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El 30 de abril se cumplen 43 años de la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo. Ocurrió en 1977, cuando en Argentina reinaba el terrorismo de Estado, y miles de trabajadores y estudiantes eran secuestrados por los grupos de tareas de la dictadura de Jorge Rafael Videla para ser asesinados en los campos de concentración.
Las madres y familiares de los desaparecidos buscaban a sus hijos en las comisarías, bases militares, juzgados, iglesias. Todos les cerraron las puertas, cómplices o protagonistas directas del genocidio. Pero eso llevó a que las madres de los secuestrados se empezaran a encontrar en los pasillos de las instituciones como tribunales. Todas vivían situaciones iguales y así llegaron a la conclusión de que las desapariciones eran obra de la dictadura. Decidieron juntarse en Plaza de Mayo. A la primera ronda fueron 12 mujeres, con el paso del tiempo se fueron sumando más y más.
Muchas madres eran de la clase trabajadora, amas de casas sin militancia política. La lucha por la aparición con vida de sus hijos y nietos las terminó convirtiendo en un ariete implacable contra la dictadura, con la bandera de los 30 Mil. La dictadura y la Iglesia Católica atacó a las madres y las abuelas -al principio una sola organización- calificándolas como locas y parte de la “campaña antiargentina”.
En diciembre de 1977, mientras preparaban una solicitada para que fuera publicada por el diario La Nación, fueron secuestradas 12 personas: tres madres de Plaza de Mayo incluida su presidenta, Azucena Villaflor, dos monjas francesas y militantes de derechos humanos. El grupo había sido infiltrado por el genocida Alfredo Astiz, que se fingió familiar de desaparecidos.
El mismo día de su secuestro, la solicitada apareció a toda página en el diario La Nación, con unas 2.500 firmas, en su enorme mayoría de mujeres que usaron sus apellidos de casadas para identificar a sus hijos. Entre ellas, nuestra compañera Catalina Guagnini, Marta Vázquez, Graciela Fernández Meijide, Carmen Lapacó, María Adela de Antokolotez, Chela Mignone, Chicha de Mariani y Hebe de Bonafini.
Política Obrera (actual Partido Obrero Tendencia), apoyó desde sus inicios las movilizaciones de las madres y familiares de desaparecidos. Editaba el boletín Libertades Democráticas, donde difundía las persecuciones y desapariciones, y también la resistencia a las violaciones de derechos humanos. Varias militantes de Política Obrera estaban integradas a Madres -como Tona Luna en Lomas de Zamora- y a Familiares de Desaparecidos -la legendaria Cata Guagnini fue una de las fundadoras-. A pesar de la cooptación del kirchnerismo a buena parte de madres y familiares, están las madres que nunca bajaron los pañuelos y denuncia el rol represivo del estado, como la impunidad de ayer y hoy, y rechazan la “vuelta de página” que propone Alberto Fernández, solo otro nombre para la amnistía de los genocidas.
Reivindicamos a las madres que se destacaron por su militancia independiente del estado y leal a los intereses de los explotados: Mirta Baravalle, Elia Espen, Nora Cortiñas, Graciela Ledo, y en ellas a todas las que nunca bajaron las banderas de los 30 mil detenidos-desaparecidos.
A 43 años de la primera ronda de madres, 30 mil compañerxs desaparecidxs ¡PRESENTES! ¡AHORA Y SIEMPRE! Juicio y castigo a los genocidas y a sus cómplices eclesiásticos y civiles.