de la burocracia sindical, que apoyó al Gobierno del “ajuste”, como si hubiera podido hacer otra cosa sin romper con el Gobierno, inmediatamente le tiende una mano: “Unos días antes de la última votación, la CGT sacó un documento donde enumeraba una serie de puntos que defendería ante el próximo gobierno. Entre ellos, ´la plena vigencia del derecho al trabajo expresada en el artículo 14 y 14 bis de la Constitución Nacional´ (...), y varios puntos. Otros eran más discutibles (SIC), como el aumento de la productividad o el Consejo Económico con las patronales. Esos puntos pueden ser un programa mínimo (SIC SIC) ante un derechista que amenaza atacar conquistas históricas, pero no una carta de negociación. Es importante advertirlo”. Esta caracterización es propia de un partido del oficialismo, no de la oposición, no digamos del trotskismo.
Partido Obrero: “Un golpe a las ideas de izquierda”
El PO oficial es más burdo todavía que su hermano-enemigo, como si esto todavía fuera posible.
El aparato del PO escribe: “Al atar en el terreno discursivo estas banderas progresistas [salud y educación públicas, derechos laborales] al monumental fracaso social del que es responsable, el peronismo contribuyó a que esta extrema derecha las demoliera electoralmente”. El Partido Obrero, recordemos, rechazó el voto en blanco. Pitrola lo dejó claro en un tuit: voté “con convicción”.
El triunfo de Milei, asegura el PO, fue “un golpe a las ideas (sic) de la izquierda”. “Milei explotó la crítica [o sea se valió de la crítica de otros] al descalabro social para golpear a un progresismo e inclusive a una izquierda fuertemente integrada al régimen” (sic). Junto con Massa, el aparato entierra a “las ideas de izquierda” y a la misma izquierda. El desenlace electoral, dice el PO, “se explica a la luz de la agenda (sic) del actual oficialismo”, y le reprocha el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional “que encorsetó (SIC) la economía argentina y que tuvo como resultado una enorme redistribución regresiva del ingreso”. Un triunfo de Massa, debemos entender, hubiera representado una victoria de ‘las ideas de izquierda’ y de ‘la izquierda’.
La expectativa en la burocracia sindical alcanza, en el PO, niveles estrafalarios: “En un acto insólito, el asesor catalán de la campaña electoral de Massa bloqueó un acto de la CGT de cara al balotaje. Esconder a quienes realmente están interesados en defender los derechos laborales, desorganizar al movimiento obrero, anularlo como factor político es una enorme contribución al ascenso de Milei”. Sin comentarios.
En un apartado (“Barajar y dar de nuevo”) el aparato dice que “mientras la derecha se radicalizó ganando apoyo, la izquierda agrupada en el FIT-U no supo y no pudo colocarse como una alternativa a este gobierno que permitiera que el descontento se expresara por izquierda”. El reconocimiento que se hace aquí es de antología pues “la izquierda” no ha expresado, en cuatro años, “el descontento” de las masas. Estamos aquí ante un caso de hipoacusia alarmante, porque aún con “el oído pegado a las masas”, como se han jactado Pitrola y Solano, no lograron escucharla ni oírla. Quien se los dio a conocer fue Javier Milei. Para el PO oficial “la izquierda [se refiere al FIT-U] se sumó abiertamente a la defensa del voto a Massa”, sin revelar que la conferencia del PO rechazó el voto en blanco, una posición que sostuvo desde el fin del primer turno electoral.
Izquierda Socialista: “El pueblo se equivocó”
“Es tal el desastre que provocó el gobierno peronista de Unión por la Patria encabezado por Alberto Fernández, Cristina Kirchner y el candidato Sergio Massa, que llevó a que el hartazgo popular se canalice equivocadamente hacia una variante de ultraderecha, posibilitando que un nuevo personaje tipo Bolsonaro llegue al poder”, concluye Izquierda Socialista.
´El pueblo se equivocó´: en la víspera, IS consideraba a la candidatura de Massa como el ´canal popular´ para cortarle el paso a la ´ultraderecha´. Ahora, con el diario del lunes, cae en la cuenta de que “se dio un voto contra un gobierno que en estos cuatro años nos hundió en una inflación del 140 %, un sideral robo salarial y jubilatorio, llevándonos a la pobreza extrema, de la mano del pacto sellado con el FMI, mientras los grandes empresarios, bancos, multinacionales y usureros internacionales hicieron grandes fortunas”.
IS se equivoca de nuevo. Milei no representa, para quienes lo votaron, “un voto contra el robo salarial y jubilatorio”. El electorado no es tan idiota. En principio, Milei representa otro golpe más contra salarios y jubilaciones. El electorado, en realidad, votó por la negativa; en cierto modo, el ascenso de Milei al gobierno es un salto nuevo en la crisis política, porque podría convertirse en el último eslabón entre la situación presente y una situación revolucionaria. En la experiencia popular, han fracasado los “bonos” salariales y las paritarias de la burocracia: fueron incapaces de superar la inflación. La derecha responde: primero salgamos de la inflación, sin advertir en forma pública lo que esa ‘salida’ representará para los trabajadores. El mismo capital necesita salir de la inflación, pues el intervencionismo estatal agotó sus recursos.
Los socialistas revolucionarios no oscilan entre la mitigación de la carestía por medio del Estado, por un lado, y la deflación de mercado por el otro. Los socialistas revolucionarios tienen la obligación de señalar, en las crisis capitalistas, la necesidad de una intervención histórica del proletariado para poner fin al capitalismo. El FIT-U, en cambio, ha gastado mares de tinta para explicar cómo salir de la inflación y la hiperinflación sin caer ‘en el extremo’ de una revolución socialista.
MST: ´Hagamos grande al FIT U´
“¿Cómo pudo ganar un personaje semejante?”, se pregunta el MST. El MST había adoptado “no votar a Milei” y tampoco “votar en blanco”, o sea, hacerlo por Massa. Se responden: “ganó por el desastre del peronismo”, como si, históricamente, desde el punto de vista de la lucha de clases, el peronismo no fuera, en última instancia, él mismo “un desastre”. Pero, agrega el exsocio de la Mesa de Enlace y apoyo actual de la guerra de la OTAN contra Rusia, “también muestra un atraso político”. Otra cosa hubiera sido si votaba a quien prometió declarar “terrorista” a la milicia semiestatal de Hamás.
“Cuando la vieron difícil”, dice el MST, desde el oficialismo “instalaron la campaña democracia o dictadura, y ahora son los primeros en felicitar a los que representan esa ´dictadura´”. Pero el MST militó esa línea, ´democracia o dictadura´, ´derechos o antiderechos´, etc., como señalan a continuación: “Vendrá un nuevo tiempo, difícil, complejo y con un proyecto político de ultraderecha que intentará liquidar derechos sociales y democráticos, y la única forma de frenarlo será con la lucha en las calles”. Con Massa, en cambio, según el MST, a pesar del “desastre del peronismo”, estaban garantizados.
Para el MST, la salida es “fortalecer más que nunca al Frente de Izquierda Unidad, peleando a la vez para que cambie y mejore y convoque a miles y miles de trabajadores y jóvenes defraudados, si de verdad quiere jugar un rol destacado y positivo en las grandes luchas y convulsiones sociales que vendrán”.
Si es por el balance que cada uno de los del FIT-U hace de estas elecciones, la misión es imposible. La lucha faccional sobre el mismo balance comenzó a las 20:11 del domingo pasado, cuando Massa llamó a Milei para reconocer la derrota.
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