Escribe Comité Editorial
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El paro del 24 ha despertado un inusitado ´activismo´ por parte del gobierno. El vocero Adorni anunció el descuento de los salarios a los estatales que paren, junto con una línea telefónica especial para denunciar “presiones” por parte de quienes militan la huelga. Bullrich ha ratificado la aplicación del protocolo contra las manifestaciones públicas. El despliegue policial afectaría a decenas de miles de agentes.
La burocracia sindical no ha salido a responder a esta escalada. Toda la estrategia del paro nacional consiste en paralizar a los trabajadores. No han habido asambleas ni votaciones de base. Las direcciones sindicales no han salido del perímetro que va de Azopardo al Congreso. Ha dispuesto más tiempo para rosquear con los bloques parlamentarios que para dialogar con los obreros. Ante las evidencias de que el grueso de la ley Ómnibus y el DNU serían votados por un contubernio entre el oficialismo y la oposición ‘amigable’, no ha respondido con la convocatoria a proseguir la huelga. De acuerdo a los especialistas, el voto del Congreso sería el pretexto de la Corte para no declarar la inconstitucionalidad de la ley y el decreto. El reclamo de un aumento salarial y de las jubilaciones, que compense lo perdido en 2023, no figura entre las reivindicaciones del paro. Por el contrario, las paritarias marchan sin obstáculos de las patronales, que no ajustan ni por la inflación pasada y menos por la que se prevé para los próximos meses; incluida la paritaria de estatales, que cerró por el 16% en medio de un griterío de satisfacción de parte de la burocracia de ATE y de CTA. Con aumentos de precios a razón del 30% mensual, las cláusulas que gatillan el salario uno o dos meses después implican pérdidas extraordinarias del poder de compra. La colaboración de clase con las patronales y el Estado no se ha interrumpido ni por un instante, desde que el Confederal cegetista declaró el paro para el 24. La unión nacional de la burocracia de los sindicatos con las patronales y el Estado constituye un claro sabotaje a las reivindicaciones y a las luchas, incluido el propio paro. La CGT ha convocado al paro para ‘ganar tiempo’ contra la clase obrera y para permitir que se asiente el gobierno antiobrero de los ‘libertarios’ y sus cómplices.
El punto más alto de este sabotaje es la decisión de habilitar el funcionamiento del transporte durante casi toda la jornada. El argumento de que facilita de ese modo la concurrencia al Congreso delata una clara posición antiobrera: sabotear la huelga, o sea el cese de actividades, con el pretexto de una marcha de presión al parlamento. Ni el 17 de Octubre, ni el Cordobazo, ni la huelga general contra el Rodrigazo del 75, ni el 30 de Marzo de 1982, ni el Argentinazo contaron con el transporte público. El transporte público es un recurso político que se disputan el Estado y la clase obrera por la victoria o derrota de una huelga general. La movilización, en medio de una huelga general, es, en primer lugar, el piquete de huelga, para privar a las patronales del carnereaje, que es la forma extrema de división entre los trabajadores. La Confederación del Transporte y el sindicato del Subte votaron a favor del funcionamiento de este medio estratégico de lucha –en el caso del Subte con el 25% de los votos en contra de una mayoría donde prevalece un kirchnerismo afiliado a la CTA partido en numerosas facciones-. Las direcciones de los sindicatos y agrupaciones sindicales ligadas al FIT-U, pasajeros frecuentes de las redes sociales, no se han pronunciado contra este sabotaje al paro general. El éxito de una huelga depende de la disposición de lucha y del empeño de las organizaciones obreras, no de un cronograma de frecuencias de colectivos. El funcionamiento del transporte facilita la presión de las patronales y del Estado sobre los trabajadores precarios y no sindicalizados, que no podrían justificar la inasistencia al trabajo, y obligarlos a trabajar en nombre de que “transporte, hay”. El éxito de la huelga sería el golpe más contundente al gobierno, al DNU y a la megaley, por la sencilla razón de que mostraría el camino a seguir, en caso de aprobarse los mamotretos ‘libertarios’, que es la huelga general. Para unir al insulto la injuria ha trascendido que la CGT no fletaría ómnibus para la movilización (para qué si tenemos transporte), de modo de esquivar el bloqueo de la policía de Bullrich. Esta marcha cegetista es una colosal concesión de la burocracia al cercenamiento de las libertades públicas -podría ocurrir que Bullrich-Wolf establezcan un cordón para evitar que sean ocupadas Rivadavia, de un lado, e Yrigoyen, del otro. El destino de la marcha hacia el Congreso (y no a Plaza de Mayo) significa que la burocracia de la CGT pretende dar por cerrada la cuestión una vez que se pronuncien los ‘representantes del pueblo’.
Una huelga general contundente coloca en manos de la clase obrera la lucha contra la megaley y el DNU. En cambio, el paro “a reglamento” y de aparato es un guante a la medida de esa oposición patronal, sea la dialoguista o la peronio-kirchnerista, que ya ha declarado que a Milei se lo enfrentará… dentro de dos o cuatro años, en las elecciones, después que haya perpetrado su trabajo sucio contra los trabajadores. La burocracia sindical, definitivamente, prefiere la derrota del propio paro que ha convocado, a cualquier acción obrera profunda e independiente.
No hace falta agregar que, en oposición a esta línea de boicot contra el propio paro, los militantes sindicales de “Política Obrera”, al igual que muchos activistas y luchadores obreros, hemos puesto nuestro empeño en asegurar la huelga; en promover asambleas y reuniones por sector. Esta tarea, servirá de escuela y experiencia para las conclusiones centrales que dejará este paro. La catástrofe social que la burguesía ha desencadenado contra las masas solamente puede ser enfrentada con éxito por medio de otro método, otra organización y otra política. La oposición parlamentaria, tanto la ‘amigable’ como la kirchnerista, está garantizando la legitimidad de un gobierno que sólo tenía hasta el momento un certificado electoral. Ningún balotaje legitima una caída de salarios y jubilaciones del orden del 50% y una inflación mensual de dos dígitos. Pero es esta misma catástrofe social la que se impondrá, en última instancia, para decidir quién y qué clase debe gobernar Argentina. La etapa inmediata es de grandes convulsiones –repliegues y contraofensivas-, el destino del gobierno ultraderechista no está decidido. Las enseñanzas que deje este paro deben servir, repetimos, para forjar otro método, otra organización y otra política de la clase obrera. En esto consistirá la tarea de desarrollar un partido revolucionario.
La militancia por el paro de este miércoles será un peldaño importante en la lucha por otra dirección obrera. Promovemos la coordinación, en cada sindicato o en cada región, de las organizaciones de base empeñadas en luchar; plenarios y autoconvocatorias, por la preparación de una huelga general contra el DNU, la megaley y el gobierno golpista.
El funcionamiento del transporte es un sabotaje al paro del 24 Por Comité Editorial, 16/01/2024.
Paro del 24: abajo el gobierno incautador, el DNU y la ley Ómnibus Por una huelga general por el ciento por ciento de aumento de salarios y jubilaciones. Por Marcelo Ramal, 14/01/2024.
Cómo paramos y derrotamos el DNU y la ley ómnibus Nota de tapa de Política Obrera N° 86 edición impresa, 10/01/2024.
El 24, un paro de aparato Declaración de Política Obrera, 09/01/2024.